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Marxismo

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El marxismo es la práctica política y/o la teoría social basada en las obras de Karl Marx, un filósofo, economista, periodista y revolucionario del siglo XIX, y de Friedrich Engels. Marx se basó en la filosofía de Hegel, la economía política de Adam Smith, la economía ricardiana y el socialismo francés del siglo XIX para desarrollar una crítica de la sociedad que, a decir suyo, era tanto científica como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática (si bien inconclusa) en su obra maestra El capital: crítica de la economía política.

Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis Althusser, Toni Negri, Miel Abensour han señalado en la obra de Marx el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza.

Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al marxismo como base intelectual de sus políticas, que pueden ser radicalmente distintas y opuestas. Una de las mayores divisiones ocurrió entre los socialdemócratas, que alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir en un marco democrático y los comunistas, que alegaban que la transición a una sociedad socialista requería una revolución. La socialdemocracia resultó en la formación del Partido Laborista británico y del Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros partidos, en tanto que el comunismo resultó en la formación de varios partidos comunistas.

Aunque sigue habiendo varios movimientos revolucionarios y partidos políticos en todo el mundo, desde el colapso de la Unión Soviética y sus estados satélites, relativamente pocos países tienen gobiernos que se califiquen de marxistas. Aunque hay partidos socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace mucho que se distanciaron de sus lazos históricos con Marx y sus ideas. En 2004, Laos, Vietnam, Cuba, Corea del Norte y la República Popular China hay en el poder gobiernos que se dicen marxistas.

Las raíces hegelianas del marxismo[edit]

Hegel propuso una forma de idealismo en el que las ideas se desarrollaron gradualmente en la historia. Marx conservó el énfasis histórico de Hegel, pero propuso una tesis, contraria a la de Hegel, de que las circunstancias materiales dan forma a las ideas, y no a la inversa. Marx resume su teoría material de la historia, llamada materialismo histórico, en Contribución a la crítica de la economía política:

En la producción social de su existencia, los hombres inevitablemente entablan relaciones definidas que son independientes de su voluntad, a saber, relaciones de producción aptas para un estado dado del desarrollo de las fuerzas materiales de producción. La totalidad de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, el fundamenteo real sobre el que se alza una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas definidas de conciencia intelectual. No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino su existencia social la que determina su conciencia.

Marx recalcó que el desarrollo de la vida material entrará en conflicto con la superestructura. Estas contradicciones, pensaba, eran la fuerza motriz de la historia. Como ejemplo de sus ideas, Marx habló principalmente del desarrollo del capitalismo a partir del feudalismo y predijo el desarrollo del socialismo a partir del capitalismo.

Las raíces político-económicas del marxismo[edit]

La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas políticos más conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, y los criticó. La economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Marx siguió a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de los ingresos en el capitalismo es el valor agregado por los trabajadores y no pagado en salarios. Esta teoría de la explotación la desarrolló en El capital, investigación “dialéctica” de las formas que adoptan las relaciones de valor.

El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente su primer capítulo, se encuentra el núcleo del análisis. Aquí es tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel, y reara vez se lee la obra tan cabalmente como lo pide Marx en su introducción. El método de presentación procede de los conceptos más abstractos, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de determinación y proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar, finalmente, a una explicación total de las relaciones concretas de la sociedad capitalista cotidiana. Se considera por lo general que esta investigación compromete a Marx con una suerte de teoría del valor de la mano de obra.

Marx criticó a Smith y Ricardo por no reparar en que sus conceptos económicos reflejaban instituciones específicamente capitalistas, no propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no se podían aplicar intactos a todas las sociedades. La teoría marxista de los ciclos económicos, la del crecimiento y desarrollo económico, especialmente en dos modelos sectoriales, y la de la caída en el índice de rendimiento o teoría de crisis, son otros elementos importantes de la economía marxista.

La impugnación liberal[edit]

Los de la escuela austriaca fueron los primeros economistas liberales en impugnar sistemáticamente la escuela marxista. Esto fue, en parte, una reacción a la Methodenstreit (controversia sobre la cuestión del método), cuando atacaron las doctrinas hegelianas de la escuela histórica. Aunque muchos autores marxistas han intentado presentar a la escuela austriaca como reacción burguesa a Marx, tal interpretación es insostenible: Carl Menger escribió sus Principios de economía casi al mismo tiempo que Marx completaba El capital. Los economistas austriacos fueron, no obstante, los primeros en enfrentarse directamente con el marxismo, ya que ambos trataban de asuntos como el dinero, el capital, los ciclos económicos y los procesos económicos. Eugen von Boehm-Bawerk escribió críticas extensas de Marx en los años 1880 y 1890, y varios marxistas prominentes —como Rudolf Hilferding— asistieron a su seminario en 1905-1906.

Análisis de clases[edit]

Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en dos clases sociales:

  • La clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta clase como «los individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes consideraba responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase). El proletariado puede dividirse, a su vez, en proletariado ordinario y lumpenproletariado, los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar trabajo lícito con regularidad. Éstos pueden ser prostitutas, mendigos o indigentes.
  • La burguesía: quienes «poseen los medios de producción» y emplean al proletariado. La burguesía puede dividirse, a su vez, en la burguesía muy rica y la pequeña burguesía: quienes emplean la mano de obra, pero que también trabajan. Éstos pueden ser pequeños propietarios, campesinos terratenientes o comerciantes.

Karl Marx desarrolló estas ideas para apoyar su defensa del socialismo y el comunismo. «Los filósofos solamente han interpretado el mundo de una manera diferente; lo importante es cambiarlo.» (Tesis XI sobre Feuerbach El comunismo sería una forma social en la que este sistema habría terminado y las clases trabajadoras serían las únicas beneficiarias de los «frutos de su trabajo».

Algunas de estas ideas las compartieron los anarquistas, aunque difirieron en sus creencias respecto al modo de acabar con la sociedad de clases. Los pensadores socialistas opinaron que la clase trabajadora debía apropiarse del Estado capitalista existente y convertirlo en un Estado revolucionario obrero que implantaría las estructuras democráticas necesarias para luego “marchitarse”. En el bando anarquista, gente como Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin afirmaron que el Estado era el problema, y que destruirlo debía ser el objetivo de toda actividad revolucionaria.

Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos han afirmado fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos particularmente importantes son los movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, la Unión Soviética y otros países del bloque oriental, Mao y otros revolucionarios en países agrarios en desarrollo. Estas luchas han agregado nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han transmutado tanto el marxismo que resulta difícil especificar el núcleo de éste.

Se acostumbra hablar de teoría marxiana cuando se hace referencia al estudio político cuyo análisis y entendimiento de las economías existentes (capitalistas, por lo general) se basa en la obra de Marx, pero que rechaza las predicciones más especulativas que hicieron Marx y sus seguidores respecto a las sociedades poscapitalistas.

Revoluciones y gobiernos marxistas[edit]

La Revolución de Octubre de 1917, encabezada por Vladímir Lenin y León Trotski fue el primer intento a gran escala de poner en práctica las ideas marxistas de un Estado obrero. Sin embargo, la contrarrevolución, la guerra civil, las intervenciones extranjeras y el fracaso de una revolución socialista en Alemania y en los otros países occidentales dio a Iósif Stalin la oportunidad de tomar el poder a la muerte de Lenin. Como lo predijeran Lenin, Trotski y otros desde los años 1920, el "socialismo en un solo país" de Stalin no pudo sostenerse solo, y según algunos críticos marxistas, la URSS dejó de mostrar las características de un Estado socialista mucho antes de su disolución formal.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la ideología marxista, a menudo con respaldo militar soviético, dio origen a partidos comunistas revolucionarios en todo el mundo. Algunos de estos partidos lograron a la postre tomar el poder y establecieron su propia versión del Estado marxista. Estas naciones comprendían a la República Popular China, Vietnam, Rumania, Alemania Oriental, Albania, Polonia, Camboya, Etiopía, Yemen del Sur y otros. En algunos casos, estas naciones no se llevaron bien. El ejemplo más notorio fue el cisma que ocurrió entre la Unión Soviética y China, cuyos dirigentes diferían respecto a ciertos elementos del marxismo y al modo de implantar el marxismo en la sociedad.

Muchas de estas naciones que se proclamaron marxistas (frecuentemente con el marbete de (repúblicas populares) acabaron por convertirse en Estados autoritarios, con economías estancadas. Esto dio pie a cierto debate sobre si estas naciones eran efectivamente dirigidas o no por "verdaderos marxistas". Los críticos del marxismo especularon que, quizás, la ideología marxista misma fuera la causa de los diversos problemas de estas naciones. Los seguidores de las corrientes dentro del marxismo que se opusieron a Stalin se agruparon principalmente en torno a Lev Trotski, tendieron a ubicar el fracaso en el plano del fracaso de la revolución mundial; para que el comunismo hubiera triunfado, alegan, éste tenía que abarcar todas las relaciones comerciales internacionales que antes había desarrollado el capitalismo.

En 1991, la Unión Soviética se vino abajo y el nuevo Estado ruso ya no se identificó con el marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino. Desde entonces, el marxismo o comunismo radical generalmente ha dejado de ser una fuerza política prominente en la política mundial y ha sido remplazada en general por versiones más moderadas del socialismo democrático.

Véase también:[edit]

Enlaces externos[edit]