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Biennio Rosso

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Se conoce como Biennio Rosso a una sucesión de eventos de los años de 1919-1920 en la historia de Italia, protagonizada principalmente por los consejos de fábrica. Se le llamó rojo debido a la masiva revuelta popular que se dio sobre todo en el norte de Italia. Estos consejos de fábrica se generalizan vertiginosamente por todo Turín constituyéndose en cada una de las fábricas de la ciudad.

Sucesos[edit]

Errico Malatesta, participante activo durante el Biennio Rosso

En agosto de 1920 hubo huelgas de ocupación de fábricas en Italia, como respuesta a las rebajas de los salarios y a los cierres patronales. Esta huelgas comenzaron en las fábricas de maquinaria y pronto se extendieron a los ferrocarriles, transportes por carretera, y otras industrias, y los campesinos tomaron la tierra. Los huelguistas, sin embargo, hicieron algo más que ocupar los puestos de trabajo, pusieron parte de ellos a régimen de autogestión. Muy pronto 500.000 huelguistas estaban trabajando, produciendo para ellos mismos. Errico Malatesta, que tomó parte en estos sucesos, escribió:

"los trabajadores pensaron que el momento estaba maduro para la toma de posesión de una vez para siempre de los medios de producción. Se armaron para su propia defensa ... y comenzaron a organizar la producción por su propia cuenta ... El derecho de propiedad fue de hecho abolido .. era un nuevo régimen, una nueva forma de vida social que hacía su entrada. Y el gobierno se echó a un lado al sentirse impotente para ofrecer oposición."[1]

Durante esta época la Union Sindicalista Italiana (USI) creció hasta llegar a casi un millón de miembros y la influencia de la Unión Anarquista Italiana (UAI) con sus 20.000 miembros creció en proporción. Según nos cuenta el reportero marxista galés Gwyn A. Williams:

"los anarquistas y los sindicalistas revolucionarios constituían el grupo más revolucionario ... El rasgo más saliente en la historia del anarquismo y sindicalismo en 1919-1920 fue el rápido crecimiento ... Los sindicalistas sobre todo captaron la opinión de la clase obrera militante que el movimiento socialista inútilmente trataba de captar.[2]

Daniel Guerin da un buen resumen de la extensión del movimiento:

"la dirección de las fábricas [...] se llevaba a cabo por medio de comités de trabajadores técnicos y administrativos. La autogestión llegó lejos [...] La autogestión emitió su propio dinero [...] Se requería estricta autodisciplina ... [y] una estrecha solidaridad se estableció entre las fábricas [...] [donde] las menas y el carbón se ponían en un fondo común y se repartían equitativamente"[3]

Sobre las fábricas ocupadas ondeaba "un bosque de banderas negras y rojas" puesto que "el consejo del movimiento de Turín era esencialmente anarcosindicalista"[4]. Los trabajadores ferroviarios se negaron a transportar tropas, los obreros se fueron a la huelga en contra de las consignas de las uniones reformistas y los campesinos ocuparon la tierra. Tales actividades eran "ya directamente guiadas o indirectamente inspiradas por los anarcosindicalistas"[5]

Final de las ocupaciones[edit]

No obstante, después de cuatro semanas de ocupación lxs trabajadores decidieron abandonar las fábricas. Esto fue debido a la actuación del partido socialista y de los sindicatos reformistas. Se opusieron al movimiento y negociaron con el estado por una vuelta a la "normalidad" a cambio de la promesa de aumentar legalmente el control por lxs trabajadores, en asociación con los jefes. Esta promesa no se mantuvo. La falta de organizaciones inter-fábrica independientes hizo que lxs obreros dependieran de los burócratas de las uniones para obtener información sobre lo que pasaba en otras ciudades, y usaron ese poder para aislar las fábricas y las ciudades entre sí. Esto desembocó en una vuelta al trabajo, "a pesar de la oposición de anarquistas individuales dispersados por todas las fábricas": Malatesta[6]. La confederación local de uniones sindicalistas no podía proporcionar la infraestructura necesaria para un movimiento de okupación totalmente coordinado, puesto que las uniones reformistas se negaban a colaborar con ellas; y aunque lxs anarquistas eran una minoría grande, era al fin y al cabo una minoría.

Despúes del Biennio Rosso[edit]

Este período de la historia italiana explica el crecimiento del fascismo en Italia. Como indica Tobias Abse:

"el auge del fascismo en Italia no puede desprenderse de los sucesos del biennio rosso, los dos años rojos de 1919 y 1920, que le precedieron. El fascismo fue prevención contrarevolucionaria [...] lanzado como resultado de la fracasada revolución"[7]

Durante la época de la ocupación de las fábricas Malatesta sostuvo que "Si no la llevamos hasta el final, pagaremos con lágrimas de sangre por el miedo que le hemos metido ahora a la burguesía"[8]. Sucesos posteriores lo confirmaron, cuando los capitalistas y los ricos terratenientes apoyaron a los fascistas para enseñar a la clase trabajadora cual era su lugar. Sin embargo, incluso en los más oscuros días del terror fascista, lxs anarquistas resistieron las fuerzas del totalitarismo. "No es casualidad que la más fuerte resistencia de la clase obrera al fascismo ocurrió en [...] los pueblos y ciudades en las que había una fuerte tradición anarquista, sindicalista o anarcosindicalista"[9]

Lxs anarquistas participaron, y a menudo organizaron, secciones del Arditi del Popolo, una organización obrera dedicada a la autodefensa de los intereses de lxs trabajadores. Los Arditi del Popolo organizaron y alentaron la resistencia obrera a las escuadras fascistas, derrotando a menudo superiores contingentes fascistas. Los Arditi fueron lo más cercano a la idea de un frente obrero unido, revolucionario contra el fascismo en Italia, como sugirió Malatesta y la UAI. Sin embargo, los partidos socialista y comunista se retiraron de la organización, los socialistas firmando un "Pacto de Pacificación" con los fascistas. Los líderes de los socialistas autoritarios prefirieron la derrota y el fascismo al riesgo de que sus seguidores se "infectaran" de anarquismo.

Inclusive después de la creación del estado fascista, lxs anarquistas opusieron resistencia dentro y fuera de Italia. Muchxs italianxs, anarquistas y no anarquistas, viajaron a España para resistir a Franco en 1936. Durante la segunda guerra mundial, lxs anarquistas jugaron un papel importante en el movimiento partisano italiano. El hecho de que el movimiento antifascista estaba dominado por elementos anticapitalistas llevó a los EEUU y al Reino Unido a colocar conocidos fascistas en posiciones gubernamentales en las localidades que "liberaban" (a menudo el pueblo ya había sido tomado por los partisanos, resultando que las tropas aliadas "liberaban" al pueblo ¡de sus propios habitantes!).

No es sorprendente que lxs anarquistas fuesen lxs más consistentes y triunfales opositores al fascismo. Los dos movimientos no podían estar más aparte, el uno por el estatismo total al servicio del capitalismo mientras que el otro estaba por una sociedad libre, no-capitalista. Ni tampoco sorprende que cuando sus privilegios y poder estaban en peligro, los capitalistas y los terratenientes se volvieran al fascismo a que los salvase. Este proceso es muy común en la historia (cuatro ejemplos, Italia, Alemania, España y Chile).

Véase También[edit]

Enlaces Externos[edit]

Referencias[edit]

  1. Errico Malatesta Vida e Ideas p.134.
  2. Gwyn A. Williams Proletarian Order, pp. 194-195.
  3. Daniel Guerin El Anarquismo, p.109.
  4. Williams, op. cit., p.241, p.193
  5. ibid., p. 193
  6. op. cit., p.136
  7. Tobias Abse "The Rise of Fascism in an Industrial City" p. 54, en Rethinking Italian Fascism, pp.52-81.
  8. Tobias Abse, Op. Cit., p.56
  9. Tobias Abse, Op. Cit., p.56

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