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zapatismo
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La entrada al Primer Mundo
En la vÃspera del año nuevo, en 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tomo entre otras las cabeceras municipales de San Cristóbal de Las Casas y Las Margaritas, en el estado mexicano de Chiapas.
El acto toma desprevenido al Gobierno federal y viene a constituirse en una bofetada a la conciencia de muchas y muchos, que ya daban casi por desaparecidos a los pueblos indÃgenas mexicanos ante la promesa de "entrar al Primer Mundo" por la puerta grande: la firma del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, también conocido como TLC entre Estado Unidos, México y Canadá.
Primera Declaración de la Selva Lacandona
Inicialmente (Primera Declaración de la Selva Lacandona), el grupo insurgente planteará el derrocamiento del entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, bajo la acusación de que en las elecciones de 1988 usurpó el puesto de primer mandatario tras un fraude electoral de enormes proporciones, mismo que impidió a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato del opositor Frente Democrático Nacional (FDN), llegar a la Presidencia de la República.
Pronto, los insurgentes, a través de su vocero, el Subcomandante Insurgente Marcos, dejarán de lado su discurso inicial, con mucho de marxista-leninista, para retomar los temas esenciales del paÃs y el mundo con un sentido del humor y cierta inclinación a la poesÃa un tanto inusitados para un grupo armado. Comunicados como "¿De qué nos van a perdonar?" o "Chiapas; el sureste en dos vientos, una tormenta y una profecÃa", aderezarán el discurso polÃtico zapatista con el tono sarcástico y a la vez crudo que le caracterizará.
"Bienvenido a San Cristóbal de las Casas 'Ciudad Colonial' dicen los coletos, pero la mayorÃa de la población es indÃgena. Bienvenido al gran mercado que Pronasol embellece. Aquà todo se compra y se vende, menos la dignidad indÃgena. Aquà todo es caro, menos la muerte. Pero no se detenga, siga adelante por la carretera, enorgullézcase de la infraestructura turÃstica: en 1988 en el estado habÃa 6 mil 270 habitaciones de hotel, 139 restaurantes y 42 agencias de viaje; ese año entraron un millón 58 mil 98 turistas y dejaron 250 mil millones de pesos en manos de hoteleros y restauranteros [...] ¿Hizo la cuenta? ¿SÃ? Es correcto: hay unas siete habitaciones por cada mil turistas, mientras que hay 0.3 camas de hospital para cada mil chiapanecos. Bueno, deje usted las cuentas y siga adelante, libre con cuidado esas tres hileras de policÃas que, con boinas pintas, trotan por la orilla de la carretera, pase usted por el cuartel de la Seguridad Pública y siga por entre hoteles, restaurantes y grandes comercios, enfile a la salida para Comitán. Saliendo de la 'olla' de San Cristóbal y por la misma carretera verá las famosas grutas de San Cristóbal, rodeadas de frondosos bosques ¿Ve usted ese letrero?. No, no se equivoca, este parque natural es administrado por... ¡el ejército! Sin salir de su desconcierto siga adelante... ¿Ve usted? Modernos edificios, buenas casas, calles pavimentadas... ¿Una universidad? ¿Una colonia para trabajadores? No, mire bien el letrero a un lado de los cañones, y lea: 'Cuartel General de la 31 Zona Militar'. .
Bienvenidos a bordo
AsÃ, el discurso zapatista se poblarÃa lo mismo de citas y alusiones a escritores como León Felipe, Federico GarcÃa Lorca, Paul Valéry, Miguel de Cervantes, Bertolt Brecht, Sor Juana Inés de la Cruz, Eduardo Galeano, William Shakespeare, Manuel Vázquez Montalbán, entre otros, que de poesÃa, en verso o prosa, que recuerda a libros como el Chilam Balam o el Popol Vuh.
Pero no sólo, mensajes, ensayos, cartas y comunicados darán cuenta de argumentaciones polÃticas, demográficas, culturales, filosóficas, económicas, etcétera, para develar lo que de complejo tienen fenómenos como la guerra de baja intensidad y la militarización, el neoliberalismo y la globalización, los derechos colectivos de los pueblos indÃgenas y particulares de las mujeres, la autonomÃa y la resistencia, la dignidad y la rebeldÃa.
De entre ellos, uno, el mensaje polÃtico que Marcos leyera al pleno de la Convención Nacional Democrática, como resultado de la convocatoria que el EZLN hiciera a la sociedad civil progresista en la Segunda Declaración de la Selva Lacandona, estará, a decir de analistas en contra y a favor del zapatismo, entre los más lúcidos ejemplos del pensamiento zapatista.
"... Y antes de Aguascalientes ellos dijeron que era una locura, que nadie podÃa, desde el lÃmite que marcan fusiles y pasamontañas, tener éxito en convocar a una reunión nacional en vÃsperas electorales [...] dijeron que las insalvables diferencias que nos fragmentan y enfrentan unos contra otros, nos impedirÃan voltear hacia un mismo punto, el omnipotente partido de Estado y las obviedades que a su alrededor se potencian: el presidencialismo, el sacrificio de la libertad y la democracia en aras de la estabilidad y la bonanza económica, el fraude y la corrupción como idiosincracia nacional, la justicia prostituida en limosnas, la desesperanza y el conformismo elevados al estatus de doctrina de seguridad nacional.... Y antes de Aguascalientes ellos dijeron que no habÃa que oponerse a la celebración de la Convención Nacional Democrática, que abortarÃa por sà sola, que no valÃa la pena sabotearla abiertamente, que era preferible que reventara desde adentro, que se viera en México y en el mundo que la inconformidad era incapaz de ponerse de acuerdo entre sÃ, que por lo tanto serÃa incapaz de ofrecer al paÃs un proyecto de nación mejor que el que la revolución institucionalizada y estabilizada nos regalaba -junto al orgullo de tener ya 24 próceres de la patria internacional del dinero- a todos los mexicanos. A eso apuestan, a eso, por eso dejaron correr la convocatoria, por eso no impidieron que ustedes llegaran hasta acá; el previsible fracaso de la Convención Nacional Democrática, dicen, no debe ser atribuido al poderoso; que sea evidente que el débil lo es porque es incapaz de dejar de serlo: es débil porque lo merece, es débil porque lo desea.
Y antes de Aguascalientes nosotros dijimos que sÃ, que era una locura, que desde el horizonte que abren fusiles y pasamontañas, sà se podÃa convocar a una reunión nacional en vÃsperas electorales y tener éxito. ¿Quieren un espejo?".
Por la Humanidad y contra el Neoliberalismo
El zapatismo pronto se convirtió en puente y espejo para caminar o mirar, según fuera el caso, entre la teorÃa y la praxis revolucionaria de un siglo 21 supuestamente posmoderno, donde el Neoliberalismo como fundamento ideológico del Capitalismo llevaba las contradicciones de éste a todos los terrenos que tocaba, provocando paradojas como la necesidad, por un lado, de un Estado-nación condenado a desaparecer o por lo menos a quedar reducido a su mÃnima expresión y, por el otro, a ser garante, en su doble figura de guardián y gerente, de que los desposeÃdos no impidan la acumulación de riquezas por parte de los poderosos. A ello, el zapatismo responde con otra paradoja que parece aún más difÃcil de comprender: la de un ejército conformado por hombres y mujeres que se hicieron soldados para que un dÃa, no muy lejano, ya no sean necesarios los soldados.
De esta manera, desparpajo, rebeldÃa, sensibilidad, conocimiento de causa, información, medios masivos de comunicación, defensa por la tierra, autonomÃa, paz, muerte, baile, vendrán a convertirse en elementos de un pensamiento de izquierda y anticapitalista, por la humanidad y contra el neoliberalismo. "Un mundo donde quepan muchos mundos"; pero, además, donde quien mande "mande obedeciendo".
"Es razón y voluntad de los hombres y mujeres buenos buscar y encontrar la manera mejor de gobernar y gobernarse, lo que es bueno para los más para todos es bueno. Pero que no se acallen las voces de los menos, sino que sigan en su lugar, esperando que el pensamiento y el corazón se hagan común en lo que es voluntad de los más y parecer de los menos, asà los pueblos de los hombres y mujeres verdaderos crecen hacia dentro y se hacen grandes y no hay fuerza de fuera que los rompa o lleve sus pasos a otros caminos.Fue nuestro camino siempre que la voluntad de los más se hiciera común en el corazón de hombres y mujeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria el camino en el que debÃa andar el paso del que mandaba. Si se apartaba su andar de lo que era razón de la gente, el corazón que mandaba debÃa cambiar por otro que obedeciera. Asà nació nuestra fuerza en la montaña, el que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazón común de los hombres y mujeres verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que este gobierno se nombrara, y esa palabra nombró `democracia' este camino nuestro que andaba desde antes que caminaran las palabras.
Los que en la noche andan hablaron: 'Y vemos que este camino de gobierno que nombramos no es ya camino para los más, vemos que son los menos los que ahora mandan, y mandan sin obedecer, mandan mandando. Y entre los menos se pasan el poder del mando, sin escuchar a los más, mandan mandando los menos, sin obedecer el mando de los más. Sin razón mandan los menos, la palabra que viene de lejos dice que mandan sin democracia, sin mando del pueblo, y vemos que esta sinrazón de los que mandan mandando es la que conduce el andar de nuestro dolor y la que alimenta la pena de nuestros muertos. Y vemos que los que mandan mandando deben irse lejos para que haya otra vez razón y verdad en nuestro suelo. Y vemos que hay que cambiar y que manden los que mandan obedeciendo, y vemos que esa palabra que viene de lejos para nombrar la razón de gobierno, de `democracia', es buena para los más y para los menos."
Los Acuerdos de San Andrés
Luego vendrÃa la ofensiva del Gobierno federal, que iniciarÃa en febrero de 1995 con la liberación de órdenes de aprehensión a quienes supuestamente eran la dirigencia del EZLN: Fernando Yáñez, Gloria Benavides, Javier Elorriaga, etcétera. El entonces presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, mostrará en red nacional unas fotografÃas de un tal Rafael Sebastián Guillén Vicente, quien a decir de los asesores estadounidenses del gobierno mexicano, era ni más ni menos que Marcos.
La persecusión y el arresto a la supuesta dirigencia zapatista llamó de nuevo a la sociedad civil a que se volcara a las calles. La ofensiva se detendrÃa por un instante para, en medio de una tregua, dar paso a las Mesas de San Miguel, que luego mudarÃan de sede al municipio de San Andrés, Larráinzar para el gobierno, Sacam'chen para los rebeldes.
DarÃa comienzo asà uno de los ejercicios más democráticos que se tenga memoria en la historia reciente de México. Gobierno y EZLN construirÃan entre estires y aflojes, pero de cara a la sociedad, las propuestas que luego tendrÃan que verse convertidas en acuerdos para firmar la paz. Para ello, tanto los delegados gubernamentales como los zapatistas se harÃan acompañar de asesores expertos para cada uno de los temas en las mesas. La primera de ellas: Cultura y Derechos de los Pueblos IndÃgenas.
Sin embargo, a pesar de que las mesas continuaban y que los insurgentes seguÃan fiel a su palabra empeñada de no romper unilateralmente el cerco militar, el gobierno encabezado zedillista apostó por una estrategia de contrainsurgencia que mantenÃa vigente la persecusión a los supuestos cabecillas, al tiempo que echaba mano de grupos paramilitares.
LlegarÃa 1996 y con él, por una parte, en enero, la (Cuarta Declaración de la Selva Lacandona), donde el EZLN convocaba a la formación de una organización polÃtica civil y pacÃfica que no luchara por el poder y se empeñara en la construcción de una nueva forma de hacer polÃtica: el FZLN; y, por otra, en febrero, la firma de los acuerdos de la primera de seis mesas: los Acuerdos de San Andrés.
En ellos se hacÃa un reconocimiento real de la composición pluriétnica de la Nación mexicana, al definir de acuerdo con la legislación internacional qué son los pueblos indÃgenas; lo que por consiguiente obligaba al gobierno a establecer una nueva relación, no nada más con los pueblos indÃgenas, sino con el resto de la sociedad.
En lo que a la relación con los pueblos indÃgenas tocaba, los Acuerdos de San Andrés establecÃan cinco principios básicos que la normaban: libre determinación y autonomÃa, participación, pluralismo, sustentabilidad e integralidad. La propuesta de ley significarÃa, además, el reconociendo constitucional a las comunidades y pueblos indÃgenas como entidades de derecho público, brindando la posibilidad de que por primera vez en la historia del llamado México Independiente los pueblos indÃgenas pudieran elegir libre y democráticamente a sus representantes, como lo venÃan haciendo, más o menos, otros sectores de la población.
Pero nada de esto se vio cumplido. El entonces secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, luego de haber dado instrucciones como encargado de la polÃtica interior de que la delegación gubernamental firmara los Acuerdos, se retractarÃa de lo suscrito, tras lo que pareció una consulta del presidente Zedillo a los jefes de Estado español y estadounidense, pues por esas fechas se habrÃa entrevistado con ambos, en espacios y tiempos distintos.
El Ejecutivo presentó entonces una propuesta de reforma constitucional que en nada o en muy poco recogÃa lo signado entre las partes, y con ello terminarÃa por mandar prácticamente al basurero la posibilidad de una paz digna. La cereza en el pastel la pondrÃa en diciembre de ese mismo año uno de los grupos paramilitares que, subvencionados a través de secretarÃas de Estado y entrenados por el Ejército federal, atacarÃan a un conjunto de hombres, mujeres, ancianos y niños que rezaban en ayuno por la paz en una pequeña capilla de madera, en Acteal, muncipio de Chenalhó, Chiapas.
Por el número de vÃctimas y sus edades, pero también por las caracterÃsticas del crimen: al más puro estilo de los grupos de kaibiles entrenados por militares estadounidenses en su guerra de intervención en El Salvador; la matanza de Acteal obligó una vez más a que la sociedad civil progresista saliera a las calles.
Si el zapatismo necesitaba una prueba para calarse en cuanto a fidelidad y compromiso de la palabra empeñada, sin duda alguna esa prueba lo significó Acteal. Desde agosto de 1994, el EZLN habÃa dado su palabra a la sociedad civil en el marco de la Convención Nacional Democrática de no iniciar las hostilidades con el Ejército federal, a quien le habÃa declarado la guerra en su primera declaración de la selva. A cambio, la sociedad civil harÃa todo lo que estuviera de su parte para la construcción de una nación verdaderamente democrática. No sólo no sucedió asÃ, sino que el EZLN aguantó (y lo sigue haciendo) todos y cada uno de los embates que inscritos en una lógica de guerra de baja intensidad orquestaron los gobiernos neoliberales priÃstas.