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El Pan Cubano[edit]

por Victor Ramallo el Sábado, 05 de junio de 2010 a las 9:53.

Me asombró el titular en el Diario Victoria: “Aquí al que no esté de acuerdo, lo mandan al manicomio”. Por primera vez en tantos años de dominio sobre la mente de la mayoría (en esto consiste la “democracia” del Régimen), la gente se siente “insegura”; ya nadie, ni siquiera los viejos que hacen mandados en las bodegas, podría profetizar sobre el día de mañana; “aquí no se sabe nada de nada”, era el comentario que circulaba por la calle entre los bloques de edificios de arquitectura yugoslava, levantados en medio de un verano terrible. Vivimos en los días de la caída del Régimen. La dieta era la obra de un monarca absoluto establecido en el trono por el poder del as armas y de la astucia. No es el día específico de su derrumbamiento, porque los gobiernos totalitarios nunca, aun en su propio derrumbe, son exactos. Por eso en la isla del Pan Cubano se respira un calmante dictatorial a través de la carne, los huesos, el pollo y los programas de televisión de una sociedad justa desarrollándose y creciendo a pesar de la guerra sostenida cincuenta y tantos años contra el “capitalismo monopolista”. El Pan Cubano es un tipo de estos que están en Pro y en contra de todas las banderas; una especie de héroe y traidor al mismo tiempo; ese residuo del hombre nuevo forjado por el Régimen para llevar a cabo las tareas de la producción y la defensa. A veces su patria era una noche en La Tropical; unas rojas, otras amarillas. Su bandera es el propio viento que sopla y hace flamear hacia uno y otro lado las banderas. Estamos al corriente, porque algo debimos atrapar de su materia: él pretende haber encontrado la dicha. Proveniente –no intento ser peyorativo- de una familia humilde de obreros y campesinos; nacido bajo el Sistema, hijo legítimo del Régimen; favorecido con la ascensión al poder de un extraño nivel de jerarquías: “la igualdad de todos los panes”, como una especie de caricatura de la verdadera igualdad de derechos de todos los hombres. Loas, discursos, himnos, etc., inspirados en este “beneficio inalienable”, constituían la eucaristía de la “dieta”: “Pan pa’ quí, pan pa’ llá…” Hijo de la tierra, pretendía ser a duras penas, el ejemplo extraordinario de individuo libre, culto y comunista a la vez. Conspiraba, no por conspirar o por alguna causa, sino porque aquí somos conspiradores ingénitos. Y aunque a muchos les parezca raro –sobre todo a esa parte hipersensible del mundo conformada por personas que protestan al más mínimo rozamiento con las estrategias políticas sobrehumanas y supraeconómicas-, es posible ser persona y vivir así; es posible ser héroe y traidor al mismo tiempo, como el rebelde católico irlandés Fergus Kilpatrick. El Pan Cubano –hablando en términos de métodos pacíficos para las Perestroikas-, es un objeto superior a Kilpatrick: nunca contribuyó en la rebelión que intenta derrocar al Régimen, como pueden ser aplastadas nuestras blancas mariposas. Desde la Primavera Negra, El Pan Cubano olvidó la memoria y el sentido de las palabras “independencia” y “libertad”. Vive ausente (el rasgo de superioridad genética) a estas conjeturas. El es el héroe anónimo de un sinfín de batallas: La Zafra, La Marcha de las Antorchas, Las Marchas de Repudio en apoyo de la dieta, los CDR, La Rectificación de Errores, La Gran Batalla de Ideas. Es asimismo el ingrato que día a día madura la idea de abandonar las filas del PCC para irse a vivir al Capitalismo. Me señala con el dedo porque sabe que no estoy de acuerdo…Vive en los bajos de mi casa. Es hombre o mujer (en cuestiones referentes a la dieta, el sexo y la edad no importan). Practica la “paciencia” y la doble moral. Se cree patriota, revolucionario, disidente, marxista y compañero. Lleva a cabalidad una inmensa lista diaria de deberes por cumplir; profesa firmemente un único derecho suficiente: el derecho a la alimentación, como los cerdos, los cuales aclaman y poseen este “derecho”; quizá tengamos lo que nos merecemos… El lugar donde duerme, come y vive el Pan Cubano está sucio y deprimente. Se ha convertido en una casa de locos. Pero “cuando el río suena, piedras trae”, y el titular del Diario Victoria, sólo el titular, el artículo es un mero juego de palabras: “Todos merecen lo mismo; todos somos iguales…”; sólo el titular era preciso: “Aquí al que no esté conforme con la ‘dieta’ lo mandan para el manicomio”. Lo leí en el Diario entre líneas… Aquí lo tratan a mordidas y a patadas como a un loco que no se da cuenta de lo mucho y lo poco que el Sistema ha hecho por él. Ayer el Pan Cubano fue internado víctima de una locura: convocar a los vecinos y a cuantos pasaron por la cuadra a una cita con la Tierra. Hoy muere de un infarto masivo, presa de la dieta. El titular del Diario rezaba literalmente: “Está loco quien no vea los beneficios de la Revolución Socialista”. En el epitafio, tallado sobre el puro mármol de los adioses*, se lee esta inscripción: “Aquí yace dormido el Pan Cubano, quien vivió únicamente para servir a la patria de sus sueños”.

  • JLL

Víctor Ramallo Meneses Abril, 16 2003, Isla de Pinos.