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Poder Popular
Conocido de varias maneras también: Poder del pueblo, voluntad del pueblo (para los marxistas), autogobierno, democracia directa (para los anarquistas), democracia participativa, gobierno para el pueblo (para el neoliberalismo, capitalismo y sistemas demoliberales) etc.
Se entiendo como poder popular al poder del pueblo organizado, en las más diversas y disÃmiles formas de participación, para la toma de decisiones en todos sus ámbitos (polÃtico, económico, social, ambiental, organizativo, internacional y otros) para el ejercicio pleno de la soberanÃa del pueblo.
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Poder Popular para los Marxistas y Socialistas[edit]
El Poder Popular es una propuesta dialéctica, en la que se deben transferir las funciones de planificación, presupuesto, toma de decisiones, ejecución y control en las que sólo vienen participando los poderes del estado burgués, transfiriéndole a toda la sociedad el conocimiento de cada una de estas funciones. Cambiando asà el régimen de democracia representativa, en un régimen de democracia participativa y protagónica, en procura de la sociedad socialista, donde las instituciones del nuevo Estado Socialista se transformen otorgando todo el poder para el pueblo.
El concepto de Poder Popular surge de la visión del modelo de poder para la construcción del sistema socialista, basado en la concepción democrática constitucionalista que afirma que: "la soberanÃa reside intransferiblemente en el pueblo, del cual dimana todo el Poder Popular". De lo cual se desprende que en el Poder Popular se sustentan todas las formas de organización democrática del Estado, del Poder Público y de la Sociedad, siendo todas éstas en la democracia socialista fieles depositarias de la soberanÃa popular y estando por lo tanto obligadas a la rendición de cuentas al pueblo soberano.
En este sentido el Poder Popular se ejerce y expresa legÃtimamente a través de todos los medios organizados de participación ciudadana y protagonismo polÃtico; su ejercicio es directo en las Asambleas y Órganos (Consejos) del Poder Popular, e indirecto a través del sufragio, tanto para la elección de representantes a las distintas instancias del poder popular (poderes públicos), como para la toma de decisiones trascendentales en los diversos tipos de referéndum disponibles en cada legislación nacional.
CrÃticas al poder popular socialista[edit]
Para nosotros los anarquistas, es imposible e incoherente hablar de poder popular mientras existan clases sociales, y consecuentemente, instituciones y estados. Para los socialistas (marxistas), el estado existe por la voluntad del pueblo, pero para que esta "voluntad del pueblo" sea total, ellos deben acabar con toda forma de oposición o por lo menos dejarla en su estado minimo y perseguirla (caso Venezuela, donde el gobierno socialista persigue al anarquismo).
Mientras existen por lo menos dos clases (la clase politica: gobernante, y la clase social: gobernada), eso sera suficiente para que la represión y el poder politico en manos de pocos siga existiendo. Para nadie es un secreto, que muchos de estos gobiernos de "poder popular" y "voluntad del pueblo", tienden a ser dictaduras (China, URSS) y hasta autocracias (URSS estalinista, Venezuela y su ley habilitante), por tanto, para nuestra ideologia acrata, el poder popular solo se construira cuando el poder no resida en gobiernos ni estados, sino en el pueblo mismo, organizado de abajo hacia arriba y de forma horizontal.
Anarquismo y Poder Popular[edit]
“Organizar las fuerzas del pueblo para realizar la revolución es el único fin de aquellos que desean sinceramente la libertadâ€
Mijail Bakunin
“Favorecer las organizaciones populares de todos los tipos es la consecuencia lógica de nuestras ideas fundamentales y, por eso, deberÃa ser parte integral de nuestro programaâ€
Errico Malatesta
En principio asociar anarquismo y poder, tener la osadÃa de incluirlos en el mismo tÃtulo, parece una contradicción irresoluble o una broma de mal gusto contra todo luchador o luchadora de la libertad. Esto, porque el poder es usualmente sinónimo de dominio y el anarquismo sociopolÃtico, aquel que aboga por una sociedad sin gobierno, rechaza toda forma de autoridad, toda imposición de la voluntad propia sobre la de los otros. Sin embargo, ¿debe el poder ser entendido únicamente como una imposición autoritaria, como un “poder sobreâ€? ¿No se puede comprender el poder de otra forma, es decir, como un “poder-hacer colectivoâ€, un “poder-construir en conjuntoâ€?
Son los de arriba, aquellos que mandan, los que nos han hecho creer que el poder es un “objeto†del cual ellos tienen posesión, una “cosa†despegada de las relaciones sociales, un aparato trascendente de sujeción. Pero, en cambio, nosotros y nosotras, los y las de abajo, concebimos el poder de otra forma: no como una “cosaâ€, sino como una “relaciónâ€, como un poder social alternativo y liberador. AsÃ, nuestro poder es principalmente una capacidad colectiva de imaginar y de crear en el aquà y ahora una nueva sociedad.
Ahora, para que este poder colectivo sea popular, el agente no puede ser otro que el pueblo, ese sujeto plural que se define por la reunión de las clases subalternas, de los marginales, de los desposeÃdos, de los excluidos. Este pueblo no es uno, sino que es múltiple, es una diversidad de aspiraciones, de formas y proyectos de vida, de luchas y resistencias. Además este pueblo no está definido de antemano, no es el resultado fijo de una fórmula económica, sino que está siempre en proceso de constitución y que sólo se reconoce como clase subalterna en el transcurso de su propia emancipación.
Es este pueblo plural, creado en la misma lucha, el que construye aquel poder colectivo que establece nuevas relaciones sociales, que instituye diferentes hábitos y costumbres, que instaura diversos modos de ser.
AsÃ, el poder popular pone en marcha un nuevo retos, un nuevo hábitat, una configuración alternativa de sentidos, significados, lenguajes, valores, normas y estructuras compartidas. En pocas palabras, este poder colectivo crea otro mundo posible, un mundo distinto que se enfrenta al que ya conocemos, al mundo de la mercancÃa y del dominio que genera miseria, exclusión, privilegios, discriminación, muerte.
Por eso el poder popular es una praxis que en la misma medida en que va transformando los lugares de vida de las personas crea un bloque contrahegemónico, un bloque que entra en confrontación directa con el orden imperante. Como proceso, el poder popular sabe que el camino es largo, pero tiene la fortuna de estar creando una nueva sociedad con cada conquista del pueblo.
El poder popular es sobre todo potencia, porque anticipa el mundo futuro, porque en el presente manifiesta lo que está por venir. De esta forma va creando en el dÃa a dÃa espacios de libertad, de solidaridad, de igualdad y horizontalidad. Esto último es muy importante, ya que de nada sirve construir una sociedad libre utilizando medios opresivos, jerárquicos y discriminadores. La nueva sociedad debe construirse, entonces, por medios horizontales, participativos e incluyentes. Pero, además, reconociendo las diferencias, teniendo en cuenta que cada persona alza su voz desde su perspectiva particular.
Ahora bien, si el poder popular no es sinónimo de dominio, sino de la creación de una sociedad alternativa diversa, horizontal y libre, ¿no van de la mano anarquismo y poder popular? ¿No tiene como objetivo el anarquismo la creación de un nuevo lugar donde se logre la abolición de todo privilegio económico, polÃtico, social? ¿No busca el anarquismo una sociedad libre e igualitaria que se vaya construyendo aquà y ahora?
En efecto, el anarquismo que quiere socializar los medios de producción, también quiere socializar el poder y evitar que éste se convierta en el privilegio de unos pocos. Por eso este movimiento también construye un poder colectivo que surge de las relaciones sociales libres y que sólo se concibe en horizontalidad y diversidad. Además, como no se cansaban de repetirlo Malatesta y Bakunin, el anarquismo debe tener los oÃdos bien abiertos al pueblo, el anarquismo debe surgir desde los oprimidos, desde los explotados, desde los olvidados.
Siendo asÃ, para que el anarquismo sea tal, debe brotar desde la base. Es desde abajo que se construye la nueva sociedad, evitando el centralismo, el mando, la burocracia. Por eso el anarquismo edifica desde la horizontalidad, desde la asamblea, desde la acción directa. Este movimiento prefigura en el presente la sociedad alternativa y es por esta razón que la autogestión libertaria no es más que la organización anticapitalista y antijerárquica de la comunidad concreta; es la planeación y gestión directa que el pueblo hace de su economÃa, de su polÃtica, de su cultura, de su vida en común.
En otras palabras, la autogestión anarquista construye poder popular creando espacios alternativos de vida colectiva, lugares materiales y virtuales que escapan al control del capitalismo y de la autoridad. Siendo asÃ, asociar poder popular y anarquismo no es una contradicción ni una broma de mal gusto, sino un desafÃo rebelde, un llamado a la acción.