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F.0 - Introducción

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Cualquiera que haya seguido discusiones políticas a través de la red se habrá encontrado probablemente con gente que se dice "libertaria"[1] , pero que debate desde una perspectiva derechista y procapitalista. Para la mayoría de las personas fuera de Norteamérica, esto resulta extraño ya que el término "libertario" es casi siempre utilizado junto a "socialismo" o "comunismo" (particularmente en Europa y, debería enfatizarse esto, históricamente en América). En los Estados Unidos, sin embargo, la derecha ha logrado un éxito parcial en apropiarse del término "libertario" para sí. Aún más extraño es que algunos de estos derechistas hayan empezado a decirse "anarquistas", en lo que debe ser uno de los más claros ejemplos de oxímoron de la lengua inglesa: ¡¡¡"Anarco-capitalista"!!!

Rara vez se obtiene recompensa por discutir con imbéciles, pero permitir que su imbecilidad permanezca sin rebatir implica el riesgo de que puedan engañar a aquellos que son nuevos en el anarquismo. Para eso está esta sección del FAQ, para mostrar por qué las proclamas de estos capitalistas "anarquistas" son falaces. El anarquismo siempre ha sido anticapitalista y cualquier "anarquismo" que se diga lo contrario no puede pertenecer a la tradición libertaria. Es importante remarcar que la oposición anarquista a los autodenominados "anarquistas" capitalistas no refleja un debate dentro del anarquismo, como a muchos de estos tipos les gusta afirmar, sino un debate entre el anarquismo y su viejo enemigo, el capitalismo. En muchos aspectos este debate es reflejo del mantenido entre Pedro Kropotkin y Herbert Spencer (un capitalista inglés minarquista) a finales del siglo XIX y, como tal, tiene muy poco de novedoso.

En aquel tiempo, gentes como Spencer solían calificarse a sí mismos de "liberales" mientras que, como señaló Bookchin, "libertario" era "un término creado por anarquistas europeos decimonónicos, no por propietarios derechistas de la América contemporánea..." [The Ecology of Freedom, p. 57] David Goodway concuerda, afirmando que la palabra "libertario" ha sido "frecuentemente empleada por anarquistas" como nombre alternativo de nuestra política durante más de un siglo. Sin embargo, la "situación se ha complicado enormemente durante las últimas décadas con el crecimiento de... una filosofía laissez-faire de extrema derecha... y la adopción por parte de sus acólitos de las palabras "libertario" y "libertarianismo". Por consiguiente, a día de hoy se ha hecho necesario distinguir entre su libertarianismo de derechas y el libertarianismo de izquierdas propio de la tradición anarquista." [Anarchist Seeds Beneath the Snow, p. 4] Esta apropiación del término "libertario" por parte de la derecha no sólo ha traído confusión, sino también protestas en la medida en que los anarquistas han tratado de señalar lo obvio, esto es, que al capitalismo le son propias relaciones sociales autoritarias y por lo tanto existen buenas razones para que el anarquismo sea una teoría y un movimiento sociopolítico anticapitalista. Que una minoría de los "libertarios" de derechas hayan intentado apropiarse también del término "anarquista" para describir sus políticas autoritarias es algo a lo que casi todos los anarquistas se oponen y rechazan.

Que una vasta mayoría de anarquistas rechace la noción de “anarco”-capitalismo como una forma de anarquismo es un hecho inconveniente para sus defensores. En lugar de aludir a esto, generalmente señalan el hecho de que algunos académicos afirman que el “anarco”-capitalismo es una forma de anarquismo y lo incluyen en sus concepciones de nuestro movimiento e ideas. Que algunos académicos hacen esto es cierto, pero irrelevante. Lo que cuenta es lo que los anarquistas entienden por anarquismo. Situar las opiniones de los académicos por encima de las de los anarquistas implica que los anarquistas no saben nada sobre anarquismo, que no entendemos realmente las ideas que propugnamos ¡pero que los académicos sí lo hacen! Ésta es la implicación. Como tal el casi universal rechazo del “anarco”-capitalismo como forma de anarquismo es significativo dentro de círculos anarquistas. No obstante, podría aducirse que dado que unos pocos anarquistas (generalmente individualistas, aunque no siempre) sí que admiten el “anarco”-capitalismo como parte de nuestro movimiento, esta (muy pequeña) minoría muestra que la mayoría es “sectaria”. De nuevo, esto no es convincente por cuanto en todo movimiento habrá individuos que mantengan posiciones rechazadas por la mayoría y que sean, en ocasiones, incompatibles con los principios básicos del movimiento (el sexismo y el racismo de Proudhon son ejemplos obvios). Igualmente, dado que anarquistas y “anarco”-capitalistas tienen sustancialmente análisis y metas diferentes es a duras penas “sectario” señalar esto (ser “sectario” en política significa priorizar diferencias y rivalidades con grupos políticamente cercanos).

Algunos académicos sí que señalan la diferencia. Por ejemplo, Jeremy Jennings, en su excelente mirada general sobre la teoría y la historia anarquista, arguye que es “duro no concluir que estas ideas [el “anarco”-capitalismo] – profundamente enraizadas en el liberalismo clásico – son descritas como anarquistas sólo sobre la base de una incomprensión de qué es el anarquismo. [“Anarchism”, Contemporary Political Ideologies, Roger Eatwell y Anthony Wright (eds.), p. 142] Barbara Goodwin alcanza una conclusión similar, denotando que de los “anarco”-capitalistas el “verdadero lugar está con los libertarianos de derechas” y no con el anarquismo porque “mientras que condenan absolutamente la coerción del Estado, admiten tácitamente la coerción económica e interpersonal que prevalecería en una sociedad totalmente laissez-faire. La mayoría de los anarquistas comparten el ideal igualitario de los socialistas: los anarco-capitalistas aborrecen por igual la igualdad y el socialismo.” [Using Political Ideas, p. 138]

Desgraciadamente, éstos parecen ser la minoría en círculos académicos, ya que la mayoría son felices asumiendo la ideología “libertariana” de derechas como una subclase del anarquismo a pesar de tener ambas tan poco en común. Su inclusión parece derivar del hecho de que los “anarco”-capitalistas se llaman a sí mismos anarquistas y los académicos dan esto por válido. Como apunta un anarquista, tener una “definición completamente maleable del anarquismo permite a cualquier persona o a cualquier cosa ser descrita como tal, no importa cuán autoritaria o antisocial sea.” [Benjamin Franks, Mortal Combat, pp. 4-6, A Touch of Class, número 1, p. 5]. Además, dado que muchos académicos se aproximan al anarquismo a través de lo que podría llamarse una metodología de la “definición de diccionario”, en lugar de hacerlo como movimiento político, existe una tendencia a tomar en serio las proclamas “anarco”-capitalistas. En este sentido, es útil acentuar el hecho de que el anarquismo es un movimiento social con una historia larga, y si bien sus adherentes han mantenido posturas divergentes, nunca se ha limitado a la simple oposición al Estado (lo que sería la definición de diccionario).

El argumento “anarco”-capitalista de que éste es una forma de anarquismo se aferra al uso de la definición de diccionario de “anarquismo” y/o “anarquía”. Intentan definir el anarquismo como “oposición al gobierno”, y nada más. Por supuesto, muchos (si no la mayoría) diccionarios “definen” la anarquía como “caos” o “desorden”, ¡pero nunca vemos a los “anarco”-capitalistas usando esas definiciones en particular! Más aún, y esto no debería hacer falta decirlo, los diccionarios rara vez son sofisticados políticamente, y sus definiciones muy pocas veces reflejan el amplio abanico de ideas asociadas a las teorías políticas y su historia. Por este motivo la “definición” de diccionario del anarquismo tenderá a ignorar sus firmes posicionamientos sobre la autoridad, la explotación, la propiedad y el capitalismo (ideas muy fáciles de descubrir si se leen textos realmente anarquistas). Y para que esta estrategia funcione, gran cantidad de historia e ideas “inconvenientes” de todas las ramas del anarquismo deben ser ignoradas. Desde individualistas como Tucker hasta comunistas como Kropotkin, y la consideración del anarquismo como parte del amplio movimiento socialista. Por lo tanto, los “anarco”-capitalistas no son anarquistas de la misma manera que la lluvia no está seca.

Es significativo que el inventor del término “anarco”-capitalismo, Murray Rothbard, no tuvo ningún impacto sobre el movimiento anarquista, ni tan siquiera en Norteamérica. Su influencia, y esto no sorprende, se limitó a la derecha, particularmente a los círculos autodenominados “libertarianos”. Lo mismo puede decirse del “anarco”-capitalismo en general. Esto puede apreciarse a través del modo en que Rothbard es mencionado en la bibliografía de pensadores anarquistas de Paul Nursey-Bray. Éste es un libro académico, de referencia en las bibliotecas. Rothbard aparece, pero el contexto es muy significativo. El libro incluye a Rothbard en una sección titulada On the Margins of Anarchist Theory [En los Márgenes de la Teoría Anarquista]. Su introducción a la sección dedicada a Rothbard bien merece ser citada:

Tanto la inclusión como la omisión de Rothbard como anarquista tiene probabilidades, entre uno u otro sector, de ser considerada alevosa. Aquí, su Anarcocapitalismo es tratado como algo marginal, dado que, mientras que hay enlaces con la tradición del individualismo anarquista, hay una inconexión entre el mutualismo y el comunitarismo de dicha tradición y la teoría del libre mercado, que deriva de Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek, que subyace en la filosofía política de Rothbard, y que lo sitúa en la tradición Libertariana moderna.
Anarchist Thinkers and Thought, p. 133

Esto es importante, porque mientras que Rothbard (como otros “anarco”-capitalistas) se apropia de algunos aspectos del anarquismo individualista, lo hace de una manera altamente selectiva y coloca lo que toma en un contexto social y una tradición política completamente diferentes. De modo que aun habiendo similitudes entre ambos sistemas, hay también importantes diferencias, tal y como discutiremos detalladamente en la sección G, junto a la naturaleza anticapitalista del anarquismo individualista (esto es, esos detalles esenciales que Rothbard y sus seguidores ignoran o desprecian). No hace falta decir que Nursey-Bray no incluye el “anarco”-capitalismo en su disertación sobre escuelas de pensamiento anarquista en la introducción de la bibliografía. Por supuesto, no podemos evitar que los “anarco”-capitalistas usen palabras como “anarco”, “anarquismo” y “anarquía” para describir sus ideas. Las democracias occidentales no pudieron evitar que el Estado estalinista chino se reclamase República Popular China. Tampoco pudieron los socialdemócratas evitar que los fascistas en Alemania se dijeran “Nacionalsocialistas”. Tampoco pudieron los anarcosindicalistas italianos evitar que los fascistas utilizasen la expresión “Nacionalsindicalismo”. Esto no significa que sus nombres reflejasen su contenido – China es una dictadura, no una democracia; los Nazis no eran socialistas (los capitalistas amasaron fortunas en la Alemania Nazi porque ésta aplastó al movimiento obrero); y el Estado fascista italiano no tenía nada en común con las ideas anarcosindicalistas de asociaciones obreras descentralizadas, funcionando “de abajo a arriba”, y de abolición del Estado y del capitalismo.

Podría argüírse (y se hace) que el empleo previo de una palabra no impide nuevos usos. El lenguaje cambia y, por lo tanto, es posible que una nueva clase de “anarquismo” se desarrolle teniendo poco o ningún parecido con lo que era previamente conocido como anarquismo. Igualmente, podría decirse que nuevos desarrollos del anarquismo tuvieron lugar en el pasado siendo acusadamente distintos de las versiones anteriores (por ejemplo, el auge de las formas comunistas de anarquismo en oposición al mutualismo anticomunista de Proudhon). Ambos argumentos son poco convincentes. El primero simplemente se mofa del concepto de lenguaje y siembra confusión. Si la gente empieza a llamar al negro blanco, éste no se convierte en tal cosa. De igual modo, llamar a una ideología con muy poco en común con una conocida y ampliamente asentada teoría y un movimiento sociopolíticos por el mismo nombre simplemente tiene como resultante la confusión. Nadie toma, por un decir, a los fascistas en serio cuando llaman a sus partidos “democráticos”, ni se tomaría en serio a los trotskistas si se empezasen a llamar a sí mismos “libertarios” (tal y como han empezado a hacer algunos). El segundo argumento falla al no darse cuenta de que los desarrollos dentro del anarquismo están construídos sobre lo que había habido antes y nunca cambiaron su base fundamental (el socialismo). Por ende el anarquismo comunista y el colectivista son formas válidas de anarquismo porque están edificadas sobre los puntos clave del mutualismo, en vez de negarlos.

En relación a esto, una defensa del “anarco”-capitalismo como forma de anarquismo es la sugerencia de que el problema es de terminología. Este argumento se basa en resaltar que los “anarco”-capitalistas están contra el capitalismo “actualmente existente” y por lo tanto “debemos distinguir entre “capitalismo de libre mercado”... y “capitalismo de Estado”... Los dos son tan distintos entre sí como el día y la noche.” [Rothbard, The Logic of Action II, p. 185]. Sería incluso grosero señalar que la diferencia real es que uno existe mientras que el otro sólo ha existido en la cabeza de Rothbard. Sin embargo, debemos hacerlo, pues el hecho es que no sólo utilizan los “anarco”-capitalistas la palabra anarquismo de una manera inusual (esto es, en oposición a lo que siempre ha significado el término), sino que también usan la palabra capitalismo de modo similar (para referirse a algo que nunca ha existido). No debería hacer falta decir que emplear palabras como “capitalismo” y “anarquismo” de forma radicalmente diferente a sus usos tradicionales, lejos de ayudar sólo puede provocar confusión. Pero, ¿acaso se trata simplemente de que los “anarco”-capitalistas han elegido mal el nombre de su ideología? A duras penas, pues sus adláteres se apresurarán a defender la explotación (la obtención de ganancias no derivadas del propio trabajo) y los derechos de propiedad capitalista así como las estructuras sociales autoritarias producidas por éstos. Más aún, como buenos economisas capitalistas, la noción de una economía sin interés, renta y beneficio les resulta muy ineficiente y por lo tanto de difícil desarrollo. Como tales, su ideología está enraizada en una perspectiva y una economía marcada por el trabajo asalariado, los terratenientes, la banca y el mercado bursátil, y por lo tanto en la jerarquía, la opresión y la explotación, esto es, una economía capitalista.

Así que han elegido su nombre bien puesto que muestra claramente qué lejos están de la tradición anarquista. Por este motivo, casi todos los anarquistas concordarían con el comentario del veterano activista anarquista Donald Rooum de que “los autodenominados “anarco-capitalistas” (no confundir con anarquistas de cualquier tendencia) [simplemente] quieren abolir el Estado en tanto que regulador del capitalismo, y quieren el gobierno entregado por entero a los capitalistas.” Están “equivocados al reclamarse anarquistas” porque “no se ponen a la opresión capitalista” mientras que los anarquistas genuínos son “ socialistas libertarios extremos.” [What Is Anarchism?, p. 7, pp. 12-13 y p. 10]. Tal y como recalcamos en la [F.1 - ¿Es el anarco-capitalismo un tipo de anarquismo? sección F.1], los “anarco”-capitalistas no se oponen a las jerarquías y a la explotación asociadas al capitalismo (trabajo asalariado y propiedad sobre la tierra) y, en consecuencia, no tienen derecho a reclamar el término “anarquista”. El solo hecho de que alguien use una etiqueta no significa que apoye las ideas asociadas con esa etiqueta, y éste es el caso con el “anarco”-capitalismo – sus ideas son antagónicas a las ideas clave vinculadas a todas las formas de anarquismo tradicional (incluso a las del anarquismo individualista, que es a menudo reclamado, generalmente por parte de los “anarco”-capitalistas, como un antecesor de su ideología).

Estamos abordando esta materia en un FAQ anarquista por tres razones. Primeramente, el número de “libertarianos” y “anarco”-capitalistas que hay en la red implica que aquellos que pretendan buscar algo sobre anarquismo pueden acabar concluyendo que ellos son “anarquistas” también. En segundo lugar, por desgracia, algunos académicos y escritores se han tomado en serio sus autodefiniciones como anarquistas y han incluído su ideología en obras sobre anarquismo en general (las mejores de estas obras académicas aclaran que los anarquistas generalmente rechazan esto). Estas dos razones están obviamente relacionadas, de ahí la necesidad de mostrar los hechos. La última razón es para proveer a otros anarquistas de argumentos y evidencia a utilizar contra el “anarco”-capitalismo y sus proclamas de ser una nueva forma de “anarquismo”.

Así que esta sección del FAQ no representa, como ya señalamos arriba, ninguna clase de “debate” dentro del anarquismo. Refleja el intento de los anarquistas de reclamar la historia y el significado del anarquismo frente a quienes están intentando robar su nombre. Sin embargo, nuestra discusión también sirve a otros dos propósitos. En primer lugar, criticar las teorías “libertarianas” de derechas nos permite explicar las anarquistas al mismo tiempo e indicar por qué son mejores. En segundo lugar, y siendo más importante, éstas (las teorías “libertarianas”) comparten muchas de las asunciones y objetivos del neoliberalismo. Esto fue señalado por Bob Black a principios de los ochenta, cuando un “ala de la Derecha Reaganista... se apropió descaradamente, y con selectividad sospechosa, de temas libertarios como la desregulación y el voluntarismo. Los ideólogos están indignados porque Reagan ha travestido sus principios. ¡Mierda! Me doy cuenta de que son sus principios, no los míos, los que encontró adecuados para travestir.” [The Libertarian As Conservative, pp. 141-8, The Abolition of Work and Other Essays, pp. 141-2]. De esto se hizo eco Noam Chomsky dos décadas más tarde cuando afirmó que “nadie toma [el libertarianismo de derechas] en serio” (dado que “todo el mundo sabe que una sociedad que funcionase bajo... [sus] principios se autodestruiría en tres segundos”). La “única razón” por la que algunas personas en la elite dominante “fingen tomarlo en serio es porque puede usarse como arma” en la lucha de clases [Understanding Power, p. 200]. Puesto que el neoliberalismo está siendo usado como base ideológica del presente ataque contra la clase obrera, criticar el “anarco”-capitalismo también nos permite construir armas teóricas a emplear para resistir este ataque y ayudar a los de nuestro bando en la guerra de clases.

Los resultados de la embestida contra el capitalismo de libre mercado, así como la crítica anarquista al “anarco”-capitalismo ha dado como resultado a algunos “anarco”-capitalistas que intentan rebautizar su ideología como “anarquismo de mercado”. Esto, desde su perspectiva, tiene dos ventajas. Primero, les permite cooptar a Tucker y a Spooner (¡y, a veces, incluso a Proudhon!) dentro de su árbol genealógico porque todos ellos defendían el mercado (mientras atacaban sistemáticamente al capitalismo). En segundo lugar, les permite distanciar su ideología de la horrible realidad del neoliberalismo y los resultados de la mayor “liberalización” del capitalismo. Dicho de forma sencilla, la defensa de los beneficios del capitalismo “de libre mercado”, mientras el capitalismo de mercado más y más libre está enriqueciendo a los ya acaudalados y oprimiendo y empobreciendo a la mayoría, es difícil de sustentar. Utilizar el término “anarquismo de mercado” para evitar tanto la realidad del núcleo anticapitalista del anarquismo y la realidad de un capitalismo de mercado liberalizante a cuya aparición han contribuído tiene sentido en el mercado de las ideas (el término “lavado de cara” parece apropiado llegados a este punto). El hecho es que no importa cuán loables sean los objetivos que se arroga, el “anarco”-capitalismo tiene errores muy profundos debido a su naturaleza simplona, y es muy fácil abusar, en nombre de la oligarquía económica que se esconde detrás de la retórica de los libros de texto sobre economía, en ese “caso especial” tan ignorado por los economistas; la realidad.

El anarquismo siempre ha sido consciente de la existencia del capitalismo “de libre mercado”, particularmente de su ala extrema (de Estado mínimo), y siempre lo ha rechazado. Como discutimos en la sección F.7, los anarquistas desde Proudhon en adelante lo han rechazado (y, significativamente, viceversa). Como señala el académico Alan Carter, la preocupación anarquista por la igualdad como condición necesaria para la libertad genuína “es una muy buena razón para no confundir a los anarquistas con liberales o “libertarianos” económicos – dicho de otra forma, para no meter en el mismo saco a todo aquél que de algún modo sea crítico con el Estado. Es por ello que llamar a los seguidores de Nozick “anarquistas” es muy engañoso” [Some notes on “Anarchism”, pp. 141-5, Anarchist Studies, vol. 1, número 2, p. 143]. Así pues, los anarquistas han evaluado el capitalismo “de libre mercado” y lo han rechazado en tanto que no es ácrata desde el nacimiento del anarquismo, y por lo tanto los intentos del “anarco”-capitalismo por decir que su sistema es “anarquista” queda encuadrado en esta rama de la larga historia del análisis anarquista. Que algunos académicos caigan en intentos de apropiarse de la etiqueta de anarquista para su ideología es debido a una premisa falsa: “se juzga anarquista [la teoría “anarco”-capitalista] principalmente porque algunos anarcocapitalistas dicen ser “anarquistas” y porque critican el Estado” [Peter Sabatini, Social Anarchism, número 23, p. 100]

Más generalmente, debemos acentuar que la mayoría (si no todos) de los anarquistas no desea vivir en una sociedad idéntica a ésta pero sin coerción estatal y (la iniciación de) la fuerza. Los anarquistas no confunden la libertad con el “derecho” a gobernar y explotar a otros, ni con el de poder cambiar de amos. No basta con decir que podemos empezar nuestro propio negocio (cooperativo) en esa sociedad. Queremos la abolición del sistema capitalista de relaciones autoritarias, no un simple cambio de jefes o la posibilidad de pequeñas islas de libertad dentro de un mar de capitalismo (islas que están en peligro constante de ser inundadas y nuestra libertad destruída). Por ello, en esta sección del FAQ, analizamos muchas afirmaciones “anarco”-capitalistas en sus propios términos (por ejemplo, la importancia de la igualdad en el mercado o por qué reemplazar al Estado por empresas de defensa privada es sólo cambiar el nombre de éste más que abolirlo) pero eso no significa que deseemos una sociedad casi idéntica a la actual. Antes bien, queremos transformar esta sociedad en una más adecuada para el desarrollo y el enriquecimiento de la individualidad y la libertad.

Finalmente, dedicamos esta sección del FAQ a aquellos que han visto la verdadera cara del capitalismo “de libre mercado” en el funcionamiento: los obreros y obreras (anarquistas o no) asesinados en las cárceles y en los campos de concentración o en las calles por los mercenarios del capitalismo.

Para mayor discusión sobre este tema, ver el apéndice Apéndice A - Anarquismo y anarco-capitalismo.

Note[edit]

  1. En inglés, la palabra “libertarian” significa tanto libertario (que en español es sinónimo de anarquista) como libertariano (que en español alude a los capitalistas libérrimos). De ahí la confusión creada por la derecha libertariana. A lo largo de este y otros textos, el traductor ha empleado la forma “libertario” o “libertariano” según ha estimado, aunque debe tenerse en cuenta que en la versión original, en inglés, no hay diferencia, pues la palabra es siempre “libertarian”.

Categoría:Una FAQ anarquista

Categoría:F - ¿Es el anarco-capitalismo un tipo de anarquismo?