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C.3 - ¿Qué determina la distribución entre beneficios y sueldos en las empresas?
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En cualquier momento, hay una cantidad dada de trabajo sin pagar circulando en forma de bienes o servicios. Cada empresa intenta maximizar su parte de ese total y si una empresa consigue una porción por encima de la media, eso significa que otra empresa está consiguiendo menos de la media. Cuanto más grande sea la empresa, más posibilidades tendrá de obtener una porción mayor de los excedentes, por razones que discutiremos más tarde (ver sección C.5). Lo importante aquà es notar que las empresas compiten en el mercado para conseguir su porción del excedente (trabajo sin pagar) total. Sin embargo, la fuente de estos beneficios no está en el mercado, sino en la producción. Uno no puede comprar lo que no existe y si uno gana, otro pierde.
Como se indica arriba, los precios de producción determinan los precios del mercado. En cualquier empresa, los salarios determinan un porcentaje grande de los costes de producción. Mirando a los otros costes (como la materia prima), de nuevo los salarios juegan un papel importante en la determinación de su precio. Obviamente, la división del precio de un producto en costes y beneficios no tiene un ratio fijo, lo que quiere decir que los precios son el resultado de complejas interacciones de los niveles de salarios y la productividad.
Dentro de los lÃmites de una situación dada, la lucha de clases entre los empleados y los empleadores sobre los salarios, condiciones de trabajo y beneficios determinan el grado de explotación dentro del centro de trabajo y en la industria, y por lo tanto determinan la cantidad relativa de dinero que va al trabajo (en forma de salarios) y a la empresa (en forma de beneficios). Como Proudhon decÃa, la expresión "la relación de beneficios a salarios" significaba "la guerra entre el trabajo y el capital." (Sistema de Contradicciones Económicas, p. 130) Esto también significa que un incremento en los salarios puede no aumentar los precios, ya que puede reducir los beneficios o estar atado a la productividad; pero esto tendrá efectos más amplios, ya que el capital se moverá a otras industrias u otros paÃses para, si es necesario, mejorar sus ratios de beneficios.
El punto esencial es que la extracción del valor excedente de los trabajadores no es una simple operación técnica como la extracción de tantos julios de una tonelada de carbón. Es, una lucha agria en la que los capitalistas pierden la mitad de su tiempo. La fuerza laboral no es como el resto de los productos - es y se mantiene inseparablemente unida a los seres humanos. La división de beneficios y salarios en una empresa y de forma global en la economÃa, depende y se ve modificada por la acción de los trabajadores, tanto a nivel de individuos como a nivel de clase.
No estamos diciendo que los factores económicos y objetivos no juegan un papel en la determinación del nivel de salarios. Por el contrario, en cualquier momento la lucha de clases sólo puede actuar dentro de un marco económico determinado. Sin embargo, estas condiciones objetivas están siendo constantemente modificadas por la lucha de clases y es este conflicto entre los aspectos humanos y de producto de la fuerza laboral la que el última instancia, lleva al capitalismo a la crisis (ver sección C.7).
Desde esta perspectiva, el argumento neo-clásico que dice que un factor en la producción (fuerza laboral, capital o tierras) recibe una porción del ingreso que indica su poder productivo "en el margen" es falso. Más bien, es una cuestión de poder - y de la voluntad de usarlo. Como Christopher Eaton Gunn apunta:
este argumento "no tiene en cuenta el poder - polÃtico, de conflicto y de negociación - como los indicadores más probables del reparto relativo de los ingresos en el mundo real."
Si el poder de la fuerza laboral está en aumento, su parte del ingreso tenderá a aumentar, y obviamente, si el poder de la fuerza laboral decrece, su parte del ingreso descenderá. Y la historia de la economÃa de la posguerra corrobora este análisis, con la parte del ingreso de la fuerza laboral cayendo del 68% en los años 70 al 65.1% en 1995 (en la UE cayó del 69.2% al 62%). En los EEUU la parte del ingreso para los trabajadores en el sector de manufacturación cayó del 74.8% al 70.6% en el periodo de 1979 a 1989, revirtiendo el incremento de los años 50, 60 y 70. Este recorte de la porción laboral ocurrió al mismo tiempo que el poder de los trabajadores se reducÃa por los gobiernos de derecha y el alto desempleo.
Para muchos anarquistas, por tanto, el poder relativo entre trabajo y capital determina la distribución del ingreso entre ellos. En periodos de pleno empleo o creciente organización a pie de fábrica y solidaridad, los salarios tienden a aumentar más rápidamente. En periodo de paro y sindicatos débiles y menos acción directa, la porción de ingreso para los trabajadores disminuye. De este análisis, los anarquistas defienden la organización colectiva y la acción para incrementar el poder de los trabajadores y asegurar que recibimos más del valor de lo que producimos.
La noción neo-clásica de que incrementar la productividad permite un incremento de los salarios es una que ha recibido numerosos shocks desde los primeros años de los 70. Normalmente los salarios aumentan muy por detrás de la productividad. Por ejemplo, durante el reinado de Thatcher en busca de mercados más libres, la productividad aumentó un 4.2%, un 1.4% mayor que el aumento real en los ingresos entre 1980 y 1988. Bajo Reagan la productividad aumentó un 3.3% seguido de una disminución del 0.8% en los ingresos reales. Hay que recordar, sin embargo, que estos son medias y esconden el aumento en los salarios de los ejecutivos. Para tomar un ejemplo, los salarios reales para los empleados varones y solteros entre 1978 y 1984 en el Reino Unido aumentó un 1.8% para el 10% inferior de ese grupo, para el 10% superior fue un masivo 18.4%. El aumento medio (10.1%) esconde la gran diferencia entre los superiores e inferiores. Además, estos datos ignoran el punto de inicio de estos aumentos - las diferencias masivas entre los salarios de los empleados (compara las ganancias del presidente de McDonalds(?)?? y uno de sus limpiadores). En otras palabras, ¡el 2.8% de casi nada sigue siendo casi nada!
Mirando a los EEUU otra vez, encontramos que los trabajadores a los que se les paga a destajo (la mayorÃa de los trabajadores) vieron su paga media llegar al máximo en 1973. Desde entonces, ha bajado sustancialmente y se mantiene en el nivel de mediados de los 60 en 1992. Para un 80% de la fuerza laboral de EEUU (trabajadores de producción y no supervisores), los salarios reales han caido un 19.2% para las ganancias semanales y un 13.4% en el pago por horas entre 1973 y 1994. La productividad ha aumentado en un 23.2%. Combinado con este descenso en los salarios reales en los EEUU se produce un aumento en el número de horas trabajadas. Para mantener el actual nivel de vida, la clase trabajador ha tenido que endeudarse y trabajar más horas. Desde 1979, las horas anuales trabajadas por las familias de ingresos medios aumentó de 3.020 a 3.206 en 1989, de 3.287 en 1996 y 3.335 en 1997. En Méjico encontramos un proceso similar. Entre 1980 y 1992 la productividad aumentó un 48% mientras los salario (ajustado por la inflación) disminuyó un 21%.
Entre 1989 y 1997 la productividad en EEUU aumentó un 9.7% mientras la compensación media disminuyó un 4.2%. Además, la horas de trabajo de las familias media aumentó un 4% (o tres semanas completas de trabajo) mientras sus ingresos aumentaron sólo un 0.6% (en otras palabras, el incremento en horas ayudó a crear este pequeño incremento) Si los salarios de los trabajadores estuvieran relacionados con la productividad, como argumentan la economÃa neo-clásica, se esperarÃa que los salarios aumentaran cuando aumenta la producción y no que se vieran reducidos. Sin embargo, si los salarios están relacionados con el poder económico entonces esta reducción es la esperada. Esto explica el deseo de mercados de trabajos "flexibles" donde el poder de negociación de los trabajadores se ve erosionado y asà puede ir más de los ingresos a los beneficios en vez de a los salarios. Por supuestos se argumentará que sólo en un mercado perfectamente competitivo (o más realmente en un verdadero mercado "libre") aumentarán los salarios en lÃnea con la productividad. Sin embargo, uno esperarÃa que un régimen de mercados más libres hiciera las cosas mejor, no peor. El argumento neo-clásico de que los sindicatos, luchando por mejorar los salarios y las condiciones laborales dañarán a los trabajadores en el "largo término" ha sido dramáticamente refutado en los últimos 30 años - la disminución de los movimientos obreros en los EEUU se ha visto marcado por una caÃda de salarios, no un aumento, por ejemplo.
No es de extrañar, que en un sistema jerárquico, a aquellos en la cima les va mejor que a los de abajo. El sistema está diseñado para que la mayorÃa enriquezca a la minorÃa. Esto es por lo que los anarquistas argumentan que la organización a pie de fábrica y la resistencia es esencial para mantener - e incluso incrementar - el ingreso de la fuerza laboral. Pues si el reparto del ingreso entre el trabajo y el capital depende del poder relativo, entonces sólo las acciones de los trabajadores mismos podrá mejorar su situación y determinar la distribución del valor que ellos mismos crean.