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C.2 - ¿De dónde vienen los beneficios?

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¿De dónde vienen los beneficios?[edit]

Como se mencionó en la última sección, los beneficios son la fuerza motriz del capitalismo. Si no se puede hacer un beneficio, un producto no se produce, da igual el número de personas que lo "valoren subjetivamente". ¿Pero de dónde vienen los beneficios?

Para poder hacer más dinero, el dinero se debe transformar en capital, ejemplo: centros de trabajo, maquinaria y otros "bienes capitales". Por sí mismo, sin embargo, el capital (como el dinero) no produce nada. El capital sólo se vuelve productivo cuando los trabajadores usan el capital ("Ni la propiedad ni el capital producen nada si no están fertilizados por el trabajo" - Bakunin). Bajo el capitalismo, los trabajadores nos sólo producen suficiente valor (bienes producidos) para mantener el capital existente y su propia existencia, también produce un sobrante. Este sobrante se expresa como un sobrante de productos, esto es, un exceso de productos comparado con el número de ellos que el salario de los trabajadores podría comprar de vuelta. Así Proudhon:

"El trabajador no puede ... recomprar aquello que ha producido para su amo. Así es con todos los negocios ... ya que , producir para un amo que de una manera u otra se lleva un beneficio, están obligados a pagar más por su propio trabajo de lo que obtienen de él."



En otras palabras, el precio de todos los productos producidos es mayor que el valor monetario representado por el salario de los trabajadores (más las materias primas y los gastos de uso de maquinaria) cuando esos productos fueron producidos. El trabajo contenido en el excedente de productos es el origen del beneficio, que tiene que realizarse en el mercado. (En la práctica, por supuesto, el valor representado por estos productos excedentes se distribuye por todos los productos en la forma de beneficio - la diferencia entre precio de coste y precio de mercado).

Obviamente, los pro-capitalistas argumentan contra esta teoría de cómo aparecen los excedentes. Sin embargo, un ejemplo bastará aquí para ver porqué el trabajo es la fuente de un excedente, más que (digamos) "esperar", el riesgo o el capital (estos argumentos y otros se discutirán más abajo). Un buen jugador de poker usa equipamiento (capital), toma riesgos, retrasa la gratificación, entra en comportamientos estratégicos, prueba nuevos trucos (innova), sin mencionar que hace trampas, y consigue grandes ganancias (y lo puede hacer repetidas veces). Pero como resultado no se producen excedente de productos de este comportamiento; las ganancias del ganador son simplemente la redistribución de otros, sin que se realice ninguna producción. De esta forma, tomar riesgos, abstenerse, emprender etc.. puede ser necesario para que un individuo reciba beneficios pero está lejos de ser suficiente para ellos no ser el resultado de una simple redistribución de los demás (una distribución, añadiremos, que sólo puede ocurrir bajo el capitalismo si los trabajadores producen bienes que vender).

Para que se pueda generar un beneficio dentro del capitalismo, dos cosas son necesarias. Primero, un grupo de trabajadores que trabaje el capital disponible. Segundo, que tienen que producir más valor del que son pagados en salarios. Si solo se presenta la primera condición, todo lo que ocurre es que la riqueza se distribuye entre los individuos. Con la segunda condición, se genera un excedente. En ambos casos, sin embargo, los trabajadores son explotados ya que sin su labor, no habría productos para facilitar una redistribución de la riqueza ni un excedente de productos.

El valor del excedente producido por el trabajo se divide entre beneficio, intereses y renta (o, más correctamente entre los dueños de los diferentes factores de producción distintos del trabajado). En la práctica este excedente se usa por los dueños del capital para:

(a) inversiones.
(b) pagarse a sí mismos dividendos si tiene acciones.
(c) pagar la renta y los intereses.
(d) pagar a sus ejecutivos y directores (que a veces son los dueños mismos) unos salarios mucho más grandes que los de los trabajadores.

Como el excedente se divide entre los distintos grupos de capitalistas, esto significa que puede haber conflicto de intereses entre, digamos,los capitalistas industriales y los capitalistas financieros. Por ejemplo, un aumento de los tipos de interés puede exprimir a los capitalistas industriales dirigiendo más del excedente de sus manos a las manos de los rentistas. Tal subida podría causar fracasos de empresas y así una recesión (ciertamente, la subida de los tipos de interés es una manera de regular el poder de la clase obrera al generar desempleo para disciplinar a los trabajadores con el miedo de ser despedidos). El excedente, como el trabajo usado para reproducir el capital existente, está embedido en el producto terminado y se realiza una vez que se vende. Esto significa que el trabajador no recibe el valor completo de su trabajo, ya que el excedente que se apropian los dueños para las inversiones etc.. representan valor añadido a los productos por los trabajadores - por el que no han sido pagados.

Así que los beneficios capitalistas (así como el pago de la renta y los intereses) son en esencia trabajo sin pagar, y por lo tanto, el capitalismo está basado en la explotación. Como Proudhon notó:

"Los productos, dicen los economistas, sólo se compran con productos. Esta máxima es la condenación de la propiedad. El propietario sin producir con su trabajo o con su implementación, y reciviendo productos en intercambio por nada, es o un parásito o un ladrón."



Es esta apropiación de la riqueza de los trabajadores por el dueño lo que diferencia al capitalismo de la producción artesanal y economías rurales. Todos los anarquistas están de acuerdo con Bakunin cuando dijo que:

"¿qué es la propiedad, qué es el capital en su forma presente? Para los capitalistas y los propietarios el poder y el derecho, garantizado por el Estado, de vivir sin trabajar .. [y por lo tanto] el poder y derecho de vivir explotando el trabajo de otras personas ... aquellos ... [que están] obligados a vender su fuerza productiva a los que tienen suerte de ser los dueños de ambos."



Obviamente los defensores del capitalismo no están de acuerdo. Los beneficios no son el producto de la explotación y de los trabajadores, a los capitalistas y terratenientes se les paga el valor a su contribución a el producto, dicen. Unos cuantos incluso hablan de "hacer que el dinero trabaje para tí" (¡cómo si unos pedazos de papeles pudieran hacer alguna forma de trabajo!) mientras, obviamente, los humanos son los que tienen que hacer el trabajo (y normalmente por dinero). Sin embargo, todos están de acuerdo en que el capitalismo no es explotativo (no importa lo explotativo que parezca ) y presentan varios argumentos de porqué los capitalistas merecen quedarse los productos que fabrican otros. Esta sección del FAQ presenta algunas de las razones por lo que los anarquistas rechazan esta afirmación.

Por último, nos gustaría apuntar que algunos apologistas del capitalismo citan el hecho empírico de que, en una economía capitalista moderna, una gran parte de todos los ingresos van al "trabajo", con el beneficio, los intereses y las rentas aumentando algo por debajo del veinte porciente del total. Por supuesto, incluso si el valor del excedente fuera menos del 20% de lo producido por un trabajador, esto no cambia su naturaleza explotativa. Los apologistas del capitalismo no dicen que los impuestos dejan de ser "robo" simplemente porque están debajo del 10% de todos los ingresos. Sin embargo, este valor de los beneficios, intereses y rentas está basado en una ligereza estadística ya que como "trabajadores" están incluidos todos aquellos que reciben un salario en la empresa, incluyendo directivos y directores generales (en otras palabras: el ingreso al "trabajo" incluye salarios y sueldos). Los altos ingresos que reciben muchos directivos podría, por supuesto, asegurar de que una gran cantidad del ingreso vaya al "trabajo". Así, este "hecho" ignora el papel de la mayoría de los gerentes como los capitalistas y explotadores de facto e ignora los cambios que han ocurrido en la industria en los últimos 50 años (ver sección C.2.5)

Para tener una mejor imagen de la naturaleza explotativa dentro del capitalismo moderno, tenemos que comparar los sueldos de los trabajadores con su productividad. Según el Banco Mundial, en 1966, los sueldos de las manufactureras de EEUU eran igual al 46% del valor añadido en la producción (el valor añadido es la diferencia entre el precio de venta y el precio de las materias primas y otros imputs de producción). En 1990 esa cantidad había caido al 36% y (usando cifras del Censo Económico de 1992 de la Oficina del Censo de EEUU) para 1993 había llegado al 19.76% (39.24% si incluimos las nóminas de los directivos). En la industria de la construcción de EEUU, los salarios eran un 35.4% del valor añadido en 1992 (con el total de nóminas, 50,18%). Así, este argumento de que ya que un gran porcentaje del ingreso se va al "trabajo" el capitalismo está bien, esconde la realidad del sistema y la explotación que su naturaleza jerárquica produce.

Ahora veremos porqué este valor de excedente existe.

¿Por qué existe este excedente?[edit]

Es la naturaleza del capitalismo que exista la monopolización del producto de los trabajadores. Esto es debido a la propiedad privada de los medios de producción y

“consecuencia de que el trabajador, cuando puede trabajar, no encuentra tierras que arar o máquinas que poner en marcha a no ser que llegue a un acuerdo para vender su fuerza de trabajo por un valor inferior a su precio real.”



Es por ello que los trabajadores tienen que vender su fuerza de trabajo en el mercado. Sin embargo, este “producto”

“no se puede separar de la persona como piezas de propiedad. Las capacidades de los trabajadores se desarrollan con el tiempo y forman un parte integral de su identidad; las capacidades están internamente y no externamente relacionadas con la persona. Más aún, las capacidades o fuerza de trabajo no se pueden usar sin que el trabajador use su voluntad, su entendimiento y su experiencia. El uso de la fuerza de trabajo requiere la presencia de su 'dueño' .. Contratar fuerza de trabajo es un desperdicio de recursos si esta fuerza no se puede usar en la manera en la que el dueño requiere ... El contrato laboral debe, por tanto, crear una relación de mando y obediencia entre empleador y empleado.”



Así,

“el contrato en el que el trabajador vende su fuerza es un contrato que, al trabajador no poder separarse de sus capacidades, vende el control sobre el uso de su cuerpo y de sí mismo. Las características de estas condiciones se condensan en el término salario-esclavo,”



O, por usar las palabras de Bakunin:

“el trabajador vende su persona y su libertad por un determinado periodo de tiempo” y así “concluyéndose bajo un único término y reservando al trabajador el derecho de dejar a su empleador, este contrato constituye una suerte de servidumbre voluntaria y transitoria.”



Esta dominación es la fuente de los excedentes, ya que

“el salario-esclavo no es una consecuencia de la explotación – la explotación es una consecuencia del hecho de que la venta de la fuerza de trabajo conlleva la subordinación del trabajador. El contrato laboral crea al capitalista como amo; él tiene el derecho político de determinar cómo se va a usar la fuerza del trabajador y – consecuentemente – le puede explotar.”



Así que los beneficios existen porque el trabajador se vende a sí mismo a los capitalistas, que después son dueños de su actividad y, por lo tanto, los controlan (o, siendo más precisos, tratan de controlarlos) como a una máquina. Los comentarios de Benjamin Tucker en relación a la afirmación de que el capital tiene derecho a una recompensa se usan aquí. Benjamin nota que

“combatir ... la doctrina de que el valor excedente – a veces llamado beneficio – pertenece a los trabajadores porque ellos lo han creado, argumentando que el caballo ... tiene derecho al valor excedente que ha creado para su dueño. Así será cuando tenga el sentido de reclamarlo y el poder de cogerlo ... este argumento ... está basado en la suposición de que ciertas personas nacen siendo propiedad de otras personas, tal y como lo son los caballos. El reductio ad absurdum se aplica sobre sí mismo.”



En otras palabras, argumentar que el capital debe ser recompensado es asumir implícitamente que los trabajadores son como la maquinaria, simplemente otro “factor de producción” en vez de seres humanos y los creadores de cosas de valor. Los beneficios existen entonces porque durante el día de trabajo, los capitalistas controlan la actividad y el resultado de los trabajadores (son dueños de ellos durante las horas de trabajo ya que la actividad no se puede separar del cuerpo y “hay una relación integral entre el cuerpo y el sí. El cuerpo y el sí no son el mismo, pero los síes son inseparables de los cuerpos.” Carole Pateman Op. Cit., p. 206).

Considerándolo puramente en términos de outputs, esto resulta en, como Proudhon nota, los trabajadores trabajando para “un empresario que les paga y guarda sus productos.” (citado por Martin Buber, Caminos en la Utopía, p. 29). La habilidad de los capitalistas de mantener este tipo de monopolización del tiempo y del producto de los demás está consagrado en los “derechos de propiedad” y legitimado por fuerza por el estado público o privado. En breve:

"la propiedad es el derecho de disfrutar y disponer a voluntad de los bienes de los demás – los frutos de la industria y el trabajo del otro.”



Y por este “derecho” el salario del trabajador siempre será menos que la riqueza produce.

El tamaño de este excedente, la cantidad de trabajo no pagado, puede cambiar cambiando la duración y la intensidad del trabajo (haciendo que los trabajadores trabajen más horas y más intensamente). Si la duración del trabajo se incrementa, la cantidad de valor excedente se incrementa de una forma absoluta. Si se incrementa la intensidad, por ejemplo innovando en el proceso de producción, la cantidad de valor excedente se incrementa de una forma relativa (los trabajadores producen el equivalente de su salario más tempranamente durante el día laboral, resultando en más trabajo sin pagar para sus jefes).

Tal excedente indica que el trabajo, como cualquier otro producto, tiene un valor de uso y un valor de intercambio. El valor de intercambio del trabajo es el salario de los trabajadores, el valor de uso es su habilidad para trabajar, de hacer lo que quieren los capitalistas que compran. Así, la existencia de “productos excedentes” indica que hay una diferencia entre el valor de intercambio y el valor de uso, que el trabajador puede potencialmente crear más valor del que recibe salarios. Decimos potencialmente porque la extracción del valor de uso del trabajo no es una operación tan sencilla como la extracción de tantos julios de energía de una tonelada de carbón. La fuerza laboral no se puede usar sin someter al trabajador a la voluntad del capitalista – en contraposición con otros productos, la fuerza de trabajo está inseparablemente incorporada en los seres humanos. Tanto la extracción del valor de uso y la determinación del valor de intercambio dependen de – y están profundamente modificados por – las acciones de los trabajadores. Ni el esfuerzo aportado durante las horas de trabajo, ni las horas que se dedican al trabajo, ni el salario que recibe por ello puede ser determinante sin tener en cuenta la resistencia del trabajador a ser convertido en un producto, a ser convertido en un toma-órdenes. En otras palabras, la cantidad de “productos excedentes” extraídos de un trabajador dependen de la resistencia a la deshumanización dentro del centro de trabajo, a los intentos de los trabajadores de resistir la destrucción de su libertad durante las horas de trabajo.

De esta manera, el trabajo no pagado, consecuencia de la relaciones de autoridad explícitas en la propiedad privada, es la fuente del beneficio. Parte de este excedente se usa para enriquecer a los capitalistas y otra parte a incrementar su capital, que a su vez se usa para incrementar los beneficios, en un ciclo sin fin (ciclo, sin embargo, que no es una constante ascensión pero que está sujeto a periodos de disrupción por recesiones o depresiones - “El Ciclo Económico.” Las causas básicas de estas crisis las discutiremos más tarde, en la sección C.7 y la sección C.8).

¿Tienen derecho los capitalistas a apropiarse de una porción del excedente?[edit]

En una palabra, no. Como intentaremos indicar, los capitalistas no tiene derecho a apropiarse del valor excedente de los trabajadores. No importa cómo se explique esta apropiación por la economía capitalista, encontramos que las desigualdades en la riqueza y en el poder son las auténticas causas de esta apropiación más que cualquier acto productivo. Efectivamente, la economía neo-clásica refleja este axioma. En las palabras del economista de izquierdas Joan Robinson:

“la teoría neo-clásica no contenía una solución al problema de los beneficios o del valor del capital. Han construido una estructura de teoremas matemáticos en una base que no existe.”



Si los beneficios son el resultado de la propiedad privada y de las desigualdades que producen, entonces no es sorprendente que la teoría neo-clásica no tuviera como dice Robinson, fundamento ninguno. Después de todo, esta es una cuestión política y la teoría neo-clásica se desarrolló para ignorar tales cuestiones. Aquí indicamos porqué esto es así y discutimos los varios razonamientos sobre el beneficio capitalista para mostrar porqué éstos son falsos.

Algunos consideran que los beneficios son la “contribución” capitalista al valor de un producto. Sin embargo, David Schweickart apunta que, “aportar capital” no significa más que “permitir que sea usado. Pero un acto de dar permiso, por sí mismo, no es una actividad productiva. Si los trabajadores cesan de trabajar, la producción cesa en cualquier sociedad. Pero si los propietarios cesan de dar permisos, la producción se ve afectada sólo si su autoridad sobre los medios de producción es respetada.” (Contra el Capitalismo, p.11 ). Esta autoridad, como se discute antes, deriva de los mecanismos coercitivos del estado, cuyo principal cometido es asegurar que los capitalistas mantienen esa capacidad de permitir o negar el acceso de los trabajadores a los medios de producción. De esta forma, no sólo el “proveer capital” no es una actividad productiva sino que además, depende de un sistema organizado de coerción que requiere de la apropiación de una porción considerable del valor producido por el trabajo, en forma de impuestos, y por tanto es realmente parasitario. Ni que decir tiene que la renta también se puede considerar como un “beneficio”, basado puramente en el “dar permiso” y no siendo por tanto actividad productiva. Lo mismo puede decirse de los intereses, aunque los argumentos son, de alguna manera diferentes (ver sección C.2.6.)

Otro problema con el argumento de la “contribución a la producción” capitalista es que uno tiene que asumir o (a) una definición estricta de quien es el productor de algo, en cuyo caso uno tiene que dar crédito sólo al trabajador, o (b) una definición más holgada en la cual los individuos han contribuido a las circunstancias que permiten que el trabajo productivo sea posible. Ya que la producción del trabajador ha sido posible en parte por el uso de la propiedad suministrada por los capitalistas, uno podría entonces dar crédito a los capitalistas por “contribuir a la producción” y así reclamar que él o ella tienen derecho a su recompensa, osea, al beneficio.

Sin embargo, si asumimos (b), uno se debe preguntar porqué la cadena de créditos debería parar en el capitalista. Ya que toda la actividad humana tiene lugar en una compleja red social, se podrían citar muchos factores que permiten al trabajador producir – por ejemplo su educación, el gobierno que mantiene las estructuras que hacen que el lugar de trabajo pueda operar y demás. Ciertamente la propiedad de los capitalistas contribuye en este sentido. Pero esta contribución fue menos importante que el trabajo de, digamos, la madre del trabajador. Sin embargo ningún capitalista, que nosotros sepamos, a propuesto compensar a las madres de los trabajadores con ninguna parte del beneficio de las empresas, ¡y no ya con una parte mayor que la que ellos reciben! Sin embargo, si siguieran su propia lógica consistentemente, los capitalistas tendrían que reconocer que dicha compensación sería justa.

De hecho, como el capital autónomamente no produce sin la labor humana (mental y física), los anarquistas rechazan la idea de que proveer capital es un acto productivo. Como dijo Proudhon:

“El Capital, las herramientas y la maquinaria son todas improductivas .. el propietario que demanda ser recompensado por el uso de las herramientas o por el poder productivo de sus tierras, da por sentado, entonces, aquello que es radicalmente falso; que el capital produce por su propio esfuerzo - y que cobrando por este imaginario producto, literalmente recibe algo a cambio de nada.”


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Claro, podría argumentarse (y frecuentemente se hace) que el capital hace trabajar más productivamente y entonces los dueños del capital deberían ser “recompensados” por permitir su uso. Esto, sin embargo, es una conclusión falsa, ya que proveer capital no es como otro producto. Esto es porque los capitalistas, al contrario que los trabajadores, reciben muchas veces el pago por una pieza de trabajo (que además pagan a otros para hacer) y retienen el resultado del trabajo. Como Proudhon argumenta:

“Aquel [trabajador] que crea o repara las herramientas del campesino recibe el precio una vez, cuando entrega la mercancía, o en varios pagos; y una vez que esto se paga al fabricante, la herramienta que ha entregado ya no le pertenece más. Nunca podrá el reclamar doble pago por la misma herramienta, o los mismos trabajos de reparación. Si anualmente comparte los productos del campesino es debido a que anualmente hace algo para el campesino. “El propietario, por el contrario, no entrega su herramienta, será pagado eternamente por ella y eternamente la mantiene”



Por esto, proveer capital no es una acto productivo, y quedarse los beneficios que se producen por aquellos que realmente usan el capital es una acto de robo. Esto no significa, por supuesto, que crear bienes capitales no sea creativo ni que no ayuden a la producción ¡lejos de ello! Pero ser dueño del resultado de estas actividades y rentarlas no justifican el capitalismo o los beneficios.

Algunos defensores del capitalismo afirman que los beneficios representan la productividad del capital. Argumentan que a un trabajador se le da exactamente lo que produce porque (según la respuesta neo-clásica) si para de trabajar, el producto total descenderá por, precisamente, el valor de sus salario. Sin embargo este argumento tiene un gran fallo, y es que el total del producto se vería decrementado por mucho más que eso si dos o más trabajadores dejaran de trabajar. Esto es porque el salario que reciben los trabajadores bajo condiciones de competencia perfecta se asume que es el producto del último trabajador en la teoría económica neo-clásica. Los argumentos neo-clásicos presumen una “productividad marginal decreciente”, estos es, se asume que el producto marginal del último trabajador es menor que el penúltimo y anteriores. En otras palabras, en la economía neo-clásica, todos los trabajadores siendo el mítico “último trabajador”, no reciben el producto total de su labor. Sólo reciben lo que se supone que produce el último trabajador y así, todos, menos el último trabajador, no reciben exactamente lo que el o ella producen . Parece que la afirmación neo-clásica de no explotación dentro del capitalismo se invalida por su propia teoría.

Esto es admitido y reconocido por los teoristas. Debido a esta productividad marginal decreciente, la contribución del trabajo es menos que el total del producto. Se afirma que esa diferencia es precisamente la contribución del capital. ¿pero, qué es esta “contribución” del capital? Sin trabajadores no habría ningún resultado. Además, en términos físicos, el producto marginal del capital es simplemente la cantidad por la que la producción se vería reducida si una pieza de capital se sacara de la producción. No refleja ninguna actividad productiva ninguna de parte del dueño de dicho capital. Por lo tanto no mide su contribución a la producción. En otras palabras, la economía capitalista trata de confundir a los capitalistas con la maquinaria que poseen.

Efectivamente, la noción de que los beneficios representan la contribución de los capitalistas se descalabra con la práctica del “reparto de beneficios”. Si los beneficios fueran la contribución del capital, entonces repartir los beneficios significaría que el capital no estaría recibiendo toda su “contribución” a la producción (¡y por lo tanto estaría siendo explotado por el trabajo!). Más aún, dado que el reparto de beneficios usualmente se usa como una técnica para incrementar la productividad y los beneficios, parece extraño que dicha técnica fuera necesaria si los beneficios, realmente, representaran la “contribución” del capital. Después de todo, la maquinaria que los trabajadores están usando es la misma que antes del reparto de beneficios – ¿cómo pudo este stock de capital que no ha cambiado, producir un incremento en la “contribución”? Sólo podría ser si, el capital fuera improductivo y que la fuente actual de beneficios fuera los esfuerzos, técnicas y energía no pagados a los trabajadores. La afirmación de que los beneficios son iguales a la contribución del “capital” tienen pues, poco fundamento en los hechos.

Mientras que es cierto que el valor invertido en capital fijo, se transfiere, en el tiempo a los productos producidos por éstos y a través de la venta transformado en dinero, esto no representa actualmente ninguna labor por los dueños del capital. Los anarquistas rechazan la ideología que sugiere lo contrario y reconocen que el trabajo (mental y físico) es la única forma de contribución que puede ser realizada por los humanos a un proceso productivo. Sin el trabajo, nada se puede producir ni el valor del capital fijo transformado en productos. Como Charles A. Dana apunta en su célebre introducción a las ideas de Proudhon.

“el trabajador sin capital pronto proveería sus deseos con su producción ... pero el capital sin trabajadores que lo consuman sólo puede yacer inútilmente.”



Si a los trabajadores no se les paga el valor completo de su contribución a los resultados que ellos producen entonces están siendo explotados y por lo tanto, como se indica, el capitalismo se basa en la explotación.

Así, pues, por sí mismos, los costes fijos no producen valor. Si el valor es creado depende de cómo las inversiones se desarrollan y se usan. En palabras del socialista inglés Tomas Hodskin:

“El capital fijo no deriva su utilidad del trabajo anterior, sino del trabajo actual; y no trae beneficios a su dueño porque halla sido guardado, sino porque es un medio para obtener mando sobre el trabajo.”



Lo que nos lleva otra vez de vuelta al trabajo (y la relación social que existe dentro de la economía) como la fuente fundamental de los beneficios. Más aún, la idea (tan apreciada por los economistas pro-capitalistas) que el salario de un trabajador es el equivalente a los que este produce se ve violado todos los días en el mundo real. Como un economista crítico del dogma neo-clásico lo pone:

“Los gestores de las empresas capitalistas no están contentos simplemente con responder a los dictados del mercado igualando los precios al valor marginal del trabajo. Una vez que el trabajador ha entrado en el proceso de producción, las fuerzas del mercado han sido, por lo menos por un tiempo, reemplazadas. La relación esfuerzo-pago dependerá no sólo de las relaciones de intercambio del mercado sino también ... en las relaciones jerárquicas en la producción – en el poder relativo de los gerentes y los trabajadores dentro de la empresa.”



La economía capitalista está más preocupada con justificar el status quo que en estar en contacto con el mundo real. Afirmar que los salarios de los trabajadores representan su contribución y el beneficio representa la contribución del capital es simplemente, falso. El capital no produce nada (no hablemos ya de un excedente) a no ser que se use por el trabajador y por lo tanto los beneficios no representan la productividad del capital.

Otras justificaciones comunes del beneficio están basadas en afirmaciones sobre “las habilidades especiales” de un grupo reducido, por ejemplo como la habilidad de “asumir riesgos” o “creatividad” y son igualmente falsas como las que acabamos de explicar.

En cuanto a “asumir riesgos”, virtualmente toda actividad humana involucra tomar riesgos. Afirmar que los capitalistas deberían ser pagado por asumir los riesgos asociados con las inversiones es implícitamente afirmar que el dinero es más valioso que la vida humana. Después de todos, los trabajadores arriesgan su salud y su vida en el trabajo y muchas de las veces, los centros de trabajo más peligrosos están asociados con las pagas menores (las condiciones higiénicas y seguras en el trabajo pueden reducir los beneficios así que para recompensar el “riesgo” de los capitalistas, el riesgo de los trabajadores podría incluso aumentar). En el mundo al revés de la ética capitalista, a veces es más barato (o más “eficiente”) reemplazar una trabajadora que una inversión de capital.

La teoría del riesgo, además, falla al no tener en cuenta las distintas capacidades de toma de riesgos que se derivan de la desigualdad en la distribución de la riqueza de la sociedad. Como James Meade lo pone:

“Los propietarios pueden repartir sus riesgos poniendo pequeñas partes de su propiedades en una larga cartera de inversiones mientras que los trabajadores lo tienen difícil para poner pequeñas partes de sus esfuerzos en distintos trabajos. Esta es presumiblemente la principal razón por la que encontramos capital-riesgo alquilando trabajadores” y no vice versa



No es necesario decir que, la consecuencias más serias del “riesgo” normalmente son sufridas por las personas que pierden su trabajo, su salud e incluso su vida. Así que más que evaluaciones individuales determinando el “riesgo”, estas evaluaciones serán dependientes de la posición de clase de los individuos en cuestión. El riesgo, por lo tanto, no es un factor independiente y por lo tanto no puede ser la fuente de los beneficios. Así como se indica, otras actividades pueden involucrar mucho más riesgo y tienen una menor recompensa.

En cuanto al espíritu “creativo” que innova y crea beneficios, es cierto que los individuos ven nuevas potencialidades y actúan de formas innovadoras para crear nuevos productos o procesos. Sin embargo, como se discute en la siguiente sección, esta no es el origen del beneficio.

¿Por qué hay innovación y cómo afecta a los beneficios?[edit]

Hay una cierta cantidad de valor excedente en la economía en cualquier momento. La competencia determina cómo este excedente es creado y cómo se divide entre las empresas. En todo ello, la innovación tiene un papel clave.

La innovación ocurre para expandir los beneficios y sobrevivir a la competencia de otras compañías. Mientras los beneficios se puedan generar sin problemas (por ejemplo por competencia oligopolística o inflación) esto sólo puede ocurrir a costa de otras personas y otros capitales (ver sección C.5. y sección C.7. respectivamente). La innovación, sin embargo, permite la generación de beneficios directamente de la nueva o incrementada productividad (explotación) del trabajo. Esto es porque es en la producción en donde se producen los productos, y por tanto los beneficios, y la innovación resulta en nuevos productos y/o nuevos métodos de producción. Nuevos productos significa que las compañías puede acaparar más beneficios hasta que los competidores entren en el nuevo mercado y fuercen el precio de mercado hacia abajo por competencia. Los nuevos métodos de producción permiten que se incremente la intensidad de trabajo, lo que quiere decir que los trabajadores hacen más trabajo en relación a sus sueldos (en otras palabras, los costes de producción caen en relación al precio de mercado, lo que significa beneficios extra).

Así que mientras la competencia asegura que las empresas capitalistas innovan, la innovación es el medio por el que las empresas obtienen una ventaja en el mercado. Esto es porque la innovación significa que:

“los beneficios extras de los capitalistas vienen del proceso productivo .. cuando hay un aumento por encima de la media en la productividad del trabajo; los reducidos costes permiten a las empresas tener mayores beneficios que la media en sus productos. Pera esta forma de exceso de beneficios es sólo temporal y desaparece cuando los métodos de producción mejorados se generalizan.”



La innovación, además, en términos de nueva tecnología también se usa para ganar la guerra de clases en el centro de producción para los capitalistas. Como el objetivo de la producción capitalista es la de maximizar los beneficios, de ello se sigue que el capitalismo introducirá la tecnología que le permita extraer un mayor valor excedente de los trabajadores. Como argumenta Cornelius Castoriadis, el capitalismo:

“ha creado una tecnología capitalista, para sus propios fines, que no son de ninguna manera neutros. La verdadera esencia de la tecnología capitalista no es desarrollar la producción por la producción misma: su esencia es subordinar y dominar los productores."



De esta forma, las mejoras tecnológicas también pueden servir para incrementar el poder del capital sobre la mano de obra, para asegurar que los trabajadores hagan lo que se les dice. De esta forma, la innovación puede maximizar la producción de valor excedente intentando incrementar la dominación durante las horas de trabajo a la vez que se incrementa la productividad por nuevos procesos.

Este intento de incrementar los beneficios usando la innovación es la clave de la expansión capitalista y de la acumulación. Como tal, la innovación tiene un papel clave en el sistema capitalista. Sin embargo, la fuente de los beneficios no cambia y permanece en el trabajo, la técnica y la creatividad de los trabajadores en el centro de trabajo. Y debemos hacer hincapié en que la innovación por sí misma es una forma de trabajo – trabajo mental. Efectivamente, muchas compañías tiene departamentos de investigación y desarrollo en los que a grupos de trabajadores se les paga para generar nueva e innovadoras ideas para sus empleados. Y también debemos señalar que muchas innovaciones vienen de individuos que combinan esfuerzo físico y mental fuera de las compañías capitalistas. En otras palabras, los argumentos de que el trabajo mental por sí mismo es la fuente de la riqueza (o de los beneficios) es falso. Que este es el caso se puede ver de varias experiencias en control obrero (ver la siguiente sección) donde la igualidad creciente en el puesto de trabajo, de hecho, incrementa la productividad y la innovación. Estos experimentos muestran que, los trabajadores, cuando se les da la oportunidad, pueden desarrollar muchas “buenas ideas” y, igual de importante, ponerlas en funcionamiento. Por contra, un capitalista con una “buena idea”, sería incapaz de ponerla en funcionamiento sin trabajadores y es este hecho el que muestra que la innovación, por sí misma, no es la fuente de valor excedente.

¿El control obrero no sofocaría esta innovación?[edit]

Contrariamente a la apología capitalista, la innovación no es el monopolio de una clase elitista de los humanos. Está dentro de todos nosotros, aunque el necesario ambiente social necesario para hacer crecer y madurarlo en los trabajadores está aplastado por los centros de trabajo autoritarios de los capitalistas. Si los trabajadores realmente fueran incapaces de innovar, cualquier movimiento hacia mayor control de la producción por los trabajadores resultaría en una reducción de la productividad. Lo que uno realmente encuentra, sin embargo, es justo lo contrario: En los pocos ejemplos en donde el control obrero se ha implementado, la productividad se ha incrementado dramáticamente al concederle la oportunidad a la gente corriente, una oportunidad normalmente negada, de aplicar sus técnicas, talento y creatividad.

Como apunta Christopher Eaton Gunn:

"hay una creciente cantidad de literatura empírica que generalmente apoya las afirmaciones de eficacia económica en las empresas bajo control obrero, mucha de esta literatura se centra en la productividad, encontrándola frecuentemente positivamente correlacionada con los crecientes niveles de participación ... Los estudios que tienen en cuenta aspectos más amplios que los puramente económicos también tienden a apoyar las afirmaciones de la eficiencia en las empresas bajo control obrero . . Además, los estudios que comparan las preferencias económicas de grupos de empresas tradicionales y aquellas bajo control obrero apuntan a un mejor desempeño de estas últimas”.



Esto ha sido sorprendentemente confirmado en los estudios de las cooperativas Mondragón en el Estado Español, donde los trabajadores están democráticamente involucrados en las decisiones de producción y se les anima a innovar. Como George Bennello apunta:

"La productividad de Mondragon es muy alta – más alta que sus contrapartidas capitalistas. Eficacia, medida como el ratio de utilización de los recursos – capital y trabajo – con la salida, es mucho mayor que en las fábricas capitalistas comparables."



El ejemplo de los trabajadores de Lucus en Gran Bretaña, durante los años 70, otra vez indica el potencial creativo en espera de ser utilizado. Los trabajadores en Lucus crearon un plan que convertiría la compañía militar Lucus en una empresa que produciría bienes útiles para las personas ordinarias. Los trabajadores de Lucus diseñaron los productos ellos mismos, usando su propia experiencia en el trabajo y en sus vidas. Los gerentes simplemente no estaban interesados.

Durante la revolución española de 1936-1939, los trabajadores autogestionaron muchas fábricas siguiendo los principios de la democracia participativa. La productividad y la innovación en las colectividades fueron excepcionalmente altas. La industria metalúrgica es un buen ejemplo de ello. Como Augustine Souchy observa, al inicio de la Guerra Civil la industria metalúrgica en Cataluña estaba “muy poco desarrollada”. Sin embargo en meses, los trabajadores habían reconstruido la industria desde cero, convirtiendo las fábricas en productoras de material de guerra para las tropas antifascistas. Un par de días después de la revolución del 19 de julio de 1936, la compañía de automóviles Hispano-Suiza ya estaba convertida para la producción de coches blindados, ambulancias, armas y munición para el frente. Escribe Souchy:

“Los expertos estaban realmente impresionados de la pericia de los trabajadores en crear esta nueva maquinaria para producción de armas y munición. Muy pocas máquinas fueron importados. En un breve periodo de tiempo, doscientas prensas hidráulicas diferentes prensaba a más de 250 toneladas de presión, se construyeron 178 tornos giratorios, y cientos de máquinas de moler y taladradoras."



Similarmente, no había virtualmente ninguna industria óptica en el Estado Español antes de la revolución de julio, sólo unos cuantos talleres esparcidos. Después de la revolución, los pequeños talleres pronto fueron voluntariamente convertidos en centros de producción colectiva. Según Souchy:

“La más grande innovación fue la construcción de nuevas fábricas para aparatos e instrumentos ópticos. Toda la operación estaba financiada por contribuciones voluntarias de los trabajadores. En poco tiempo las fábricas entregaban cristales ópera, telémetros, binoculares, instrumentos estadísticos, gafas de protección de distintos colores y ciertos instrumentos científicos. También producían y reparaban equipo óptico para los frentes de guerra ... ahí donde los capitalistas habían fracasaron, la capacidad creativa de los miembros del Sindicato de Óptica de la CNT lo consiguió"



Por ello, lejos de ser una amenaza a la innovación, el control obrero la incrementaría y, más importante, la dirigiría hacia la mejora de la calidad de vida para todos y no para incrementar los beneficios de unos pocos. Este aspecto en una sociedad anarquista se discutirá más tarde en la sección I. También puedes ver las secciones J.5.10, J.5.11 y J.5.12 para más información en por qué los anarquistas apoyan la autogestión y por qué a pesar de su mayor eficacia y eficiencia, el mercado capitalista juega en su contra.

En breve, más que defender el beneficio capitalista (y las desigualdades que genera) el argumento de que la libertad aumenta la innovación y la productividad realmente apunta hacia el socialismo libertario y la autogestión obrera. Esto no es sorprendente, pues solo la igualdad puede maximizar la libertad y el control obrero (más que el poder capitalista) es la llave a la innovación. Sólo aquellos que confunden la libertad con la opresión del trabajo asalariado se sorprenderían de esto.

¿No son los ejecutivos trabajadores y por tanto creadores de valor?[edit]

Por supuesto se podría argumentar que los ejecutivos también son “trabajadores” y por lo tanto contribuyen al valor de los productos producidos. Sin embargo, este no es el caso. Aunque puede que no sean dueños de los instrumentos de producción, ciertamente son compradores y controladores de fuerza laboral, y bajo sus auspicios la producción es una producción capitalista. La creación de un estrato asalariado-esclavo de gerentes no altera la relaciones capitalistas de la producción. En efecto, el estrato de gerentes son, defacto, capitalistas. Como la explotación requiere de trabajo (“Hay trabajos y trabajos.” como expone Bakunin, “Está el trabajo de producción y está el trabajo de explotación” La Filosofía Política de Bakunin, p. 180.), los gerentes son como los “capitalistas trabajadores” de antaño y sus “salarios” vienen del valor excedente apropiado a los trabajadores y realizado en el mercado. O, para usar una analogía diferente, los gerentes son como los capataces a sueldo de los dueños de esclavos que no quieren manejarlos ellos mismos. El sueldo de los capataces viene del valor de los excedentes extraídos de los esclavos; no es en sí mismo, trabajo productivo.

El papel de explotación de los gerentes, no es por tanto, incluso si pueden ser despedidos, diferente del de los capitalistas. Más aún, los “accionistas y gerentes/tecnócratas comparten unas motivaciones comunes: llevarse un beneficio y reproducir la relación jerárquica que excluye a la mayoría de los trabajadores de la toma de decisión relevantes” (Takis Fotopoulos, "The Economic Foundations of an Ecological Society", p. 16, Society and Nature No.3, pp. 1-40)

Esto no quiere decir que el 100% de lo que hacen los gerentes sea explotativo. El caso es complicado porque el hecho de que hay una legítima necesidad de coordinación entre los varios aspectos del proceso de producción – una necesidad que se mantendría bajo el socialismo libertario y que se sería llevada a cabo por personas elegidas y revocable (y en algunos casos de forma rotatoria). (Ver sección I). Pero bajo el capitalismo, los gerentes se convierten en parásitos en proporción a su proximidad a la cúspide de la pirámide. De hecho, cuanta más distancia del proceso de producción, más alto es el salario; cuanto más cerca, es más probable que el “gerente” sea un trabajador con un poco más poder que la media. En las organizaciones capitalistas, cuanto menos haces, más obtienes. En la práctica los ejecutivos dejan a los subordinados realizar las funciones de coordinación y les niegan las importantes decisiones políticas. Al venir su poder de decisión de la naturaleza jerárquica de la empresa, podrían ser fácilmente reemplazados si las decisiones políticas estuvieran en manos de aquellas personas a las que afectan.

¿No es el interes una recompensa por esperar y por tanto justo?[edit]

La idea de que el interés es la recompensa por la “abstinencia” de los ahorradores es una idea común en la economía capitalista. Como Alfred Marshall argumenta:

“si admitimos que [un producto] es el resultado sólo del trabajo y no del trabajo y la espera, podemos sin dudar ser compelidos por una inexorable lógica para admitir que no hay justificación para el interés, la recompensa de la espera”



Mientras implícitamente reconociendo que el trabajo es la fuente de todo valor en el capitalismo (y que la abstinencia no es la fuente de beneficios), se afirma que el interés es una demanda justificada sobre el valor excedente producido por un trabajador.

¿Por qué es este el caso? La economía capitalista afirma que al “posponer el consumo” el capitalista permite que nuevos medios de producción se desarrollen por lo que debe ser recompensado por su sacrificio. En otras palabras, para tener capital como entrada, para pagar los gastos de ahora y obtener resultados en el futuro, alguien tiene que querer posponer su consumo. Este es un coste real y uno que la gente está dispuesto a pagar sólo si obtiene una recompensa por ello.

Esta teoría normalmente parece absurda a un crítico del capitalismo – de una forma simple, realmente ¿el dueño de una mina sacrifica más que el minero, o un rico accionista más que un trabajador trabajando en su planta de automóviles? Es mucho más fácil para una persona rica “posponer el consumo” que para alguien con ingresos medios. Esto se confirma por las estadísticas, pues como Simon Kuznets nota:

“solo los grupos con los más altos ingresos ahorran; el total de los ahorros por debajo del decil superior es prácticamente cero.”



Por tanto, la plausibilidad del interés como pago por los perjuicios de posponer el consumo se basa en la premisa de que la típica unidad de ahorro es una familia de poco o medianos ingresos. Pero en las sociedades capitalistas contemporáneas, este no es caso. Tales familias no son la fuente de la mayor parte del ahorro; la mayor parte del pago de intereses no van a ellos.

Para presentar este punto de forma diferente, los capitalistas defensores del interés solo consideran el “posponer el consumo” como una abstracción, sin hacerlo concreto. Por ejemplo, un capitalista puede “posponer el consumo” de 48 Rolls Royces porque necesita el dinero para actualizar cierta maquinaria en su empresa; mientras que una madre soltera puede que tenga que “posponer el consumo” de comida o de un hogar adecuado para intentar tener mejor cuidado a su hijo. Las dos situaciones son absolutamente diferentes, sin embargo, los capitalistas las igualan. Esta ecuación implica que “no poder comprar nada de lo que se quiere” es igual que “no poder comprar nada de lo que se necesita”, y por lo tanto desvirtuando la obvia diferencia en coste de posponer estos consumos.

Proudhon comenta que el préstamo de capital:

“no requiere sacrificio real por parte de los capitalistas” y por tanto “no se priva a sí mismo ... del capital que presta. Lo presta, por el contrario, precisamente porque el préstamo no le supe una privación; lo presta porque no le tiene uso para sí mismo, estando suficientemente provisto de capital sin él; lo presta, finalmente, porque no tiene intención o no tiene la capacidad de hacerlo valioso para él mismo, -- porque, si se lo guardara en sus propias manos, este capital, estéril por naturaleza, seguiría estéril, mientras que, al prestarlo le da un interés que permite al capitalista vivir sin trabajar. Ahora, vivir sin trabajar es, tanto en economía política como moral, una propuesta contradictoria, una cosa imposible"



Continúa:

“El propietario que posee dos fincas, una en Tours y otra en Orleans, y que se ve obligado a fijar su residencia en la que usa, y consecuentemente a abandonar su otra residencia, ¿ puede este propietario afirmar que se priva a sí mismo de nada, porque no es, como Dios, ubicuo en acción y presencia? Lo mismo que decir de aquel que vive en Paris y se ve privado de una residencia en Nueva York ! Confesar pues, que la privatización del capitalista es como la del amo que ha perdido a sus esclavo, como la del príncipe expelido por sus súbditos, o la del ladrón, que, queriendo entrar en una casa, encuentra a los perros alerta y a los inquilinos en las ventanas.”



En el mundo capitalista, un industrial que no puede comprarse una tercera casa “sufre” un coste equivalente a aquel que pospone el consumo para conseguir algo que necesita. Similarmente, si el industrial “gana” cientos de veces más en intereses que el salario del minero que trabaja en su mina, el industrial “sufre” cientos de veces más incomodidades viviendo en su palacio que el minero trabajando en la mina en condiciones peligrosas. La “desutilidad” de posponer el consumo mientras se vive en lujuria es obviamente 100 veces más grande que la “desutilidad” de trabajar para comer y por lo tanto debe de ser recompensada apropiadamente. Por supuesto, la diferencia es que los defensores del capitalismo sienten que los capitalistas se merecen compensación por sus “restricciones” en anticipación de las ganancias futuras, mientas al mismo tiempo negándose a reconocer la ambigüedad de esta afirmación.

Después de todo, como Joan Robinson dice: “ esperar sólo quiere decir ser dueño de la riqueza”. (Contribuciones a la Economía Moderna, p. 11) El interés no es la recompensa por “esperar”, más bien, es una de las recompensas por ser rico.

No es de extrañar, entonces, que la teoría neoclásica halla introducido el termino esperar como una “explicación” por los retornos al capital (como en el interés). Antes de este cambio en la jerga económica se usaba la noción de “abstinencia” (un término inventado por Nassau Senior) para dar cuenta (y por lo tanto justificar) el interés. Así como la “teoría” de Senior fue tomada para defender los retornos al capital, también lo fue el término “espera” después de ser introducida en 1887. Es interesante como, aún describiendo la misma cosa, “esperar” se convirtió en el término preferido simplemente porque tenía menos apología pegada al mismo. De acuerdo con Marshall, el término “abstinencia” podía “ser malentendido” porque simplemente había demasiados ricos que recibían intereses y dividendos sin que nunca se tuvieran que abstenerse de nada (como explica: “los grandes acumuladores de riqueza son personas muy ricas, algunas [!] de las cuales viven en la lujuria" [Op. Cit., p. 232]). Así que optó por el término “espera” porque tenía “ventajas” en su uso, particularmente, porque los socialistas habían ya señalado el hecho obvio de que los capitalistas no se “abstenían” de nada (ver Marshall, Op. Cit., p. 233). La lección es obvia, en la corriente principal de economía, si la realidad entra en conflicto con la teoría, no reconsideres la teoría, ¡cámbiala de nombre!

Ciertamente, como Joan Robinson apunta, las teorías pro-capitalistas de la abstención son erróneas,

“ya que el ahorro se produce principalmente de los beneficios, y los salarios reales tienden a ser menores cuanto más grande es el beneficio, la abstención asociada al beneficio es mayoritariamente llevada a cabo por los trabajadores, que no reciben ninguna parte de la 'recompensa'”



Decir que aquellos que tienen capital pueden reclamar una porción del producto social por abstenerse o por esperar no nos da ninguna explicación de qué es lo que hace que la producción dé beneficios, y por lo tanto hasta qué punto se pueden pagar intereses y dividendos. Basarse en la teoría de la “espera” para explicar porqué existen los retornos del capital representa nada más que una reticencia de los economistas a enfrentarse a las fuentes de la creación de valor en una economía o a analizar las relaciones sociales entre trabajadores y gerentes en la fábrica. Hacerlo sería poner en cuestión toda la naturaleza del capitalismo y sus reclamaciones de estar basado en la libertad.

¿Pero no justificaría el valor en el tiempo del dinero cargar un interés?[edit]

Hace falta decir más sobre el interés, ya que un capitalismo más igualitario (si tal cosa existiera) aún tendría interés, y la mayor igualdad podría incluso usarse como base para justificarlo.

El concepto histórico que los defensores del capitalismo presentan para justificar el interés (o la apropiación del excedente en general) empieza normalmente en una ficticia comunidad de iguales. La teoría de la preferencia temporal del interés se basa en dicha ficción. Nos presentan con el argumento de que los distintos individuos tienen distintas “preferencias temporales”. La mayor parte de los individuos, según dicen, prefieren consumir ahora en vez de después, mientras unos pocos prefieren ahorrar ahora en la condición de que podrán consumir más después. El interés es por lo tanto, el pago que anima a las personas a diferir su consumo y por lo tanto es dependiente de la evaluación subjetiva de los individuos.

Basado en este argumento, muchos defensores del capitalismo afirman que es legítimo para una persona que provee capital el recibir más de lo que han puesto por el “valor del dinero en el tiempo”. Esto es porque la persona que provee de maquinaria, herramientas etc... ha tenido que posponer X cantidad de consumo que podía haber tenido con su dinero. Los proveedores de capital sólo recibirán de vuelta X cantidad de poder de consumo más tarde, después de que hallan pagado por la maquinaria etc.. recibiendo una porción, en el tiempo, del mayor resultado que se se ha producido gracias a esa maquinaria. Como las personas prefieren el consumo ahora al consumo más tarde, sólo pueden ser persuadidos de abandonar el consumo ahora con la promesa de recibir más después. Por ello, los retornos del capital están basado en este “valor del dinero en el tiempo” y el argumento de que las personas tienen distintas “preferencias temporales”

Que la idea de no hacer nada (no consumir) puede ser considerada tan productiva dice mucho acerca de la teoría capitalista. Incluso los defensores del capitalismo reconocen que los ingresos debido a los intereses

“aparece independientemente de ningún acto personal del capitalista. Le llega a pesar de que no ha movido un dedo para crearlo ... y le llega sin ni siquiera extinguir ese capital del que se origina, y por lo tanto sin ningún límite necesario para su continuidad. Es, si uno se puede permitir tal expresión en materias mundanas, capaz de una vida eterna.”



Ni que decir tiene que Bohm-Bawark después continuó justificando esta situación.

No olvidemos que, debido a la decisión de alguien de no hacer nada (no consumir), una persona (y su descendencia) puede recibir para siempre una recompensa que no está atada a ninguna actividad productiva. Al contrario que la gente que realmente realiza el trabajo (que sólo pueden obtener una recompensa cada vez que “contribuyen” en la creación de un producto), los capitalistas serán recompensado sólo por el acto de abstención. Esto es a penas un arreglo. Como escribe David Schweickart:

"El capitalismo recompensa a ciertos individuos perpetuamente. Esto, si se justifica con el canon de la contribución, se tendrá que defender también que ciertas contribuciones son ciertamente eternas."



Además, el receptor de los intereses puede pasar el beneficio de esta única decisión a su familia después de que muera, haciendo más débil todavía el argumento de la “abstención”.

Fue en la debilidad de las teorías de la “abstinencia” o la “espera” que Bohm-Bawark sugirió la teoría de las “preferencias temporales” (básicamente que el excedente se genera por el intercambio de bienes presentes por el de bienes futuros, ya que los bienes futuros se valoran menos que los bienes presentes debido al “valor del dinero en el tiempo”). Por supuesto esta teoría está sujeta exactamente a los mismos puntos que describimos en la sección anterior. La psicología de una persona está condicionada por la situación social en la que se encuentra. Al igual que “abstenerse” o “esperar” es mucho más fácil cuando uno es rico, las “preferencias temporales” también están determinadas por la posición social de cada uno. Si uno tiene dinero suficiente para las necesidades presentes, uno puede más fácilmente “descontar” el futuro (por ejemplo, los trabajadores valorarán el producto futuro de su trabajo menos que su salario actual simplemente porque sin esos salarios no habría futuro). Y si la “preferencia temporal” depende de los factores sociales (tales como los recursos disponibles, la clase a la que uno pertenece etc..) entonces el interés no se puede basar en evaluaciones subjetivas, ya que no son factores independientes. En otras palabras, los ahorros no expresan las “preferencias temporales”, simplemente expresan la extensión de la desigualdad.

Incluso si ignoramos el problema de que la desigualdad influye en la “preferencia temporal” de las personas, esta teoría aún no ofrece una defensa del interés. Vale la pena citar al notable economista post-keynesiano Joan Robinson en porqué esto es así:

“La noción de los que los humanos descuentan el futuro ciertamente parece corresponder con la experiencia subjetiva de cada uno, pero la conclusión que se extrae de esta no es la misma, pues para la mayoría de las personas tiene suficiente sentido querer ser capaz de ejercer poder de consumo por todo el tiempo que el destino permita, y muchas personas están en la situación de tener un mayor ingreso en el presente que el que estiman que tendrán en el futuro (los asalariados se tendrán que retirar, los empresarios pueden estar mejor ahora de lo que parece que será más tarde, etc) y muchos miran más halla de sus propias vidas y desean dejarles poder de consumo a su descendencia. Por lo que son muchos ... los que buscan con ahínco un vehículo para llevar poder de compra al futuro .. Es imposible decir qué precio regiría si hubiera un mercado de poder de compra presente versus poder de compra futuro, no influenciado por nada más que por los deseos de los individuos sobre su patrón-tiempo de consumo. Puede que dicho mercado resulte en una tasa negativa de descuento... La tasa de interés es normalmente positiva por unas razones bien distintas. El poder actual de compra es valorable parcialmente porque, bajo las reglas del juego capitalista, se permite a su dueño ... emplear fuerza laboral y poner en marcha una producción que le reporte un excedente de ingresos sobre los costes. En una economía en la que la tasa de beneficios se espera que sea positiva, la tasa de interés es positiva . . . [ y por lo tanto ] el valor presente de poder de compra es mayor que su valor futuro ... Esto no tiene nada que ver con la tasa de descuento subjetiva del individuo en cuestión ...”



El interés tiene pues, poco que ver con las “preferencias temporales” y mucho más que ver con las desigualdades asociadas al sistema capitalista. En efecto, la teoría de la “preferencia temporal” asume lo que intenta probar. El interés es positivo simplemente porque los capitalistas se pueden apropiar del excedente de los trabajadores por lo que el valor del dinero actual es mayor del dinero en el futuro. En un mundo incierto, el dinero futuro puede ser su propia recompensa (por ejemplo, los trabajadores que se enfrentan al desempleo en el futuro pueden valorar más una cantidad de dinero entonces que la misma cantidad en el presente). El dinero ahora es más valioso sólo porque el dinero provee la autoridad de asignar los recursos y explotar el trabajo asalariado. En otras palabras, el capitalista no provee “tiempo” (como la “teoría del tiempo” argumenta), provee autoridad y poder.

Así pues, ¿la persona que ahorra merece una recompensa por ahorrar? Simplemente no. ¿Por qué? Porque el acto de ahorrar no es más un acto de producción que el comprar un producto. Claramente la recompensa de comprar un producto es el producto mismo. Por analogía, la recompensa de ahorrar no debería ser el interés sino el propio ahorro – la capacidad de consumir más tarde.

Los capitalistas asumen que las personas no ahorrarán a no ser que se les prometa la posibilidad de consumir más más tarde, pero una examen de cerca de este argumento nos muestra su absurdidad. Las personas en muchos sistemas económicos diferentes ahorran para poder consumir más tarde, pero sólo en el capitalismo se asume que necesitan una recompensa para ello más allá de la recompensa de tener esos ahorros disponibles para consumir después. El granjero campesino “pospone el consumo” para poder tener grano que plantar el año que viene, la ardilla “pospone el consumo” de nueces para tener existencias durante todo el invierno. Pero ninguno espera ver sus almacenes crecer con el tiempo. Por lo tanto, ahorrar se recompensa con el ahorro, así como el consumo es recompensado con el consumo. De echo, “la explicación” capitalista del interés tiene todas las características de las apologías. Es sólo un intento de justificar una actividad sin analizarla cuidadosamente.

Para estar seguro, hay una verdad económica que sirve de base a este argumento para justificar el interés, pero la formulación por los defensores del capitalismo es inadecuada y poco afortunada. Hay un sentido en el que “esperar” es una condición para el incremento del capital, pero no para el capital per se. Cualquier sociedad que desea aumentar sus existencias de bienes capitales puede que tenga que posponer alguna gratificación. Las fábricas y recursos utilizados para producir bienes capitales, después de todo, no se pueden utilizar para producir productos de consumo. Así que, como en la mayor parte de la economía capitalista, hay un grano de verdad en ella pero este grano se usa para hacer crecer un bosque de medias verdades y confusión.

Cualquier economía es una red, donde las decisiones afectan a todos. Por lo tanto, si algunas personas no consumen ahora, la producción se mueve fuera de la producción de bienes, y esto tiene un efecto para todos. O, para ponerlo de una manera ligeramente diferente, la demanda agregada – y por lo tanto la oferta agregada – se cambia cuando algunas personas posponen el consumo, y esto afecta a los demás. El decremento en la demanda de bienes de consumo afecta al productor de estos bienes. Bajo el capitalismo, esto puede resultar en que personas tengan que “posponer el consumo” ya que no pueden vender sus productos en el mercado; pero los defensores del capitalismo asumen que sólo los capitalistas se ven afectados por su decisión de posponer el consumo, y por lo tanto deberían ser recompensados por ello. Ciertamente, el porqué una persona debería ser recompensada por una decisión que puede causar que algunas empresas vayan a la quiebra, reduciendo la cantidad de medios de producción a la reducción de la demanda resultar en la pérdida de trabajos y fábricas paradas, ni siquiera se considera con un tema a tratar por los defensores del capitalismo.

Por último, debemos considerar lo que el interés realmente significa. No es lo mismo que otras formas de intercambio. Proudhon señaló las diferencias:

“Comparando un préstamo a una venta, uno dice: Tus argumentos son tan válidos tanto para uno como para otro, pues el sombrero que vende sombreros no se priva de nada. No, pues recibe por sus sobreros – al menos se supone que debe recibir por ellos -- su exacto valor inmediatamente, ni más ni menos. Pero el prestamista capitalista no sólo no se priva de nada, ya que recibe su capital intacto, pero recibe más que su capital, más de lo contribuye al intercambio; recibe además a su capital, un interés que no representa un producto positivo de su parte. Ahora, un servicio que no requiere trabajo para aquel que lo ofrece es un servicio que puede convertirse en gratuito.”



Así, vender el uso del dinero (pagado por el interés) no es lo mismo que vender un producto. El vendedor de un producto no recibe el producto de vuelta así como su precio. En efecto, como con la renta y los beneficios, el interés es un pago por permiso para usar algo y, por lo tanto, no es un acto productivo que debería ser recompensado. Últimamente, el interés es una expresión de desigualdad, no de intercambio:

“Si hay un malabarismo en decir que 'dinero ahora' es un producto distinto a 'dinero después', no es de ninguna manera inofensivo, pues el efecto intencionado es que los prestamistas se incluyan bajo la rúbrica del intercambio ... [pero] hay diferencias obvias ... [ pues en el intercambio de los productos normales ] las dos partes tiene algo [ mientras que en el préstamo ] él tiene algo que tú no .. [ por lo tanto ] la desigualdad domina la relación. Él tiene más de lo que tú tienes ahora, y él recibirá más de los que él dé.”



Así, el préstamo de dinero es, para el pobre, no una opción entre consumir ahora/menos después y consumir ahora/más después. Si no hay consumo ahora, no habrá consumo después. Además, incluso en un capitalismo relativamente igualitario, el interés implica que el productor del nuevo capital no está produciendo productos. Los futuros capitalistas han “pospuesto el consumo” y han permitido que una máquina sea creada. Entonces la ofrecen para que otras personas la usen pagando una tasa, pero no venden un producto, están alquilando el uso de algo. Y dar permiso no es un acto productivo (como se describe más arriba).

Es por ellos que proveer capital y cargar un interés no son actos productivos. Como Proudhon argumenta:

“toda la renta recibida (nominalmente como daño, pero realmente como pago por un alquiler) es un acto de propiedad – de robo [hurto].”



En otras palabras, el capitalismo está basado en la usura, pagar por el uso de algo. El dueño de la máquina ha “pospuesto su consumo” y por lo tanto es “recompensado” con trabajadores asalariados a los que mandar y recibe más de lo que ha originalmente puesto. Además, los productores han fabricado los productos los que el dueño de la máquina se cobra y además ¡ aún tiene la máquina! Esto significa que el interés pagado se ha cogido del trabajo de aquellos que usan la máquina, que acaban con nada más al final que sus salario y por lo tanto seguirán siendo siervos asalariados buscando nuevo jefe. No es de extrañar que Proudhon argumentara que “¡La Propiedad es Robo!”

El interés es un contra, puro y simple. No es de extrañar que tanto los anarquistas individualistas como los socialistas se han opuesto a él. Ben Tucker asumía que la banca mutualista, además de reducir el interés a cero, también incrementaría el poder de los trabajadores en la economía, queriendo decir que el trabajador estaría en una posición de rechazar el trabajar para un capitalista a no ser que acordaran un acuerdo de alquiler-compra del capital que estaban usando (ver sección G). Los anarquistas socialistas, se dieron cuenta que los libre acuerdos entre sindicatos y comunas eran capaces de asegurar una inversión adecuada en nuevos medios de producción. También reconocieron la red de influencias comunes en cualquier economía avanzada, y por lo tanto ya que todos están afectados por las decisiones de inversión, todos tendrían algo que decir sobre las mismas (ver sección I).


Categoría:C - ¿Cuáles son los mitos de la economía capitalista?