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¿Qué significa anarcofeminismo?

From Anarchopedia
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En muchas ocasiones se comete el error de pensar la lucha feminista como una sola y única. La creencia de que todas las que nos podemos considerar feministas luchamos por lo mismo y de la misma manera está muy extendida, lo cual es un error, puesto que el feminismo no es una teoría completa, si no transversal y siempre ha de ir acompañada de un, llamémosle, epíteto, que será lo que marque la diferencia. La única característica en común que tienen todos los movimientos feministas sería la toma de conciencia por parte de la mujer de la opresión padecida, todo lo demás varía, como veremos a continuación:

Anarcofeminismo[edit]

El movimiento anarquista tiene como objetivo primordial la consecución de un espacio de relaciones entre iguales, la destrucción del poder ilegítimo, la subordinación y la opresión en todas sus formas y la consecución de una sociedad sin clases donde la solidaridad, la igualdad, la libertad, el apoyo mutuo y, por tanto, la felicidad sean las características propias de la futura sociedad libertaria. La consecución de la an-arquía. En este sentido y concretamente en la búsqueda de una sociedad no jerárquica y sin relaciones de poder (opresor/a – oprimido/a) es donde tiene su razón de ser un movimiento feminista de mujeres anarquistas: el anarcofeminismo.

El anarcofeminismo se arroga a luchar contra la subordinación y opresión de las mujeres en todos los ámbitos de la vida (económicos, sociales, familiares) y promueve la búsqueda de espacios de relaciones no jerárquica, tanto entre sexos como entre individuos. El horizonte es la equidad social entre sexos, el enemigo el Patriarcado -en cuanto opresión, poder y control social estructurales- en el cual las mujeres son las principales afectadas; el enemigo es la sociedad jerárquica y autoritaria, por ende.

Los patrones que definen y conforman la(s) figura(s) de autoridad se fundamentan y perpetúan en el contexto de la sociedad patriarcal; en la que el poder, la autoridad, la dominación, la agresividad, la competición, etc., son rasgos asociados a lo masculino y altamente valorados en sociedades autoritarias. Lo femenino, vinculado a valores no autoritarios –cooperación, empatía, sensibilidad, etc.-, es devaluado. La esfera de lo público (la cultura en último término) ha sido reservada al hombre; la esfera de lo privado (la familia, el cuidado de la progenie, lo asociado a la naturaleza por tanto) a la mujer. El papel adjudicado a las mujeres, tradicionalmente, ha propiciado que el ser protagonistas, tomar la palabra, decir lo que se piensa y tener seguridad en una misma sea difícil de conseguir en un sentido pleno.

Romper con los paradigmas femenino y masculino, conseguir un marco de convivencia equivalente en que ser hombre o ser mujer no importe a efectos prácticos, pasa por conseguir la desestratificación de la sociedad, sin géneros y sin clases, las dos construcciones sociales por antonomasia. La emancipación de las clases oprimidas, la destrucción de la sociedad de clases ha de venir de la mano de la emancipación del género oprimido y de la destrucción de los géneros en cuanto categoría social.

Pero, se preguntaran algunos/as, ¿por qué crear una organización exclusiva de mujeres dentro del movimiento anarquista?

Mujeres Libres (n°11, 1938)

La opresión específica sufrida por las mujeres, tanto dentro del movimiento como fuera de él, debido a los vicios arraigados en las relaciones sociales por milenios de Patriarcado, hace que un movimiento específico de emancipación femenina sea necesario. La emancipación de las mujeres ha de ser obra de las mujeres mismas o no será. El principio de la acción directa y la autogestión priman en las luchas anarquistas y han de ser la premisa en que se sustente la Revolución Social que tanto ansiamos: estos dos pilares del anarquismo son, en el caso del anarcofeminismo, los que reafirman la idoneidad de un movimiento de emancipación exclusivo de mujeres por ser éstas las afectadas primeras de la opresión y subordinación por cuestiones de sexo. Y es importante esta lucha porque, sin la desaparición de todos los tipos de opresión existentes (económicos, sociales, clasistas, sexistas...) la futura revolución o no llegará o de hacerlo lo hará lastrada, con vicios autoritarios en sí. ¿Qué papel jugarían en este sentido los hombres? Para ellos quedaría la concienciación y revisión de sus propias actuaciones, además del necesario análisis sobre cómo el patriarcado afecta y condiciona sus actitudes (cuestionamiento del tradicional "yo-masculino"). El poder corrompe y hace que uno se acomode a según que privilegios, y muchos hombres se encuentran con la dificultad de identificar la explotación específica de la mujer como tal: como explotación negativa que ha de ser eliminada. El camino ha de andarse juntos, pero sin la actuación protagonista de las mujeres en este terreno será difícil acabar con una explotación que se lleva ejerciendo desde la noche de los tiempos y que se ha normalizado de tal manera que, o se señala, se evidencia y se acaba con ella, o se perpetuará como ha venido ocurriendo.

El patriarcado ha sido identificado como un arquetipo de sociedad: autoritaria, jerárquica, competitiva... Es la representación estructural de la sociedad autoritaria por antonomasia. Y la sufrimos todos/as, hombres y mujeres. Empero, la principal victimizada históricamente ha sido la mujer, junto con niños y ancianos. Los movimientos feministas, en algunos casos, se han dado cuenta de que –sin haberlo acordado- han llegado a formas de organización no jerárquicas, sin relaciones de autoridad, en donde la individualidad de cada cual es respetada al máximo así como sus opiniones y acciones. El nexo entre anarquismo y feminismo está ahí y ha sido puesto de relieve en muchas ocasiones. Por ello, la conformación de personalidades autónomas es el antídoto para esta sociedad jerárquica y autoritaria. La potenciación de está característica –la autonomía- que subvierte los roles de aceptación de la sumisión, de la explotación y de la subordinación e inocula el germen de la rebelión en la sociedad establecida, es inherente a los movimientos genuinamente emancipadores, por tanto es consustancial al anarcofeminismo.

El "feminismo clásico" (y derivados) no es revolucionario: era sufragista en un primer momento, y reformista y legalista en la actualidad. El anarcofeminismo sí es revolucionario: es la extensión de la lucha por la emancipación llevada a cabo por los anarquistas, aplicada al ámbito de las relaciones humanas mediatizadas por la sexualidad. No consiste en sustituir un poder por otro poder (encumbrar generalas donde había generales, ejecutivas donde encontrábamos ejecutivos, presidentas donde presidentes...), se trata de colectivizar el poder. Se engloba por tanto en el ideario libertario: una sociedad de hombres y mujeres libres conviviendo y tomando decisiones en condiciones de igualdad. Las cuotas de poder, las reformas legales, la paridad en cargos públicos, etc., no importan al movimiento anarquista de mujeres, como es obvio. Tendrá su repercusión en sus vidas, no lo ponemos en duda. Pero eso es cosa del feminismo oficial.

El anarcofeminismo desempeña su acción en lo cotidiano, y de ahí al infinito y más allá. Cambiando mentalidades, combatiendo convencionalismos, luchando por la equivalencia entre sexos. Cambiando leyes poco se va a conseguir: cambiando mentes y actitudes, las leyes serán innecesarias. Cambiemos el sistema en sí y las mentes que lo sustentan. He ahí el cometido.

Representantes del anarcofeminismo son: Nelly Roussell, Emma Goldman, Peggy Kornegger. En España: Teresa Mañé, Federica Montseny, Teresa Claramunt, Sara Berenguer y aquellas que participaron en la realización de la revista Mujeres Libres (Lucía Sánchez Saornil y su hermana Concha, Amparo Poch, Mercedes Comaposada, Lola Iturbe, Trini Urién, Mª Luisa Cobos, Josefa Tena y más, más, más...) aún sin declararse estrictamente anarcofeministas.

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