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Revolución Cubana

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[[Archivo:Revolución Cubana.JPG|300px|right|thumb|Pintada alusiva a la Revolución cubana en una calle de La Habana]] La Revolución Cubana es un proceso revolucionario que a partir de 1959 convirtió a Cuba en un país socialista liderado por Fidel Castro, si bien, por extensión, también se considera como tal al conjunto de radicales transformaciones que el gobierno de aquél provocó desde entonces en la isla. [1]

Introducción[edit]

En la historia de Cuba hay tres períodos de gran importancia, entre estos se puede encontrar el período colonial, comprendido entre los años 1510 y 1898; el segundo período, en el que Cuba enfrenta al imperialismo de los Estados Unidos, desde 1898 hasta 1959, y por último el período actual de la revolución socialista.

Antecedentes[edit]

En 1925 se funda el primer partido leninista de Cuba y de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (C.N.O.C).

El 4 de septiembre de 1933 Fulgencio Batista, antiguo sargento - taquígrafo ascendido a coronel durante la revolución antimachadista, instaló en el poder, mediante un golpe militar, a una Pentarquía, a la que siguió el gobierno de Grau San Martín. La revolución parecía haber alcanzado sus objetivos: Grau llevó a cabo una política socialista, mientras las centrales azucareras eran ocupadas masivamente por los obreros. Pero la falta de coordinación entre las diversas fuerzas que habían derrotado a Machado favoreció el éxito del golpe militar de Batista, convertido en el nuevo hombre de confianza de los Estados Unidos, que derribó a Grau, en enero de 1934, e instaló en la presidencia al coronel Carlos Mendieta. La revolución había terminado, y sus últimos ramalazos fueron brutalmente sofocados por Batista (huelga general de 1935, muerte del líder guerrillero Antonio Guiteras). Aunque se habían conseguido algunas mejoras, como el reconocimiento de la jornada laboral de 8 horas, la autonomía para la Universidad de La Habana y la derogación de la enmienda Platt.

La enmienda Platt[edit]

Que en cumplimiento de la declaración contenida en la resolución conjunta aprobada en 20 de abril de 1898, intitulada "Para el reconocimiento de la independencia del pueblo cubano", exigiendo que el gobierno de España renuncie a su autoridad y gobierno en la isla de Cuba, y retire sus fuerzas terrestres y marítimas de Cuba y de las aguas de Cuba y ordenando al Presidente de los Estados Unidos que haga uso de las fuerzas de tierra y mar de los EE.UU. para llevar a efecto estas resoluciones, el Presidente, por la presente, queda autorizado para dejar el gobierno y control de dicha isla a su pueblo, tan pronto como se haya establecido en esa isla un Gobierno bajo una Constitución, en la cual, como parte de la misma, o en una ordenanza agregada a ella se definan las futuras relaciones entre Cuba y los EE.UU. sustancialmente, como sigue:

1.- Que el Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún Poder o Poderes extranjeros ningún Tratado u otro convenio que pueda menoscabar o tienda a menoscabar la independencia de Cuba, ni en manera alguna autorice o permita a ningún Poder o Poderes extranjeros, obtener por colonización o para propósitos militares o navales, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha isla.
2.- Que dicho gobierno no asumirá o contraerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización definitiva, después de cubiertos los gastos corrientes del Gobierno, resulten inadecuados los ingresos ordinarios.
3.- Que el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos puedan ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado, para la protección de vidas, la propiedad privada y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EE.UU. por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba.
4.- Que todos los actos realizados por los Estados Unidos en Cuba durante su ocupación militar, sean tenidos por, válidos, ratificados y que todos los derechos legalmente adquiridos a virtud de ellos, sean mantenidos y protegidos.
5.- Que el Gobierno de Cuba ejecutará y en cuanto fuese necesario cumplirá con los planes ya hechos y otros que mutuamente se convengan para el saneamiento de las poblaciones de la Isla, con el fin de evitar el desarrollo de enfermedades epidémicas e infecciosas, protegiendo así al pueblo y al comercio de Cuba, lo mismo que al comercio y al pueblo de los puertos del Sur de los Estados Unidos.
6.- Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma.
7.- Que para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba de vender o arrendar a los EE.UU. las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los EE.UU.
8.- Que para mayor seguridad en lo futuro, el Gobierno de Cuba insertar las anteriores disposiciones en un tratado permanente con los Estados Unidos.

El apéndice constitucional, bajo ultimátum norteamericano, fue aceptado por la Convención cubana en la sesión del 12 de junio de 1901. [2]

El poder extraño que expulsó a España se colocó en su lugar. La Enmienda Platt legalizó con ropaje jurídico ese poder ilegal.

Esta especie de Constitución que tenía como principal objetivo mostrar las ventajas que ejercía Estados Unidos sobre la Isla de Cuba, y que decía que EE.UU. defendería la independencia de la misma, no era nada más que la prueba de un simple reglamento que debería obedecer Cuba para conservar su independencia; la clara explicación de las reglas que debía obedecer la "colonia". Porque la palabra colonia, nada más y nada menos porque la condición para conservar la "independencia" era suministrarle a Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales, que obviamente serían ubicadas de acuerdo a las preferencias del presidente de EE.UU. Estados Unidos tenía el derecho de intervenir convenientemente de acuerdo a sus necesidades. De aquí nace el principio neocolonial de los Estados Unidos.

El país se encontraba bajo el entero control de Batista, que era apoyado incondicionalmente por los Estados Unidos. En 1935 el 25% de la población era analfabeta, y la misma cifra correspondía a la población activa que se encontraba en una situación de paro permanente; a ello contribuyeron el decrecimiento de la inversiones estadounidenses y la reducción de la cuota de exportación de azúcar a los Estados Unidos. Tan solo un considerable desarrollo demográfico pudo compensar el cese de la inmigración y, en el año 1940, Cuba alcanzó una cifra de 4.778.583 habitantes. La crisis solo fue superada por la prosperidad que se originó a raíz de la Segunda Guerra Mundial. La alianza mundial de los países socialistas y capitalistas contra las potencias del Eje repercutió en la política interna de Cuba. La suavización de las formas de gobierno se evidenció con la promulgación de la Constitución de 1940, y Batista, transformado en el portaestandarte del antifascismo, fue elegido presidente con el apoyo de los comunistas, encuadrados desde 1938 en el Partido Socialista Popular; en diciembre de 1941, Cuba declaró la guerra a las potencias del Eje. En los años posteriores el movimiento obrero se extendió considerablemente, pero su dirección pasó a manos de líderes reformistas que supieron aprovechar con habilidad las ventajas de la expansión económica originada por los altos precios de guerra. Los principales focos de oposición a Batista se localizaban en los sectores de clase media encuadrados en el Partido Revolucionario Auténtico, cuyo dirigente, Grau San Martín, triunfó en las elecciones de 1944. Batista aceptó su derrota, y sus partidarios fueron apartados de los altos cargos del ejército por Grau, que a partir de 1947 inició una política de represión contra el movimiento obrero comunista (dentro de ésta se halla el asesinato del líder azucarero Jesús Menéndez). Al mismo tiempo, la prosperidad azucarera acarreó una vuelta a la corrupción, contra la que lucho el Partido Ortodoxo, movimiento cívico de oposición, fundado en 1946 por Eduardo R. Chibás. La presidencia de Carlos Prío Socarrás, elegido en 1948, se caracterizó por un decisivo alineamiento con la política internacional de los Estados Unidos y el aumento de los vicios administrativos del período anterior. El suicidio de Chibás, ocurrido en agosto de 1951, provocó una campaña de protesta nacional, y sus repercusiones hicieron prever el éxito de los ortodoxos, apoyados por el PSP, en las próximas elecciones. Batista se anticipó a ellas mediante un golpe militar con el apoyo estadounidense (10 de marzo de 1952) e inició su último período de gobierno, instaurando un régimen dictatorial: la Constitución de 1940 fue suspendida, y los partidos políticos, disueltos. El 47% de las tierras cultivadas pertenecía a las grandes compañías estadounidenses, la tasa de analfabetismo alcanzaba un 23% de la población, y el constante crecimiento demográfico iba repercutiendo en un fuerte desempleo. La vanguardia de la oposición popular a Batista la constituían los universitarios de la Habana, en su mayoría influidos por la doctrina ortodoxa. Uno de ellos Fidel Castro, dirigió un ataque al cuartel de Moncada.

La situación que azotaba al pueblo cubano era insostenible, tanto las tasas de analfabetismo, como la baja en las exportaciones de azúcar; que culminarían con éxodos a gran escala. La extrema pobreza de sus campos debía convivir con la burguesía del azúcar y del tabaco, que en estos momentos, atravesaba un gran descenso en las ventas. Además de la casi ininterrumpida serie de 30 años de gobiernos autoritarios, y de la intensa explotación estadounidense del territorio cubano para turismo, prostitución y uso de casinos.

El plan Moncada[edit]

Los combatientes que asaltaron los cuarteles Moncada y el de Bayamo, inauguraron con sus acciones la alternativa revolucionaria, porque estuvieron guiados por un plan y una concepción política, ideológica y militar idónea para transformar las realidades cubanas de los cincuenta hacia derroteros antiimperialistas y anticapitalistas. Y porque el nuevo proyecto se puso a prueba en dos hechos en los cuales se desplegó una organización revolucionaria que actuó desde fuera y contra el sistema y, a la vez, al margen de los estereotipos ideológicos, de los enfoques políticos y de las formas de lucha y de organización predominantes en la izquierda del continente.

Cuba era en 1952-1953, un escenario potencial formidable para enfrentar por medio de las armas al dictador, y esa circunstancia moral, política y psicológica fue crucial para el origen del Moncada y también para el despuntar del líder revolucionario.

Según idealizaciones de Fidel Castro, los combatientes que lo seguían debían apoderarse de los dos cuarteles, Moncada, segundo del país y el de Bayamo, entregar las armas al pueblo, invitar a los soldados a unirse al movimiento insurgente y adoptar las primeras medidas de beneficio social. Con ello estarían bajo el control de los revolucionarios dos ciudades estratégicas que facilitaría poner en pie de guerra a Oriente y conmocionar al resto de Cuba. Una vez consolidadas las posiciones, de esa provincia se desataría una nueva invasión hacia occidente que partiría de Sierra Maestra. Un dato clave del plan era la confianza que Fidel y sus compañeros depositaron en el descontento de la población, debido a la crisis acumulada que exacerbó el golpe militar: "si el Moncada hubiera caído en nuestras manos, hasta las mujeres de Santiago de Cuba habrían empuñado las armas". El análisis correcto de aquellas realidades les permitía lograr desde el principio la incorporación de la gente a la lucha, aspecto que todos sabían y consideraban vital para el despegue y avance del proceso revolucionario. Moncada y Bayamo representaban el detonante de la lucha popular.

A todo esto, no se buscaba influenciar a la gente con falsas promesas, no se le diría al pueblo "les vamos a dar", sino que se les diría "luchen con todas sus fuerzas para poder llegar a la libertad y a la felicidad". Por todo ello el asalto a Moncada sería el comienzo del proceso revolucionario y no un fin en sí mismo. Los "moncadistas" no pretendían su unión con el pueblo, pero éste, humilde y engañado, era susceptible de incorporarse hasta tanto no creyera en algo o alguien o bien en "si mismo". Buscaron con la brecha del 26 de julio, abrirle a la gente la vía de su propia emancipación.

El Moncada fue el hecho histórico y como tal quedó inscrito en la dinámica real que provocó su impacto en la vida política cubana. Sus valores tienen alcances ambiciosos para la unión del pueblo: mostró aún más crudamente el talante reaccionario y criminal de la dictadura; surgió de allí el núcleo de la nueva fuerza revolucionaria y el líder que conduciría después al pueblo por el camino acertado que abrió el 26 de julio.

La guerrilla[edit]

La expedición será un fracaso desde el punto de vista militar. Castro informará a Frank Pais, el dirigente del Movimiento 26 de julio en Santiago de Cuba, que el Granma iba a desembarcar en Playas las Coloradas, el 30 de noviembre (Fidel Castro, con sus ansias de volver a Cuba, compra un yate que se apodaba "El Granma", con el que cargaría a un total de 82 personas, siendo el límite del yate de 20 tripulantes). Pais se comprometerá a organizar para dicha fecha manifestaciones de protesta en la capital oriental de la isla. Sin embargo, el yate con los 82 ocupantes se equivoca de ruta y su travesía sufre retrasos a causa de las condiciones atmosféricas. Sólo llegará a la costa cubana el 2 de diciembre, cuando ya la policía había reprimido la protesta de Santiago. Por su parte, ejército y aviación se encontrarán en la zona de Niquero en donde tuvo lugar el desembarco. El 5 de diciembre el ejército sorprenderá a los revolucionarios en la localidad de Alegría de Pío: fue una matanza. Sólo se salvaron 15 rebeldes, que se vieron obligados a separarse para escapar de los militares. Entre los supervivientes se encontraba Gino Doné Paro, un ex partisano italiano que desde Cuba se había unido al grupo de los revolucionados en México. Doné Paro logró alcanzar Santa Clara para partir, algunos meses más tarde, con rumbo a Estados Unidos.

Mientras tanto en La Habana, el gobierno de Batista estaba convencido de haber acabado con la insurrección y aseguraba que entre los muertos podía estar también el propio Fidel Castro. Los periódicos mexicanos anunciaron que Guevara había corrido también la misma suerte. Parecía que el Movimiento 26 de julio - así como ya sucedió en 1953 en el intento de asalto del cuartel militar Moncada de Santiago- había quedado condenado al fracaso. Sin embargo, una entrevista concedida al corresponsal del New York Times, Herbert Matthews, en febrero de 1957 revelar a la opinión pública cubana e internacional que "el comandante en jefe", Fidel Castro, no sólo está vivo todavía sino que incluso está reorganizando su movimiento en una auténtica guerrilla a lo largo de los valles y los bosques de la Sierra Maestra.

Durante algunos días no lograrán verificar si también el Che se encuentra o no entre las víctimas. Por el contrario, Ernesto logró salvarse: sólo sufrió una herida leve en el cuello.

Santa Clara[edit]

Será en la guerrilla donde crecerá la amistad y la estima entre Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos. Ellos serán los que, durante los últimos días de diciembre de 1958, conducirán la ofensiva decisiva hacia la región de Las Villas, de la que es capital Santa Clara, en el centro de la isla. Un mes antes el Che había conocido a Aleida March, una muchacha de 24 años dirigente del Movimiento 26 de julio en la ciudad de Santa Clara. Entre los dos nació muy pronto un amor destinado a perdurar en el tiempo. Después de la conquista de dicha localidad, que comenzó el 29 de diciembre (el ejército de Batista se rindió tras los primeros enfrentamientos), Guevara y Cienfuegos recibirán la orden de Fidel Castro de marchar hacia La Habana. La noche de Nochevieja, Batista comunicará a sus colaboradores su decisión de abandonar la isla: lo hará a las tres de la madrugada del 1 de enero. El día después, el Che se dirigirá hacia la capital cubana junto con Cienfuegos. El primero es rudo e inconstante; el segundo usa el típico humor cubano para ironizar sobre la vida de guerrillero. Estos dos caracteres tan diferentes se saldarán en una profunda relación de amistad. Cuando Castro llegó a La Habana, el 8 de enero de 1959 - después de haberse atravesado toda la isla partiendo desde Santiago de Cuba- sólo era el "Comandante en jefe" del Ejército rebelde pero su nombre ya se había hecho famosísimo en todos los rincones de Cuba. Alrededor de Castro y de su movimiento se coalizaron el Partido Socialista Popular (PSP), de orientación comunista, y el Directorio, el grupo formado en su mayor parte por estudiantes e intelectuales que en marzo de 1957 ya había intentado asaltar el palacio presidencial de Batista en La Habana.

En las entrevistas y declaraciones concedidas en la Sierra Maestra, Castro se había limitado a hablar de libertad y justicia social. Había rechazado muchas veces la etiqueta de "comunista" limitando sus relaciones con el PSP a la unidad alcanzada en la fase final de la guerrilla después de haber tenido no pocos roces con los dirigentes de dicho partido sobre los métodos de lucha que había que poner en marcha para acabar con la tiranía de Batista. La revolución del Movimiento 26 de julio, en el momento de la victoria, se limitó a pedir el final de cualquier interferencia en la vida política de la isla. Sólo más delante, Fidel se convertirá en un convencido anti - Estados Unidos, identificando con dicho país la perpetuación del neocolonialismo económico y político sobre América Latina y el Tercer Mundo.

La Habana[edit]

Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos serán los primeros comandantes de la revolución que entrarán en La Habana el día de Año Nuevo de 1959. Cienfuegos era un cubano de origen humilde, que tuvo que emigrar a Estados Unidos en donde se vio obligado a trabajar como camarero para sobrevivir. En la guerra ganó gloria y fama. Sin embargo, Guevara era el que levantaba la curiosidad general, ejerciendo además una especie de encanto. Guevara era argentino, nunca había vivido en Cuba antes de la expedición del Granma. Era el que tenía más influencia e ideales políticos y además era el único que había leído algunos textos clásicos del marxismo. Sólo Raúl Castro, el hermano menor de Fidel y "comandante del frente oriental" de la revolución, alimentaban simpatías parecidas a las de Guevara debido a su pasada adhesión a las juventudes comunistas y a un viaje realizado por los Países del Este de Europa. Fidel Castro, en cambio, era un político pragmático y no ideológico, fruto de los movimientos nacionalistas cubanos: había sido el líder de las luchas estudiantiles en la Habana, brillante abogado y militante del Partido Ortodoxo, pero no se le podía encuadrar desde el punto de vista de su visión política. La llegada a La Habana de Guevara no hizo más que consagrar el papel de este último como líder del Movimiento 26 de julio si bien el "líder máximo" seguía siendo Castro. Al Che le esperará la tarea de tomar la ciudad en consigna. Lo hará estableciendo su cuartel general en La Cabaña, una antigua fortaleza que domina el mar, situada a la entrada de la bahía de la capital y que en el pasado ya había servido como refugio de españoles, ingleses y de todos aquellos que querían controlar el acceso a la capital a través del mar.

Actualidad Cubana[edit]

A casi 40 años de la Revolución, Cuba que había mantenido una estrategia económica basada en gran medida en las relaciones con el campo socialista y especialmente con el gran Estado multinacional que era la Unión Soviética, al desintegrarse la misma, Cuba sufrió una extraordinaria afectación de su comercio. Agregado a esto, el bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos.

Pero a pesar de estos principales inconvenientes que sufre actualmente la Isla de Cuba, el Estado ha tratado de contrarrestar con las armas a su alcance. Los principales productos de exportación son el azúcar, el níquel, pescado y mariscos, ron, café, tabaco y mármoles. También se han desarrollado en materia de medicina, por ejemplo, varias vacunas y tratamientos provienen de Cuba y luego se exportan al resto del mundo, como es el caso de la vacuna antimeningocóccica y contra la hepatitis B. La educación es otro punto donde el Estado ha enfatizado mucho, en 1958, el 23,6% de la población era analfabeta, desde 1988, ese porcentaje está por debajo del 1,5%. La población recibe asistencia social, es decir, en caso de estar necesitado, tanto de hogar, de alimentos como muchas cosas más, el Estado provee de éstas necesidades sin problema alguno.

Pero hay una realidad que no debe dejarse pasar por alto, a pesar de los beneficios que el Estado brinda a su población, ésta, en gran parte, se encuentra disconforme. Las pruebas irrefutables son claras, cientos de balsas cubanas han intentado escapar de Cuba con destinos a México y EE.UU., a la vez, muchas han fracasado en el intento, y muchas de las que lograron su objetivo son rechazadas al intentar traspasar fronteras.

Participación Anarquista durante la Revolución[edit]

Artículo principal: Anarquismo en la Revolución Cubana

Lxs libertarixs han luchado en Cuba contra toda suerte de regímenes despóticos, el de Batista no fue la excepción. Cientos de ácratas cubanos sufrieron persecución, tortura, muerte y exilio por su participación en acciones de protesta, incluso armadas, contra la dictadura. Entre los combatientes antibatistianos se encontraban numerosos anarquistas: Boris Luis Santa Coloma (muerto durante el ataque al Cuartel Moncada), Miguel Rivas (desaparecido), Aquiles Iglesias y Barbeito Álvarez (desterrados), así como Isidro Moscú, Roberto Bretau, Manuel Gerona, Rafael Cerra, Modesto Barbieta, María Pinar González, Dr. Pablo Madan, Plácido Méndez, Eulogio Reloba (y sus hijos), Abelardo Iglesias y Mario García (también con sus primogénitos). Todos ellos fueron encarcelados, y en casos torturados, incluso hasta la muerte, como ocurrió con Isidro Moscú. Los anarquistas estarían presentes en las guerrillas. En las de Oriente participarían Gilberto Liman y Luis Linsuaín. En las del Escanbray una de las principales figuras lo fue Plácido Méndez. La lucha urbana contó con el local de la Asociación Libertaria de La Habana como centro de reuniones conspirativas tanto para el 26 de julio como el Directorio Revolucionario. [3]

Véase También[edit]

Enlaces Externos y Fuentes[edit]

Referencias[edit]

Bibliografía[edit]

  • Alfonso Hernández, Carmen R., 100 Preguntas y respuestas sobre Cuba, Editorial Pablo de la Toniente, La Habana, 1996.
  • Guevara, Ernesto, Pasajes de la Guerra Revolucionaria, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985.
  • Leal Spengler, Eusebio, Breves apuntes de la historia de Cuba, La Habana, 1987.
  • Alfonso, Ramón M., El problema político actual y la Enmienda Platt, Imprenta de Francisco Xiqués, La Habana, 1901.
  • Armas, Ramón de, La Revolución propuesta, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.

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