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La democracia representativa, es realmente democracia?

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Escrito por Asambleas del Pueblo, núcleo San José de Costa Rica.

La democracia representativa, es realmente democracia?

Sin duda, son muchos los problemas que se pueden debatir al respecto, y sin embargo, existe una cuestión fundamental que en nuestro medio suele ser ignorada, evadida, dada por resuelta o simplemente censurada [1]: la cuestión de si la democracia representativa, es realmente democracia ?.

Para empezar, debemos recordar que existe consenso, aún entre los partidari@s de la democracia representativa, de que en lo fundamental, la democracia es una forma de organización política en donde la titularidad del poder reside en la totalidad de los miembros de la sociedad. Es decir, que la democracia es el sistema político en donde el poder le pertenece al pueblo.

Frente a este concepto, considero clarificador analizar el contenido que le dan l@s ciudadan@s atenienses del siglo V aC, a quienes debemos el anterior concepto del demos-kratos y que fueron l@s primeros en intentar vivir bajo un sistema democrático. Ellos analizaron el problema desde la perspectiva de la actividad humana, estableciendo para ello tres esferas o espacios de actividad bien definidos: el espacio privado, el espacio privado/público y el espacio propiamente público o del poder político explicito [2], los cuales, desde este planteamiento, definen en su particular articulación la forma de organización política presente en cada sociedad.

Bajo un régimen totalitario, por ejemplo, la esfera pública absorbe las restantes dos esferas, y al mismo tiempo, se constituye en propiedad privada de un@s pocos que detentan el poder. En contraposición con el esquema anterior, en un régimen democrático la esfera pública es verdadera y efectivamente pública, es decir, le pertenece a todos y está plenamente abierta a la participación de est@s en la solución de las cuestiones relativas al ejercicio explícito del poder.

Así entendida, la democracia no se trata de un mero procedimiento, como plantea la democracia representativa. “La democracia entendida así no quiere decir nada” [3].

Cualquiera puede formular un programa político y someterlo a votación, pero desde el punto de vista de la democracia ateniense, ese programa político no vale absolutamente nada, precisamente porque la inmensa mayoría de la población no participó activamente en su realización, su desarrollo, y si fracasa, en su reforma o sustitución.

La democracia supone un régimen político donde la transformación de las condiciones sociales y económicas y la revisión y rectificación continua de las instituciones, debe darse sobre la base de la participación ciudadana directa.

Bajo este último esquema, los asuntos públicos son también asuntos personales y el verdadero dominio del pueblo consiste en que cada un@ tenga la posibilidad efectiva de decidir e intervenir sobre sí mism@ y sobre las cuestiones esenciales de la sociedad, contando para ello e indefectiblemente, con el conocimiento y los medios para realizarlo de la mejor manera posible.

Contrariamente a lo que hasta aquí hemos dicho de la democracia, las autodenominadas democracias representativas, incluida la costarricense, han reducido la democracia a un simple conjunto de procedimientos. Han transformado gradualmente la esfera pública en una esfera privada y tiraron por “el caño todo el pensamiento político anterior que veía en la democracia un régimen político inseparable de una serie de principios éticos, sociales y políticos y de una forma de ser particular del individuo humano”.

En ese sentido, algun@s afirmamos que este tipo de democracias, llamadas representativas, no pueden ser consideras democráticas, sino que constituyen una especie aparte que podríamos calificar como oligarquías liberales.

En las democracias representativas contemporáneas, las decisiones políticas “se toman en secreto y tras los bastidores del gobierno, el parlamento, los aparatos partidarios y las grandes empresas”, y “la clase política puede aferrarse al cinismo y a la irresponsabilidad porque no está sujeta a ningún control ni a ninguna sanción” [4]. Las instituciones que se supone deberían imponer estos controles, igualmente se han privatizado, colocándose al servicio de los grupos dominantes.

El verdadero carácter de la democracia representativa, habría que buscarlo con Castoriadis, ya no en el imaginario de la democracia, sino en el contenido y los objetivos de una oligarquía que se ha asociado con el capitalismo contemporáneo.

Los grandes poderes económicos, empresas y corporaciones transnacionales, en asociación con partidos políticos de todas las tendencias y países, se han empeñado en cerrar las posibilidades para hacer política de una forma diferente: una campaña electorera, por ejemplo, resulta imposible si no se dispone de exorbitantes sumas de dinero, el cual posiblemente, solo puede ser suministrado por las mismas empresas y corporaciones transnacionales.

Pero ese dinero no es entregado gratuitamente a cualesquiera de los candidat@s, sino que únicamente será entregado a aquellos que “voten como corresponde” [5], es decir, que voten como corresponde a los intereses de quienes han financiado su campaña. Muy pronto, la mayoría de est@s “levantamanos” terminan convirtiéndose en polític@s profesionales, dedicados a reelegirse continua o alternativamente, como representantes de los intereses de aquellos a los que responden.

El capitalismo ya no se limita a imponer las reglas del mercado, como algun@s ingenuamente podrán creer y como continúan afirmando sus ideólog@s. Por el contrario, el capital ha evolucionado hasta alcanzar el ámbito estratégico de la política, convirtiéndose en lo que algun@s califican como capitalismo burocrático: una vez que l@s políticos-empresarios han sido colocados en el poder, de lo que se trata es simplemente de que el capital les dicte el contenido de la legalidad, en aspectos tan esenciales como la política fiscal y monetaria y tan amplios como los programas sociales o las reformas político electorales.

En este contexto, la sociedad llega pronto a carecer de un proyecto y una identidad política propia, ya que las empresas y transnacionales que ahora toman las decisiones importantes, únicamente están interesadas acumular más y más riqueza. Desgraciadamente, ninguna sociedad puede perdurar mucho tiempo sino cuenta con una identidad propia, ya que en ausencia de esta el objetivo colectivo desaparece y cada cual queda reducid@ a su existencia privada.

En nuestro caso, habría que agregar que esta existencia privada se encuentra saturada de ocio prefabricado, que de nuevo, tiene por objetivo el beneficio de la sociedad entre políticos-empresarios y los grandes capitales.

A continuación inicia un progresivo proceso de descomposición social y político que se caracteriza, entre otras cosas, por una clase político-empresarial obsesionada con la acumulación de capital; por amplios sectores de la sociedad sometidos a la explotación, inmersos en la lucha individual y resignados a complacerse en el consumo; por elecciones que rompen continuamente sus propias marcas de abstencionismo; por candidat@s que evitan discusiones políticas y mucho menos, de asuntos verdaderamente importantes; por el aumento acelerado de exclusión social y la auto-segregación de los grupos dominantes; por candidat@s socialistas que son elegidos para el gobierno y continúan imponiendo políticas neoliberales; por un sistema educativo que busca producir individuos que satisfagan las necesidades de las empresas y capital transnacional; y por una mayoría de la población, que si bien es consciente de la crisis, se niega a reconocer que el sistema político en que viven se ha convertido en una farsa.

En definitiva, no alcanza con ir a votar cada cuatro años, ya “no es posible concebir una democracia representativa que no sea un verdadero fraude” [6]..

Respecto de los procedimientos democráticos aún se puede agregar que estos también existían en el primer régimen que podemos llamar democrático (con todos los defectos que hoy le podemos señalar), el régimen ateniense. Pero a diferencia de lo que sucede en las democracias representativas contemporáneas, estos procedimientos no eran considerados como simples medios, sino como la expresión de los principios y procesos que se buscaba facilitar.

La rotación, el sorteo, la deliberación, las elecciones y los tribunales populares, no pretendían agilizar la solución de los problemas políticos, ni se basaban en la creencia de una igual capacidad política de los individuos, como hoy opinan demasiad@s. Por el contrario, estos procedimientos constituían piezas de un proceso político educativo que buscaba desarrollar las capacidades necesarias para la vida democrática, y en ese sentido, hacer cada vez más real el postulado de igualdad política.

Por último, debemos reiterar que a pesar de lo dicho hasta aquí y de lo sombrío que se pueda vislumbrar el futuro próximo, la posibilidad de una sociedad democrática sigue estando abierta. La Atenas de Pericles, la Comuna de París y la España de 1936, son referentes que lo atestiguan.

Nos referimos al proyecto para una sociedad autónoma con la capacidad de imaginarse y auto-determinarse, de asegurar la igualdad efectiva de sus miembros en tanto participes del poder, de restablecer el dialogo colectivo sobre los fines de la convivencia social y de reconocer el potencial creativo del ser humano para crear un futuro en donde tod@s quepan.

Y sin embargo y junto a esto, tampoco podemos olvidar que la democracia no tiene ningún sentido si la gente no tiene ni el deseo ni la voluntad de autogobernarse, porque como dice Castoriadis: “si la gente no lo quiere no podrá creer y si no logra creer, no podrá hacerlo, pero si algún día, no importa cuando, la gente vuelve a querer, nadie podrá impedirles que crean y que puedan alcanzar su meta”.

Refencias

  1. La clausura del sentido es uno de los mecanismos privilegiados de la clase dominante.
  2. El oikos, el agora y la ecclesia
  3. Castoriadis. Democracia y relativismo.
  4. Esto es lo que algun@s llaman “sujetos por encima de toda sospecha”.
  5. Hablamos aquí de l@s llamad@s “levantamanos”.
  6. Castoriadis. Democracia y relativismo



Categoría:Ensayos y artículos