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F.2 - ¿Qué quieren decir los anarco-capitalistas con libertad?

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Para los “anarco”-capitalistas, el concepto de la libertad está limitado a la idea de “libertad a partir de”. De acuerdo con ellos, la libertad lo es simplemente a partir del “inicio de la fuerza”, o de la “no agresión contra ninguna persona ni su propiedad.” [Murray Rothbard, For a New Liberty, p. 23] La noción de que la verdadera libertad debe combinar libertad “para” y libertad “a partir de” está ausente en su ideología, de igual modo que lo está el contexto social de la llamada libertad que dicen defender.

Antes de continuar, conviene citar a Alan Haworth, cuando afirma que “[d]e hecho, es sorprendente qué poca atención recibe el concepto de libertad por parte de los autores libertarianos. De nuevo, Anarchy, State, and Utopia es un ejemplo que viene al caso. La palabra “libertad” no aparece ni siquiera en el índice. Sí que aparece luego, pero sólo para remitir al lector al capítulo “Wilt Chamberlain”. En un trabajo supuestamente “libertario” [libertariano], esto es más que llamativo. Es verdaderamente destacable.” [Anti-Libertarianism, p. 95] Por qué es esto así puede verse a partir de la definición que da la derecha libertariana de la libertad.

En la ideología libertariana de derechas y en la “anarco”-capitalista, la libertad se considera un producto de la propiedad. En la pluma de Murray Rothbard, “el libertariano define el concepto de “libertad”... [como una] condición en la cual los derechos de una persona sobre su cuerpo y sobre su propiedad material legítima no son invadidos, ni agredidos... La libertad y los derechos de propiedad sin restricción caminan de la mano.” [Op. Cit., p. 41]

Esta definición entraña algunos problemas, no obstante. En una sociedad como la propuesta, uno no puede hacer nada (legítimamente) con o en la propiedad de otro si el dueño lo prohibe. Esto significa que la única libertad garantizada al individuo viene determinada por la cantidad de propiedad que posea. La consecuencia de esto es que alguien sin propiedad no tiene garante alguno de libertad (más allá, claro está, de la libertad de no ser asesinado o lesionado por actos deliberados de los demás). En otras palabras, una distribución de la propiedad es una distribución de la libertad, como los propios libertarianos suelen decir. Resulta impactante por cuanto tiene de extraño para los anarquistas que una ideología que afirma estar consagrada a la defensa de la libertad infiera la conclusión de que algunas personas deberían ser más libres que otras. Así y todo ésta es la implicación lógica de sus puntos de vista, lo cual plantea serias dudas sobre si los “anarco”-capitalistas están realmente interesados por la libertad en lo más minimo.

Examinando la definición de Rothbard de “libertad” citada más arriba, puede verse que ésta ya no se considera como un concepto fundamental, independiente. Al contrario, la libertad es un derivado de algo más fundamental, a saber, los “legítimos derechos” del individuo, identificados como derechos de propiedad. En otras palabras, dado que los “anarco”-capitalistas y los libertarianos en general consideran el derecho a la propiedad como algo “absoluto”, de esto se sigue que la libertad y la propiedad se convierten en una misma cosa. Esto sugiere un nombre alternativo para el libertariano; “propietariano.” Y, sobra decirlo, si no aceptamos la perspectiva libertariana de lo que constituye los “derechos legítimos”, entonces su afirmación de ser defensores de la libertad resulta débil.

Otra importante implicación de este concepto de la “libertad como propiedad” es que produce una noción extrañamente alienada de la libertad. Ésta, como indicamos, no es ya considerada absoluta, sino derivada de la propiedad – lo cual tiene la trascendente consecuencia de que puede “venderse” la propia libertad y aun así ser considerado libre desde el punto de vista ideológico. Tal concepto de la libertad suele denominarse “autopropiedad.” Pero, afirmando lo obvio, yo no me “poseo”, cual si fuese un objeto separable de algún modo de mi propia subjetividad – yo soy yo mismo (ver sección B.4.2). Sin embargo, el concepto de “autopropiedad” viene muy a mano para justificar varias formas de dominación y opresión – pues al aceptar (generalmente forzado por las circunstancias, debemos hacer notar) ciertos contratos, un individuo puede “vender” (o alquilar) su persona a otros (por ejemplo, cuando los obreros venden su fuerza productiva a los capitalistas en el “libre mercado”). En efecto, la “autoposesión” se convierte en el medio para justificar el trato de las personas como objetos – ¡paradójicamente, la misma cosa contra la que se creó el concepto! Como señala la anarquista L. Susan Brown, “[e]n el momento en que el individuo “vende” su fuerza productiva a otro, él o ella pierde autodeterminación y es tratado en vez como un instrumento inánime destinado al cumplimiento de la voluntad de otro.” [The Politics of Individualism, p. 4]

Dado que a los trabajadores se les paga por obedecer, uno debe realmente preguntarse en qué planeta estaba Murray Rothbard cuando arguyó que de una persona “su servicio productivo es alienable, pero su voluntad no lo es” y que “no se puede alienar su voluntad, más concretamente su control sobre su propia mente y cuerpo.” Contrasta la propiedad privada con la autopropiedad aduciendo que “[t]oda propiedad física poseída por una persona es alienable... yo puedo regalar o vender a otra persona mis zapatos, mi casa, mi coche, mi dinero, etc. Pero hay ciertos elementos vitales que, por naturaleza y en la naturaleza del hombre, son inalienables... [su] voluntad y su control sobre su propia persona son inalienables.” [The Ethics of Liberty, p. 40, p. 135 y pp. 134-5] Empero, el “servicio productivo” es distinto de las posesiones privadas que Rothbard enumera como alienables. Como discutimos en la sección B.1, el “servicio productivo” y la “voluntad” de una persona son inseparables – si se vende el servicio productivo, también ha de darse el control del propio cuerpo y la mente a otra persona. Si una obrera no obedece las órdenes de su empleador, será despedida. Que Rothbard negase esto indica una total falta de sentido común. Tal vez, Rothbard habría argüído que puesto que la obrera puede marcharse en cualquier momento, su voluntad no es realmente alienada (éste parece ser el caso en su oposición al esclavismo – ver sección F.2.2). Pero esto obvia el hecho de que entre la firma y la rescisión del contrato y durante las horas de trabajo (puede que incluso fuera del horario de trabajo, si el jefe manda hacerse análisis de ingesta de drogas, o si despide a obreros que van a reuniones sindicales o anarquistas, o a aquellos que tienen una sexualidad “antinatural”, etcétera) sí que se alienan la voluntad y el cuerpo de la obrera. En palabras de Rudolf Rocker, “bajo las realidades de la forma económica capitalista... no cabe... ninguna discusión sobre un “derecho sobre la persona de uno mismo”, puesto que esto finaliza cuando uno es compelido a someterse al dictado económico de otro si no quiere morir de inanición.” [Anarcosindicalismo, p. 10]

Irónicamente, los derechos de propiedad (de los que se dice que emanan de la autopropiedad del individuo) se convierten en los medios, bajo el capitalismo, mediante los cuales la autopropiedad de los desposeídos es negada. El derecho fundacional (la autopropiedad) es anulado por el derecho derivado (propiedad sobre las cosas). “Tratar a los demás y a uno mismo como propiedad,” arguye L. Susan Brown, “objetiviza al individuo humano, rechaza la unidad entre sujeto y objeto y constituye una negación de la voluntad individual... [y] destruye la misma libertad que uno buscaba inicialmente. La creencia liberal en la propiedad, tanto real como en la persona, no conduce a la libertad sino a relaciones de dominación y subordinación.” [Op. Cit., p. 3] En el capitalismo, una falta de propiedad puede ser tan opresora como la ausencia de derechos legales merced a las relaciones de dominación y subordinación que esta situación crea. Pensar que el pueblo “consienta” esta jerarquía es errar el tiro. Tal y como lo pone Alexander Berkman:

La ley dice que tu empleador no te roba nada, porque todo se hace con tu consentimiento. Has acordado trabajar para tu jefe a cambio de cierta paga, y que él se quede con todo lo que produzcas... ¿Pero diste realmente tu consentimiento? Cuando un salteador de caminos te encañona la cabeza, tú le das todos tus objetos de valor. “Consientes” en hacer esto, pero lo haces porque no puedes evitarlo, porque su pistola te compele. ¿Acaso no eres compelido a trabajar para un patrón? Tu necesidad te obliga de igual forma que la pistola del salteador. Debes vivir... No puedes trabajar para tí mismo... Las fábricas, la maquinaria y las herramientas pertenecen a la clase empleadora, de modo que debes alquilarte a dicha clase para poder trabajar y vivir. No importa de qué trabajes, ni quién sea tu empleador, siempre se trata de lo mismo: debes trabajar para él. No puedes evitarlo, se te compele a ello.
What is Anarchism?, p. 11

Debido a este monopolio de clase sobre los medios de subsistencia, los obreros están (casi siempre) en desventaja respecto al poder – hay más obreros que trabajos (ver sección C.9). Con el capitalismo no hay igualdad entre los propietarios y los desposeídos, por lo que la propiedad es una fuente de poder. Afirmar que a este poder se le debería “dejar estar”, o que es “justo” es “para los anarquistas... ridículo. Una vez que un Estado ha sido establecido, y la mayor parte del capital del país privatizado, la amenaza de la fuerza bruta ya no es necesaria para coaccionar a los obreros a aceptar trabajos, incluso con bajos salarios y en condiciones precarias. Empleando el término de Ayn Rand [una libertariana], la “fuerza inicial” ya ha tenido lugar, por la acción de aquellos que ahora tienen capital frente a quienes no... En otras palabras, si un ladrón muriese y legase a sus hijos su “deshonesta ganancia”, ¿tendrían los hijos derecho a la propiedad robada? Legalmente, no. De modo que, si “la propiedad es el robo”, parafraseando a Proudhon, y el fruto de la explotación del trabajo es simplemente un robo legal, entonces el único factor que otorga a la descendencia de un capitalista fallecido el derecho a heredar el “botín” es la ley, el Estado. Como escribió Bakunin, “Los fantasmas no deberían gobernar ni oprimir a este mundo, que pertenece sólo a los vivos”.” [Jeff Draughn, Between Anarchism and Libertarianism]

O, dicho de otra forma, el libertarianismo es incapaz de “afrontar la carga de que las operaciones normales del mercado colocan sistemáticamente a toda una clase de personas (los asalariados) en circunstancias que los compelen a aceptar las condiciones de trabajo dictadas por aquellos que ofrecen empleo. Mientras que es cierto que los individuos tienen libertad formal para buscar mejores trabajos o mantener el suyo con la esperanza de recibir salarios más altos, al final su posición en el mercado obra contra ellos; no pueden vivir si no encuentran empleo. Cuando las circunstancias otorgan regularmente una desventaja relativa a una clase de personas en su trato con otra clase, los miembros de la clase aventajada tienen escasa necesidad de medidas coercitivas para conseguir lo que quieren.” [Stephen L. Newman, Liberalism at Wit's End, p. 130] La eliminación de los impuestos no conlleva la eliminación de la opresión, en otras palabras. Como dijo Tolstoi:


en Rusia la servidumbre fue abolida únicamente cuando toda la tierra había sido apropiada. Cuando la tierra estaba concedida a los campesinos, estaba cargada con pagos que ocupaban el lugar de la esclavitud de la tierra. En Europa, los impuestos que mantenían la dependencia del pueblo empezaron a ser abolidos sólo cuando las gentes habían perdido sus tierras, estaban desacostumbrados al trabajo en el campo, y... eran bastante dependientes de los capitalistas... [Ellos] abolen los impuestos que recaen sobre los obreros... sólo porque la mayoría del pueblo está ya en manos de los capitalistas. Una forma de esclavitud no se abole hasta que otra ya la ha sustituído.
The Slavery of Our Times, p. 32

Así que el argumento de Rothbard (además de ser contradictorio) obvía esto (y la realidad del capitalismo). Sí, si definimos la libertad como “ausencia de coerción”, entonces la idea de que el trabajo asalariado no restringe la libertad es inevitable, pero semejante definición es vana. Esto es así porque oculta las estructuras de poder y las relaciones de dominación y subordinación. Tal como aduce Carole Pateman, “el contrato por el cual el obrero vende supuestamente su fuerza productiva es un contrato en el cual, puesto que no puede ser separado de sus capacidades, vende la potestad sobre el uso de sí mismo por un tiempo determinado... Vender la potestad sobre el uso de uno mismo por un tiempo determinado... es ser un trabajador que no es libre. Las características de esta condición están recogidas en la expresión “esclavitud asalariada”.” [The Sexual Contract, p. 151]

Dicho de otra forma, los contratos en torno a la propiedad en una persona crean inevitablemente subordinación. El “anarco”-capitalismo desdeña esta cortapisa a la libertad, pero todavía existe y tiene un impacto notable en la libertad de las personas. Para los anarquistas la libertad queda mejor descrita como “autogobierno” o “autogestión” -- ser capaz de gobernar las acciones de uno (si se está solo) o de participar en la determinación de la actividad colectiva (si se es parte de un grupo). La libertad, por decirlo de otra manera, no es un concepto legal abstracto, sino la posibilidad vital concreta de cada ser humano de desarrollar hasta el más alto grado alcanzable todas las habilidades, capacidades y talentos que la naturaleza le ha otorgado. Un aspecto clave de esto es gobernar las acciones de uno en el seno de una asociación (la autogestión). Si miramos a la libertad de esta manera, vemos que la coerción está condenada, como también lo está la jerarquía (y el capitalismo, pues durante las horas de trabajo las personas no son libres de hacer sus propios planes y tener alguna influencia en aquello que les afecta; son receptores de órdenes, no individuos libres).

Es porque los anarquistas reconocen la naturaleza autoritaria de las empresas capitalistas que se oponen al trabajo asalariado y a los derechos de propiedad capitalistas además de al Estado. Su deseo es reemplazar las instituciones estructuradas mediante la subordinación por instituciones constituidas por relaciones libres (basadas, en otras palabras, en la autogestión) en todos los aspectos de la vida, incluyendo la organización económica. De aquí el argumento de Proudhon de que “las asociaciones obreras... están llenas de esperanza tanto como protesta contra el sistema salarial, como como afirmación de la reciprocidad”, y que su importancia reside “en su negación de la norma de los capitalistas, los prestamistas y los gobiernos.” [La Idea General de la Revolución, pp. 98-99]

A diferencia de los anarquistas, la explicación “anarco”-capitalista de la libertad permite que la libertad de un individuo sea alquilada a otro mientras se afirma que esta persona es libre así y todo. Puede parecer extraño que una ideología que proclama la defensa de la libertad no vea nada malo en la alienación y la negación de la libertad pero, de hecho, no es sorprendente. Después de todo, la teoría del contrato es una “estrategia teórica que justifica la subordinación presentándola como libertad”, y ha “vuelto un postulado subversivo [que nacemos libres e iguales] en una defensa de la sumisión civil.” Poco asombra, pues, la afirmación de que el contrato “crea una relación de subordinación”, y no de libertad. [Carole Pateman, Op. Cit., p. 39 y p. 59] No es extraño por lo tanto que Colin Ward arguyese que, como anarquista, él es “por definición, un socialista”, y que “el control obrero de la producción industrial” es “el único enfoque compatible con el anarquismo.” [Talking Anarchy, p. 25 y p. 26]

En última instancia, cualquier intento de construir un entramado ético partiendo del individuo abstracto (como hace Rothbard con su método de los “legítimos derechos”), resultará en la dominación y la opresión entre las gentes, no en la libertad. De hecho, Rothbard aporta un ejemplo de los peligros sobre los que Bakunin advirtió respecto a la filosofía idealista al manifestar que mientras “el materialismo niega la libre voluntad y acaba en el establecimiento de la libertad; el idealismo, en nombre de la dignidad humana, proclama la libre voluntad, y sobre las ruinas de toda libertad funda la autoridad.” [Dios y el Estado, p. 48] Que éste es el caso del “anarco”-capitalismo puede verse en la defensa encarecida que hace Rothbard del trabajo asalariado, de los terratenientes y de la imposición de reglas por parte de los poseedores de propiedades sobre aquellos que usan, pero no poseen, dichas propiedades. Basándose en el individualismo abstracto, Rothbard no puede evitar justificar la autoridad sobre la libertad. Esto, indudablemente, viene de las raíces derechistas, liberales y conservadoras de su ideología. El anarquista individualista Shawn Wilbar definió en una ocasión la Wikipedia como “el más exitoso experimento moderno de hacer pasar la obediencia a la autoridad como libertad.” No obstante, la Wikipedia palidece hasta la insignificancia comparada con el éxito que el liberalismo (en sus muchas formas) ha cosechado en hacer precisamente eso. Bien política o bien económicamente, el liberalismo siempre se ha apresurado a justificar y racionalizar la sujeción del individuo a alguna forma de jerarquía. Que el “anarco”-capitalismo haga esto bajo el nombre del “anarquismo” es profundamente insultante para los anarquistas.

En líneas generales, se observa que la lógica de la definición libertariana de “libertad” acaba negándose a sí misma porque resulta en la creación e instigación de la autoridad, que es contraria a la libertad. Por ejemplo, como señaló Ayn Rand, “el hombre tiene que sostener su vida con su propio esfuerzo, aquél que no tiene derecho al producto de su esfuerzo no tiene manera de sostener su vida. El hombre que produce mientras otros disponen de su producto, es un esclavo.” [The Ayn Rand Lexicon: Objectivism from A to Z, pp. 388-9]. Pero, como se ha expuesto en la sección C.2, el capitalismo está basado, como dijo Proudhon, en que los obreros trabajen “para un empleador que les paga y se queda su producción,” por lo cual es una forma de robo. En consecuencia, por la propia lógica del capitalismo libertariano, tal capitalismo no está basado en la libertad, sino en la esclavitud (asalariada); pues el interés, el lucro y la renta derivan del trabajo que no se paga al obrero, esto es, “lo que otros obtienen de su [sic] producto.”

Por consiguiente, es debatible que una sociedad “libertariana” o “anarco”-capitalista pudiera tener menos carencia de libertad y autoritarismo que el capitalismo vigente. En contraste con el anarquismo, el “anarco”-capitalismo, con sus estrechas definiciones, restringe la libertad tan sólo a algunas áreas de la vida social e ignora la dominación y la autoridad más allá de dichos aspectos. Como indica Peter Marshall, su “definición de la libertad es enteramente negativa. Invoca la ausencia de coerción pero no es capaz de garantizar la libertad positiva de la autonomía e independencia individuales.” [Demanding the Impossible, p. 564] Confinando la libertad a tan limitado radio de acción, el “anarco”-capitalismo, claramente, no es una forma de anarquismo. Los anarquistas verdaderos defienden la libertad en todos y cada uno de los aspectos de la vida de un individuo.

En resumen, como el anarquista francés Elisée Reclus escribió, hay “un abismo entre dos clases de sociedad,” una de las cuales está “constituída libremente por hombres de buena voluntad, basándose en una consideración de sus intereses comunes” y otra que “acepta la existencia de amos bien temporales o bien permanentes a quienes [sus miembros] deben obediencia.” [citado por Clark y Martin, Anarchy, Geography, Modernity, p. 62] En otras palabras, ante la disyuntiva de elegir anarquismo o capitalismo, los “anarco”-capitalistas escogen este último poniéndole el nombre del primero.

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