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Anarquismo y eclectisismo en general y particularmente en Brasil

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Comunicado de la Unidad Popular Anarquista - UNIPA # nº 15 Río de Janeiro, Septiembre de 2006



Diversos compañeros se preguntan (y nos preguntan) sobre la diferencia entre el anarquismo postulado por nuestro grupo revolucionario y el “anarquismo” como es postulado por muchos grupos e individuos en Brasil. Esta pregunta conlleva algunos problemas de orden teórico y práctico. Vamos a explicitar tales diferencias para que no queden dudas sobre el verdadero tenor e importancia de estas diferencias. Podemos decir que tales diferencias residen en posicionamientos teórico-prácticos. En la realidad, tanto los posicionamientos prácticos frente a la coyuntura derivan en posiciones teóricas, como las estrategias y caminos adoptados varían de acuerdo a las “tesis” o presupuestos que orientan explícita o implícitamente las acciones políticas. Cabe entonces indicar las principales posturas que separan al bakunianismo del eclecticismo en Brasil.


¿Quién reivindica el anarquismo en Brasil? Composición de clase y heterogeneidad organizativa


Es importante antes que todo, trazar un panorama de lo que se denomina anarquismo en Brasil. Entre aquellos que reivindican la categoría “anarquismo” como forma de autoidentificación, existen dos tipos diferentes de grupos: los grupos políticos y los grupos de contra-cultura, de afinidad o editoriales. Los grupos de este último tipo existen en gran cantidad, son muchísimos, pero por su carácter tienden a formarse y desaparecer de manera más o menos regular sin ningún tipo de impacto en la lucha de clases. Todos estos grupos tienen una característica en común: no existen para desempeñar una acción política o una intervención coherente y sistemática en la lucha de clases. La composición clasista es variada, normalmente burguesa y pequeño burguesa (tanto desde el punto de vista de la condición material como de la ideología). El “anarquismo” se convierte entonces en una marca o símbolo (para el mundo de la contra-cultura, que distingue ciertos grupos de otros), una “identidad Inter-Subjetiva” que permite aglutinar individuos en torno de ciertos principios generales (estar en contra de la autoridad), o aun un mero sello editorial para intelectuales universitarios o empresarios oportunistas. El rasgo común de estos grupos es su tendencia al apoliticismo, al individualismo, que mezcla la retórica y el discurso en torno al “anarquismo” con prácticas meramente contra-culturales o educacionistas. Su tenor es burgués, frecuentemente contrarrevolucionario, o en la mejor de las hipótesis, alienado en relación a la lucha de clases.

Pero no es sobre estos grupos que vamos a hablar y hacer la crítica. Vamos a hablar de los grupos políticos, que son relativamente reducidos en su número. En este campo, existen algunas organizaciones, especialmente aquellas agrupadas en el FAO (Foro del Anarquismo Organizado). En este foro, dos organizaciones tienen mayores responsabilidades y protagonismo: La FAG (Federación Anarquista Gaúcha) y la OSL (Organización Socialista Libertaria de São Paulo).

Este campo está compuesto por militantes de los movimientos sindical, estudiantil y popular, que tienen una actuación localizada en algunas regiones del país, logrando alcanzar en algunos momentos la repercusión nacional. Son grupos que de manera continua o discontinua actúan hace casi diez años. La cuestión es: ¿por qué la UNIPA, en tanto grupo político, no actúa en conjunto con los demás grupos políticos autodenominados anarquistas? La respuesta es simple: estos grupos mencionados arriba tienen una orientación teórico-ideológica y una práctica eclecticista. Y el eclecticismo no es capaz de resolver los principales problemas de la revolución. Ni los de largo plazo, ni los de corto plazo.

Es la crítica del eclecticismo en general y de su manifestación particular en Brasil lo que buscamos con este texto.

Dos grandes cuestiones histórico-políticas: posición frente al individualismo y posición frente a la guerra civil española

Aquí nos vamos a atener a los documentos y posiciones oficiales de las organizaciones del campo eclecticista brasileño. Seleccionaremos dos cuestiones estratégicas para el anarquismo: la posición frente al individualismo y la posición frente a un fenómeno decisivo para la historia mundial, la Guerra Civil Española (1936-1939). Las posiciones frente a estas dos cuestiones sirven para expresar de forma sintética las diferencias teórico-ideológicas entre el bakunianismo y el eclecticismo.

Sobre el Individualismo La posición frente al individualismo es crucial. En realidad, este debate remite a la propia definición de lo que es el anarquismo. El documento “Carta de Principios de la FAG” explicita exactamente el tipo de definición que de anarquismo y eclecticismo comporta: “Hay quienes reivindican el anarquismo como una filosofía de vida, estilo de comportamiento, corriente del pensamiento humano, práctica alternativa para la vida cotidiana, inspiración y formas artísticas y hasta una visión de espiritualidad. Todo eso también es anarquismo, con la debida noción de pluralidad que eso implica...” (FAG, p. 5).

Podemos afirmar que la característica principal del eclecticismo es su ambigüedad frente al individualismo. Pero el posicionamiento inicial es reconocer al “individualismo” (o anarco-individualismo) como una teoría legítima; el eclecticismo busca dar un tímido combate al individualismo a través de la polémica “Organizacionistas vs. Anti-organizacionistas”.

El eclecticismo se coloca en el campo de los “organizacionistas”. Esta polémica se convierte en una camisa de fuerza para el eclecticismo. El principal, a veces el único, debate “teórico” (entre comillas, porque los debates son realizados de manera tan superficial que ni merecen ese título) realizado es para justificar la necesidad de “organización”, de participar de la “lucha social”, de afirmar la necesidad de “sindicatos”, etc. No es de extrañar que confundido con el eclecticismo, el anarquismo haya sido acusado de “debilidad teórica”, pues debatiendo cuestiones tan pueriles y de respuesta tan obvia, el resultado no podría ser otro que la esterilización intelectual. Pero avancemos sobre lo que nos interesa.

El individualismo, en tanto tesis o teoría, es esencialmente burgués y anti-socialista. A lo largo de la historia sólo alimentó a la contrarrevolución y desorganización de las masas. El eclecticismo legitima la influencia burguesa, la interioriza y asimila en diferentes aspectos (negación de la lucha de clases, política colaboracionista, idealismo).

Desde el punto de vista teórico, el individualismo tiene diversas expresiones, pero la principal es la referente al origen de la sociedad y del Estado, y al funcionamiento de la economía. Veamos lo que Bakunin dice al respecto: “Los metafísicos modernos, a partir del s. XVII, trataron de restablecer la moral, fundándola no en Dios sino en el hombre. Por desgracia, obedeciendo las tendencias de su siglo, tomaron por punto de partida no el hombre social, vivo y real, que es el doble producto de la naturaleza y la sociedad, sino el yo abstracto del individuo, al margen de todos sus lazos naturales y sociales, aquel a quien divinizó el egoísmo cristiano y a quien todas las iglesias, tanto católicas como protestantes, adoran como su Dios. ¿Cómo nació el Dios único de los monoteístas? Por la eliminación necesaria de todos los seres reales y vivos.” (Bakunin, Fragmento del manuscrito “El Principio del Estado”).

Cuando llevamos una discusión profunda del pensamiento de Bakunin y del anarquismo, vemos que el anarquismo se define por la negación del individualismo, que según Bakunin, desde el punto de vista social se relaciona en principio al “teologismo” (las formas de alineación religiosa), la teoría de la autoridad divina, y después de los s. XVII-XVIII, la teoría individualista sería la base de la moderna teoría del Estado burgués, sea de monarquías constitucionales, sea una república democrática.

El individualismo es esencialmente idealista, en el sentido que para establecerse precisa negar las relaciones de determinación entre el medio social y natural y el hombre individual. Luego, el individualismo solamente se sustenta por la negación de la realidad concreta. Esto tiene una serie de implicaciones: desde la defensa del inmovilismo político, pasando por el colaboracionismo de clase y cegando incluso a la negación de la colectivización de los medios de producción. Estas son consecuencias necesarias del individualismo, y fue eso lo que sucedió a lo largo de la historia.

La posición frente al individualismo remite entonces a una problemática central: siendo el individualismo una teoría esencialmente burguesa, ella lleva a la legitimación no solamente de las ideas y concepciones burguesas dentro del anarco-comunismo o eclecticismo, sino de la propia burguesía (artistas, empresarios, etc). Luego, la consecuencia principal es la negación del carácter de clase y de lucha de clases. Desde el punto de vista teórico es la reivindicación del idealismo.

También a la conciliación teórica tanto con una concepción burguesa como una conciliación práctica con la burguesía y la pequeña burguesía, como veremos en el caso de la Guerra Civil Española. El documento que analizaremos de la OSL-SP se titula “Socialismo Libertario, un proyecto en construcción”, dentro del cual, en el ítem titulado “historia del anarquismo”, una amplia gama de experiencias son amontonadas (Brasil, México, Rusia y España). Veamos la siguiente afirmación con relación a la Guerra Civil Española:

“...la tradición libertaria en España, donde la central sindical anarco-sindicalista CNT contaba con una adhesión hasta hoy inigualable en proporción con 2 millones de afiliados en un país de 24 millones de habitantes. Ni hablar de la Revolución Española (sic), cuando los anarquistas contra-golpearon militarmente al fascismo, reorganizaron la economía de forma auto-gestionaria (sic) por tres años, siendo derrotados por una coalición que unió a Hitler, Mussolini y los países imperialistas en su conjunto”. (OSL-SP, 2006, p.6).

Dos elementos se destacan aquí: la idea de que existió una “Revolución Española” y la de “Autogestión de la Economía”. Esas dos afirmaciones tienen importantes implicaciones teóricas y prácticas, podríamos indicar que desde el punto de vista teórico, estas afirmaciones se amparan en la indefinición conceptual y en el idealismo, pues solamente así es posible hablar de “revolución” y “autogestión” en España.

En España no hubo una revolución, porque los anarco-sindicalistas (celebrados en el documento de la OSL y FAG) de la CNT-FAI en su gran mayoría capitularon y se volvieron colaboradores del Estado burgués. Solamente la Agrupación Amigos de Durruti, minoritaria en relación al conjunto del movimiento, denunció el proceso de degeneración burocrática de la CNT-FAI. ¿Por qué no hubo una revolución? En primer lugar, debemos definir qué es una revolución. La revolución es la insurrección, es la guerra, que transforma un sistema o régimen político y económico y las relaciones de clase de la sociedad. En España no aconteció una insurrección. Y si aconteció, fue una “insurrección de la burguesía”, liderada por el general Franco, no por el proletariado.

En realidad, la CNT-FAI participó de una coalición con el PCE, el PS y el “Frente Popular”, participó además de las elecciones burguesas de febrero. Después, el Gobierno del PS nombró diversos ministros “anarcosindicalistas”. Se constituyó entonces una especie de “anarco-gobernismo”, discurso “anarquista” con prácticas favorables al “gobierno democrático burgués”; una política de ocupación de cargos en el gobierno que podría causar envidia a muchos “petistas”.

En el plano de la “economía”, la colectivización que existió no fue gracias a la política de la CNT-FAI, sino contra ella, en regiones muy localizadas. Las bases de la CNT-FAI, especialmente en el campo, llevaron a cabo la colectivización de la economía agraria, lo que luego fue revertido por el Estado Republicano, con el apoyo de la CNT.

Más allá de eso, es necesario considerar que los sindicatos locales y los obreros tomaron las fábricas porque hubo una gran fuga de industrias, que temían la revolución, lo cual indujo en los primeros días al control obrero de la producción. Luego, hablar de “Revolución y Autogestión” en España es faltar a la verdad histórica, a no ser que consideremos que la participación en el Estado Burgués y las Reformas Económicas tuteladas por el Estado (como formas limitadas de co-gestión) expresan la idea de “revolución autogestionaria”. En este sentido, el análisis que sustenta tal posición sólo puede ser idealista, porque la dinámica real (guerra y lucha de clases en España, los acontecimientos, la posición de los anarco-sindicalistas de la CNT-FAI, el papel de los Amigos de Durruti) no es tenida en cuenta.

La “revolución española” es un acto que va del pensamiento eclecticista para el mundo real y no al revés. Y sólo puede representar o una mentira concsiente o un análisis equivocado a partir de presupuestos idealistas, que lleva a la reivindicación del discurso de los “anarco-ministerialistas” (la versión oficial de los reformistas que capitularon en 1936 y sobrevivieron para contarlo). La gran cuestión entonces es esa: a partir de la posición frente a la guerra civil española, se explicitan las posiciones teóricas (Materialismo vs. idealismo) y políticas (reforma vs. Revolución).

Apoyar a la CNT-FAI y el mito de la “revolución española” es apoyar el proyecto de la toma del Estado Burgués, o vaciar de contenido concreto a la revolución, transformando la palabra en una panacea. Y la posición frente a la historia es también una posición frente al al presente y al futuro, pues sólo tiene sentido atribuir importancia a la teoría porque ella orienta la práctica política.

Romper con el Eclecticismo, ¡Construir la Organización Bakunianista! Estas posiciones del eclecticismo brasileño tan sólo reflejan las posiciones históricas del eclecticismo internacional. ¿Qué es el eclecticismo? Denominamos así a un fenómeno iniciado posteriormente a la disolución de la “Alianza”, de la Asociación Internacional de los Trabajadores (en 1876) y la muerte de Bakunin. Algunos ex-militantes de la Alianza iniciaron un proceso de revisión del pensamiento bakunianista, y formularon tesis que mezclaban comunismo y anarquismo. En este sentido, el eclecticismo es una de las formas del anarco-comunismo, sus frágiles bases teóricas son anarco-comunistas, no anarquistas. Pero el principal rasgo de eclecticismo es su esfuerzo por conciliar teorías y estrategias políticas excluyentes entre sí, en un todo “supuestamente armónico”. Del punto de vista histórico, el eclecticismo se aproximó al sintetismo y mantuvo posicionamientos políticos centristas. El eclecticismo anarco-comunista tiene una práctica política de “convivencia pacífica” con las concepciones burguesas, y por eso debe acomodar sus formas de acción y organización a ellas.

Aparte, las posiciones eclécticas nunca contuvieron una crítica de la degeneración del anarco-comunismo y del anarco-sindicalismo, de cómo ellos fueron llevados a colaborar con la burguesía y el Estado. Y quien no es capaz de hacer un análisis crítico de la historia no es capaz de realizar un análisis crítico de la sociedad en el momento actual; quien legitima la colaboración de clases en el pasado, la legitima hoy o la legitimará tarde o temprano, o quedará inmovilizado en medio de las contradicciones teóricas y las demandas prácticas.

En este sentido, el eclecticismo maduro, en realidad, se vuelve oportunismo. O sea, una concepción que habla de “anarquía”, “libertad”, etc. pero tiene una práctica reformista y muchas veces contrarrevolucionaria. Por eso reafirmamos la necesidad de romper con el eclecticismo anarco-comunista. Sólo tiene sentido postular un lugar para el anarquismo en la lucha de clases si este se muestra capaz de hacer aquello que el comunismo y la social-democracia internacional no fueron capaces de hacer: conducir al proletariado a una sociedad sin clases y sin Estado, sin explotación ni opresión.

Las teorías y organizaciones políticas sirven para eso. Así, sólo tiene sentido resucitar el anarquismo para trazar un rumbo para una nueva revolución, o sea, una revolución de tipo nuevo, que no sea democrático-burguesa ni burocrático-estatista, sino una revolución proletaria. Todos aquellos que realmente se lancen al combate de forma coherente y responsable, sentirán más tarde o más temprano la necesidad de enfrentar las siguientes cuestiones: el problema de la teoría revolucionaria, que no puede ser ecléctica; el problema de la organización revolucionaria, que debe ser plataformista.

La práctica será criterio, y la lucha de clases y las batallas que se aproximan serán el terreno que servirá como prueba de fuego. Hoy, el anarquismo revolucionario debe ser una palabra de orden que movilice a las masas para el combate, que agrupe a los militantes en torno de una bandera; pero después debe convertirse en una fuerza propulsora y dirigente de la lucha de clases, y eso no es posible si no se resuelve primero el problema de la teoría y de la organización política.

Convocamos a los compañeros que entienden el anarquismo como una bandera que agrupa las fuerzas revolucionarias a asumir esta tarea. Nuestra posición aquí explicitada no es un ataque, sino una advertencia en el sentido de mostrar los errores históricos del eclecticismo, y convocar a los militantes sinceros revolucionarios anarquistas a construir el partido revolucionario bakunianista en Brasil.

¡Anarquismo es Lucha! ¡Bakunin Vive y Vencerá!