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Sacco y Vanzetti
"¡No hay justicia para los pobres en América!
...¡Oh, compañeros mÃos, continuad vuestra gran batalla! ¡Luchad por la gran causa de la libertad y de la justicia para todos! ¡Este horror debe terminar! Mi muerte ayudará a la gran causa de la humanidad. Muero como mueren todos los anarquistas, altivamente, protestando hasta lo último contra la injusticia.
...Por eso muero y estoy orguloso de ello! No palidezco ni me avergüenzo de nada; mi espÃritu es todavÃa fuerte. Voy a la muerte con una canción en los labios y una esperanza en mi corazón, que no será destruÃda...": Sacco y Vanzetti
Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti eran dos inmigrantes italianos que fueron ejecutados en 1927 en Estados Unidos, acusados injustamente de un robo millonario. Su muerte causó un escándalo internacional y fuertes protestas, sobre todo en Europa aunque también tuvo grandes dimensiones en Latinoamérica, debido a las escasas e insuficientes pruebas reunidas en contra de los italianos. Para muchos, la ejecución se debÃa básicamente a su doble condición de inmigrantes pobres y de Anarquistas.
Cuando se pensaba que la presión polÃtica internacional se encargarÃa de lograr una revisión del caso, fueron condenados a la silla eléctrica en el estado de Massachusetts. Antes de morir, Nicola Sacco se volvió hacia los testigos y gritó: ¡Viva la anarquÃa!
Años después, en 1977, Estados Unidos revisó el caso constatando numerosas fallas en el proceso judicial, reconoció oficialmente el error y pidió disculpas a los descendientes de Sacco y Vanzetti. En un contexto social en que Estados Unidos temÃa la llegada del comunismo, se debÃa dar una señal potente de que el pensamiento socialista y anarquista serÃa fuertemente vigilado y castigado. Sacco y Vanzetti fueron exonerados de manera simbólica el 23 de agosto de 1977 por el entonces gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis.
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Nicola Sacco
Italiano de Torre Maggiore, provincia de Foggia, nació el 23 de abril de 1891. A los 17 años, fundamentalmente la situación de su familia lo llevó a emigrar.
Llegó a EUA en 1908, año de hambre y desocupación. A pesar de tener conocimientos de mecánica no encontró trabajo en este oficio. Los extranjeros no eran considerados para las tareas especializadas y apenas si conseguÃan trabajo en fábricas.
Trabajó primero como mozo de agua, consiguiendo luego colocación como zapatero en la fábrica de calzados de Kelly.
Cuando estalla la segunda guerra mundial, Sacco se define contra ella. "Esta guerra no es para empuñar el fusil... se hace en beneficio de los grandes millonarios" dirá más adelante.
En la lucha antibélica organiza mÃtines y conferencias. Por esa época se une a la Federación socialista Italiana. Rápidamente es impulsado "por un ardor y voluntad de acción hacia las agrupaciones libertarias". Participa activamente en la huelga de Middford, y en todas las luchas por la libertad de muchos de sus compañeros.
Su capacidad de amor y de ternura hacia su compañera Rosina y hacia sus hijos se vuelca a todos los seres humanos, a su clase explotada, y lo impulsa al combate.
Detenido cuando organizaba la protesta por el asesinato de Andrea Salsedo, vive en la cárcel con el convencimiento de que es el único motivo de su prisión y que se está condenando su militancia revolucionaria. Supera los momentos difÃciles, tiene claro quien es su enemigo, y se siente orgulloso de su crimen: "Mi crimen, el único crimen, del que estoy orgulloso, es el de haber soñado una vida mejor, hecha de fraternidad, de ayuda mutua; de ser, en una palabra, anarquista, y por ese crimen tengo el orgullo de terminar entre las manos del verdugo".
Dirá en sus momentos finales: "Yo muero dichoso de añadir mi nombre oscuro a la lista gloriosa de los mártires que han creÃdo en la revolución social y en la redención humana.
Bartolomeo Vanzetti
Nació en Villafalleto, en el Piamonte, en 1888. Le gustaba el estudio pero sólo pudo hacer la escuela. Empezó a trabajar a los 13 años de edad, eran 15 horas diarias sin descanso semanal, sólo tenÃa un asueto de tres horas dos veces al mes.
A los 20 años de edad decide abandonar Italia. Llega a EUA en 1908. Lo espera un largo peregrinar en busca de trabajo, muchos dÃas de hambre, sin ni siquiera un lugar donde descansar. Recibe en su andar el desprecio de los patrones, la solidaridad de sus iguales. En su oficio de confitero no encuentra plaza fija. En muchos lugares lo echan a los pocos meses de trabajo. Trabajó de picapedrero, albañil, foguista, barredor de nieve.
HacÃa jornadas de 12 y 14 horas en verdaderos tugurios insalubres, recibiendo, por ser extranjero, la mitad del jornal de un norteamericano, de por sà bajo.
Con ansias de leer y estudiar se quedaba de noche, después del trabajo, dormido sobre los libros:
"Aprendà que la conciencia de clase no era frase inventada por los propagandÃstas, sino que representaba una fuerza vital, real, y que aquellos que comprenden su significado no son ya simples bestias de carga, sino seres humanos".
Sus palabras, como sus escritos y alegatos están llenos de fe en la clase obrera y en la revolución.
Se define como ferviente libertario, como anarquista, porque siente que "solamente en la libertad podrá surgir el hombre a su noble y armoniosa integridad".
Su convicción clasista y de pelea lo lleva a participar en huelgas y mÃtines, a colaborar en la creación de sindicatos. Es en 1913 que comienza a participar activamente en el movimiento obrero. En 1916 estalló un gran conflicto en la Plymouth Cordage Company y allà estuvo Vanzetti en primera lÃnea, dirigiendo la huelga. Salen victoriosos, conquistan sus reclamos.
Después sufre persecución, es incluido en las listas negras, tiene seguimiento policial durante 18 meses, es el castigo de la clase dominante. Más difÃcil le es entonces conseguir trabajo.
Cuando es detenido en mayo de 1920, su ocupación es vender pescado en la calle. No habÃa abandonado la lucha en ningún instante, estaba en ese momento organizando la movilización contra el asesinato de Salsedo.
Su condición de agitador lo llevó a la cárcel. En sus propias palabras:
"Permanezco siete horas en un lugar lleno de gas, 40 minutos en un patio polvoriento, 16 horas en una estrecha celda... Tal es mi vida diaria, salvo en los dÃas de fiesta en los que debo permanecer de 21 a 23 horas en mi jaula".
Después de siete años de prisión, fue asesinado en la silla eléctrica. Hasta el último momento conservó su actitud firme y digna, todo un sÃmbolo de ejemplo para la clase obrera en la que tan profundamente creÃa.
Las últimas palabras de los mártires de Boston
"El afecto y el heroÃsmo de nuestros compañeros de todo el mundo, la implacabilidad del enemigo, han hecho que en lugar de haber sido condenados y muertos en el término de pocos meses, como habrÃa ocurrido si nos hubiéseis abandonado a nosotros mismos, hemos sido torturados siete años, tres meses y cinco dÃas, antes de ser quemados vivos.
Sin embargo, estoy contento de que haya durado tanto, pues, si no otra cosa, será una lección para la reacción americana como para quitarle por un tiempo las ganas de desahogar su bestial sadismo sobre otras vÃctimas eventuales que acecha vorazmente.
Como anarquista me consuela el saber que si la burguesÃa me hubiese dejado vivir todos mis dÃas no habrÃa podido hacer por la gran revuelta lo que hice involuntariamente a través de mi martirio.
...Nos odian a nosotros y a los nuestros; son amigos de nuestros mortales enemigos... Todo el poder de la reacción esta contra nosotros.
Sà esta es la última, recibid el extremo adiós. ¡Mantened en alto nuestra bandera! ¡Animo compañeros!"
"Muero como he vivido, luchando por la libertad y por la justicia. ¡Oh, si pudiera comunicar a todos que no tengo nada que ver con ese horrendo crimen...
Mi corazón está lleno, rebosante de amor por los mÃos. ¿Como despedirrme de vosotros? ¡Oh, mis queridos amigos, mis bravos defensores, a todos vosotros el afecto de mi pobre corazon, a todos vosotros mi gratitud de soldado caÃdo por la causa de la libertad!
...Continuad la soberrbia lucha, que yo también en lo poco que pude, he gastado mis energÃas por la libertad y por la independencia humana.
...¿Que culpa tengo si he amado demasiado la libertad? ¿Por qué he sido privado de todas las cosas que hacen deliciosa la vida? Ningún reflejo de la propia naturaleza, del cielo azul y de los esplèndidos crepúsculos en las tétricas prisiones construÃdas por los hombres para los hombres. Pero yo no he llevado mi cruz en vano. No he sufrido inutilmente. Mi sacrificio valdrá a la humanidad a fin de que los herrmanos no continúen matandose; para que los niños no continúen siendo explotados en las fábricas y privados de aire y luz. No está lejos el dÃa en que habra pan para todas las bocas, techo para todas las cabezas, felicidad para todos los corazones. Tal triunfo será mÃo y vuestro, compañeros y amigos."
Bartolomé Vanzetti
"¡No hay justicia para los pobres en América! ...¡Oh, compañeros mÃos, continuad vuestra gran batalla! ¡Luchad por la gran causa de la libertad y de la justicia para todos! ¡Este horror debe terminar! Mi muerte ayudará a la gran causa de la humanidad. Muero como mueren todos los anarquistas -altivamente, protestando hasta lo último contra la injusticia. ...Por eso muero y estoy orguloso de ello! No palidezco ni me averguenzo de nada; mi espÃritu es todavÃa fuerte. Voy a la muerte con una canción en los labios y una esperanza en mi corazón, que no será destruÃda..."
Nicolás Sacco
"Queridos amigos y compañeros del Comité de defensa: Mañana, inmediatamente después de la media noche, deberemos morir en la silla eléctrica. No tenemos ya ninguna esperanza. ...Hemos decidido, por eso, escribir esta carta para expresar nuestro reconocimiento y admiración por todo lo que habeÃs hecho en favor de nuestra defensa en estos siete años, cuastro meses y once dias de lucha. El hecho de que hayamos perdido y que debamos partir, no disminuuye para nada nuestra actitud y nuestra apreciación de vuestra conmovedorra solidaridad hacia nosotros y nuestras familias. Amigos y compañeros: ahora que la tragedia de este proceso toca a su fin, unamos nuestros corazones, nuestros errores, nuestras derrotas, nuestra pasión, para las batallas futuras, para la emancipación final. Unamos nuestros corazones en esta hora, la mà s negra de nuestra tragedia. Armaos de valor, saludad a los amigos y a los compañeros de todo el mundo. Os abrazamos a todos y os damos el último adiós, con el alma desgarrada, pero llena de amor. Ahora y siempre un viva a todos nosotros, un viva a la libertad. Vuestros en la vida y en la muerte"
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Enlaces Externos y Fuentes
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