Si tuviese que contestar la siguiente pregunta: ¿Qué es la esclavitud? y respondiera en pocas palabras: Es el asesinato, mi pensamiento se aceptarÃa desde luego. No necesitarÃa de grandes razonamientos para demostrar que el derecho de quitar al hombre el pensamiento, la voluntad, la personalidad, es un derecho de vida y muerte, y que hacer esclavo a un hombre es asesinarle.
¿Por qué razón, pues, no puedo contestar a la pregunta qué es la propiedad, diciendo concretamente la propiedad es un robo, sin tener la certeza de no ser comprendido, a pesar de que esta segunda afirmación no es más que una simple transformación primera? [...] Yo creo que ni el trabajo, ni la ocupación, ni la ley, pueden engendrar la propiedad, pues ésta es un efecto sin causa. ¿Se me puede censurar por ello? ¿Cuántos comentarios producirán estas afirmaciones?. ¡La propiedad es el robo! (Sigue ...)
Esta obra [...] Es la continuación natural de las Cartas a un francés, publicadas en septiembre de 1870, y en las cuales tuve el fácil y triste honor de prever y predecir las horribles desgracias que hieren hoy a Francia, y con ella, a todo el mundo civilizado [...] Probar esta verdad, de aquà en adelante incontestable, por el desenvolvimiento histórico de la sociedad, y por los hechos mismos que se desarrollan bajo nuestros ojos en Europa, de modo que sea aceptada por todos los hombres de buena fe, por todos los investigadores sinceros de la verdad, y luego exponer francamente, sin reticencia, sin equÃvocos, los principios filosóficos tanto como los fines prácticos que constituyen, por decirlo asÃ, el alma activa, la base y el fin de lo que llamamos la revolución social, es el objeto del presente trabajo (
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