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La URSS, capitalismo de Estado

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Este texto fue originalmente una charla dada por Georges Fontenis en un coloquio en Francia denominado "De Kronstadt a Gdansk, 60 años de resistencia al capitalismo de Estado", a nombre de la Unión de Trabajadores Comunistas Libertarios (UTCL) en abril de 1981.

La URSS, capitalismo de Estado

Trataremos de hacer una reflexión que nos permita resaltar las características fundamentales de la sociedad soviética. Diremos, para empezar, que no es fácil y que no tenemos a nuestra disposición ni recetas infalibles ni mágicas que nos abran todas las puertas de la Historia. Nos esforzaremos en aplicar (y es siempre complicado) el método de análisis histórico del materialismo dialéctico el que Marx, pero también Bakunin, utilizaron en los comienzos de la organización del movimiento obrero. Al hacerlo, replicamos a aquellos que tienden al maniqueísmo que reina de manera frecuente en las organizaciones revolucionarias.

De entrada, nos apartamos, en nuestro esfuerzo de análisis, tanto de la idolatría a Marx, teórico de la revolución por la conquista previa del poder político; como de cierto anarquismo ideológico y un poco simplista, frecuentemente también sectario, intole-rante y tan dogmático como lo que pretenden combatir.

Estructuras y formas administrativas

En (estos) 65 años, la sociedad soviética ha recorrido varias etapas y ha conocido periodos, al menos en apariencia, bastante diversos.

Del comunismo de guerra a la NEP, del periodo estalinista a la reforma de Kruchev, del poder discreto de las altas instancias del partido a la preponderancia actual del ejército, hay diferencias notables que no pueden ser descartadas. Sin embargo, no se debe deducir que haya habido una sucesión de sociedades radicalmente diferentes. Hoy, un cierto número de militantes llegan a poner en relieve los caracteres secundarios (aunque incontestables) de la URSS, lo que los conduce a ver una sociedad que no sería ni socialista, ni capitalista, sino neofeudal, o faraónica, o despótica oriental, o simplemente militar.

Nos esforzaremos entonces en encontrar a través de la historia de la URSS lo que le es constante y fundamental.

¿Se trata de una sociedad socialista?

Nadie hoy en día asume que en la URSS la repartición del producto del trabajo es socialista, pero un cierto número de los que tienen una actitud crítica en relación a la URSS sostienen que, si bien las apariencias son falseadas por la existencia de una capa de dirigentes parasitarios, de hecho, las relaciones de producción son socialistas.

¿Cómo puede un análisis serio distinguir esquemáticamente tanto repartición como producción? Las relaciones de producción son un conjunto en el cual la producción de bienes por un lado y su distribución, intercambio y consumo del otro, no son más que aspectos de la misma producción. Es un absurdo hablar de relaciones de producción socialistas cuando la repartición de los productos del trabajo está basada en privilegios que se atribuye una categoría social en particular.

Es cierto que los partidarios críticos de la URSS parecen apoyarse en dos premisas:

1. Según Marx, el derecho burgués es mantenido en el curso de la fase inferior del comunismo.

2. No hay más propiedad privada sino propiedad colectiva de los medios de producción.

Es fácil refutar ambos argumentos:

1. En la teoría de Marx (y suponiendo que ésta sea incontestable), el derecho burgués afecta, en la fase inferior del comunismo, las relaciones entre los hombres, incluidas ciertas desigualdades salariales basadas en las necesidades de producción, pero las cuales no afectan las decisiones de conjunto sobre la repartición de la plusvalía y no puede ser la justificación de una sociedad de clases.

2. La propiedad estatal que existe en la URSS no es una propiedad colectiva sino una que ha sido puesta a disposición exclusiva de una clase.

Simplemente, hagámonos esta pregunta: ¿cómo puede un grupo dirigente decidir la repartición del producto del trabajo (repartición en una parte acumulable y una parte consumible, y repartición de ésta última en salarios para trabajadores e ingresos burocráticos) si no es dueño de la producción? ¿Si no fija éste el nivel y contenido de esta producción? ¿Si no fija las disposiciones del plan, las normas de trabajo, las tasas de explotación?

En la URSS, los trabajadores no tienen ninguna posibilidad de ejercer la más mínima influencia sobre la dirección de la economía y es la burocracia la que decide sobre todo, y que dispone completamente de los medios de producción.

Lo que importa no es la forma ideológica proclamada en una constitución, sino las relaciones entre los hombres tal y como son vividas concretamente. La forma jurídica de la propiedad no es más que una formulación súper estructural y no la imagen de las relaciones sociales reales.

Entonces podemos afirmar claramente: No, no se trata de una sociedad socialista.

¿Se trata de una sociedad capitalista?

Con toda evidencia, no se trata de una sociedad capitalista clásica en donde se apliquen las reglas del libre comercio, de la competencia al interior del país, de la economía de mercado en el sentido común del término, de crisis cíclicas, de operaciones bursátiles, etc.


Por una parte, las sociedades capitalistas han evolucionado, las leyes del capitalismo no se aplican como en el siglo XIX. Ha habido desarrollo de monopolios, intervenciones del Estado, aun del Estado liberal, medidas anticrisis, etc., sin que se pueda pensar que estas sociedades se salgan de alguna forma de la lógica del capitalismo. Por otra parte la URSS constituye una sociedad de explotación en donde las relaciones de producción están definidas por la dominación de una clase, al mismo tiempo en el modo de gestión de la producción y sobre el modo de repartición del producto social.

La relación fundamental de producción en la economía de la URSS se presenta como una relación entre el obrero y el aparato estatal. Este aparato constituye una clase (con diversos sectores: los militares, los dirigentes políticos, los altos tecnócratas) benefi-ciándose no solamente de grandes ventajas de todo tipo, sino también de una gran estabilidad, tan fuerte como la de cualquier burguesía clásica.

Sin duda hay luchas de clanes que también existen en las sociedades occidentales de una forma o de otra. Aunque tampoco existe la forma tradicional de herencia de grandes fortunas, sí existe la herencia de privilegios sociales –sobre todo escolares–, que sigue siendo sumamente importante.

¿Cómo entonces caracterizar esta sociedad de explotación que no es capitalista en el sentido estricto de la palabra? Tenemos que retomar las características más generales del modo de producción capitalista, y al hacerlo, veremos si las encontramos en la URSS.

• Una clase dispone de los medios de producción, tiene el monopolio de la gestión y determina la repartición del producto disponiendo de la plusvalía.

• Los trabajadores están obligados a vender su fuerza de trabajo a quienes deten-tan los medios de producción por medio del salario.

• Una economía de crecimiento, de desarrollo de fuerzas productivas, de concen-tración del capital, de tendencia a la expansión.

• La organización del trabajo bajo la lógica del taylorismo, el trabajo asalariado, la jerarquía, los privilegios de los cuadros superiores, la represión económica, los bonos de rendimiento, la reducción del trabajo al rol de ejecutante al ser-vicio de la máquina y del plan de producción y en consecuencia, el sabotaje y el ausentismo.

• Las características del imperialismo, con el imperialismo interno: "La Gran Rusia", la consolidación de las relaciones coloniales, de países saqueados ofre-ciendo a la metrópoli sus reservas de materias primas y de mano de obra bara-tas: sometimiento de los países del este europeo y relaciones de dependencia establecidos con los países subdesarrollados.

• Competencia económica y estratégica inter-imperialista.


Esto nos obliga a constatar que la URSS reproduce las características fundamentales de una sociedad capitalista, aún cuando haya substituido a la "libre empresa" por la con-centración en un trust único del Estado, ya que la determinación de la fuerza de trabajo se escapa al "mercado libre" y a la relación de fuerzas que se establece en las luchas.

Este último punto es bastante grave en comparación con lo que se produce en los países que se reconocen como capitalistas. No solamente los sindicatos libres están prohibidos, sino que los desplazamientos están sujetos a autorización, y más aún, en el campo el tra-bajo se reduce al trabajo forzado del esclavo, el obrero no es sino un simple engranaje de una maquinaria.

Estamos, efectivamente, en presencia de un capitalismo burocrático, o capitalismo de Estado. No lo que hubieran pensado Marx o Engels como la exitosa evolución del capitalismo occidental, sino que forjado a partir de las condiciones específicas de la Rusia de 1917, bajo la dirección de los bolcheviques asumiendo las necesidades de desarrollo del capitalismo en la ausencia o insuficiencia de una burguesía tradicional.

La edificación del capitalismo de Estado

En nuestra opinión, no podemos hablar de los orígenes históricos del capitalismo de Estado, sin darle toda la importancia que amerita a cada uno de los factores o condiciones, tales y como se presentaron en 1917 y en el curso de los años que siguieron:

• La necesidad del capitalismo ruso de superar el régimen zarista y sus estructuras arcaicas.

• La incapacidad de la burguesía tradicional de conducir una revolución burguesa.

• La debilidad de las clases medias.

• La revuelta popular, campesina y proletaria, contra la continuación de la guerra.

• La necesidad de restablecer y desarrollar una economía moderna aunque precaria.

• El aislamiento rápido de la revolución rusa así como las concepciones y prácticas dirigentistas del partido bolchevique.

Si para la mayoría de los analistas no hay duda en lo que concierne a las condiciones objetivas y al ambiente de Rusia después del aborto de la revolución en otros países europeos, por el contrario, la importancia de las concepciones leninistas en lo que concierne al paso a la sociedad socialista se deja frecuentemente en la sombra. Así cree-mos que es indispensable reafirmar algunas nociones sin las cuales no comprenderíamos porqué se tomó, desde el principio, la decisión de sustituir el poder de las masas por una oligarquía política, decisión que implicó la represión –entre otros– del movimiento makhnovista en Ucrania y la destrucción de la comuna de Kronstadt.


Sin duda podemos encontrar en Lenin acentos libertarios en el Estado y la Revolución, por ejemplo. Pero lo que importa, es lo que hay de fundamental en su pensamiento y que se tradujo efectivamente en la acción. Sus escritos son particularmente claros en lo que concierne a los hechos, a la actualidad, y en los textos de 1917, se afirma clara-mente su irresistible inclinación por las más extremas y estrechas soluciones centra-listas.

Así, escribe el 17 de septiembre, en La catástrofe inminente y los medios para conju-rarla, después de haber manifestado su inclinación por las formas de reglamentación del capitalismo moderno, particularmente de Alemania, modelo de la economía de guerra, que el "servicio de trabajo universal" es un paso hacia el socialismo, y que el "sociales-mo no es otra cosa que el monopolio capitalista del Estado al servicio del pueblo entero". Existe en esta fórmula, al menos, el mérito del cinismo. Y pasa rápidamente a un estilo más provisto de ambigüedades que de franqueza.

Y si bien no se trata de reducir el periodo estalinista a una pura continuación de la política de Lenin, es evidente que hay una filiación. Pero tenemos que remontarnos más alto: cualquiera que sea la complejidad del pensamiento de Lenin, éste está profun-damente marcado por un aspecto del marxismo, aquel que Marx desarrolla en el seno de la primera Internacional oponiéndose a la tesis de Bakunin, y que preconiza el dominio de la economía por el Estado.

¿Qué dicen entonces Bakunin y sus amigos? En su carta al periódico de Bruselas, La Libertad, el 5 de octubre de 1872, Bakunin saluda de entrada al revolucionario en Marx, el que "realmente quiere el levantamiento de las masas", pero escribe: "Me pregunto cómo hace para no ver que el establecimiento de una dictadura universal, colectiva o in-dividual, de una dictadura que sería la labor maestra de obra de la revolución mundial, regulando y dirigiendo el movimiento insurreccional de las masas en todos los países como se dirige una máquina, que el establecimiento de tal dictadura bastaría para matar la revolución, para paralizar y enterrar todos los movimientos populares."

Y, más adelante, Bakunin describe la revolución vista por Marx en aquel momento: "esta revolución consistirá en la expropiación sea progresiva o sea violenta, y en la apropiación de toda la tierra y de todo el capital por el Estado que, para poder cumplir su gran misión tanto económica como política, deberá ser necesariamente muy poderoso y fuertemente centralista". A esto Bakunin opone la libre federación de las colecti-vidades de trabajo y vida, como diríamos hoy, "la autogestión revolucionaria genera-lizada".

Hemos enumerado todos los factores y condiciones históricas en la Rusia de 1917 y acabado de dar toda su importancia al fondo doctrinal del leninismo, heredado de un cierto marxismo y precursor del estalinismo. Por lo tanto no podemos limitarnos a afirmar: "las teorías de Lenin han conducido al capitalismo de Estado". Como tampoco podemos limitarnos a afirmar: "las condiciones objetivas de la Revolución Rusa han en-gendrado la degeneración burocrática."

Para nosotros, es el conjunto lo verdadero, a saber: que el leninismo, complejo de conceptos y de prácticas, marcado por el burocratismo (con el dirigentismo, el substitucionismo, el centralismo "democrático", la teoría del Estado obrero), el leninismo ha encontrado entonces condiciones favorables (necesidades objetivas del capitalismo en un país poco desarrollado y en situación de aislamiento, etc.) al establecimiento de un capitalismo de Estado.

Categoría:Ensayos y artículos Categoría:Lo que no es anarquismo