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Ambiguedades en las pruebas de la existencia de Dios

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Ambigüedades en las pruebas de la existencia de dios

El antecedente histórico nos ha mostrado en distantes ocasiones que las religiones tienen discrepancias entre sí, asimismo, que tienen un distinto concepto de lo que es un dios. No podemos englobar el ateísmo sin antes pensar en todas las religiones existentes actualmente, si no que, hay que entender el contexto del significado divino que ellos le dan a un ser sobrenatural, un ser inmutable, etcétera.

No es lo mismo un dios para un cristiano que para un hinduista. Por eso, debemos de adaptarnos en el contexto cultural que distintas religiones expresan. Naturalmente, analizando el contexto podemos relucir distintas cosas, como lo son las culturas, los fundamentos que dan como prueba de un ser supremo, etcétera. Primero, debemos de plantearnos distintas cuestiones, para no recaer en la habladuría pura y dura, y tener, asimismo, el conocimiento para criticar lo que deseamos: ¿Qué es un dios? ¿Qué es una religión? ¿Qué es una creencia? ¿Es verdad o mentira todas las cosas que, a lo largo de la historia con tanta insistencia, nos ha contado los personajes de las religiones grandes y pequeñas? ¿Nos están engañando, con tanto despotismo, o solamente nos exponen la verdad? ¿Cuáles son las teorías de las religiones que procesamos, sin cuestionárnoslas?

En primera instancia, la palabra divinidad significa: Ser natural o sobrenatural al cual, siendo este adorado y puesto en un altar muy en alto, es tomado y considerado como un ser para maravillar, adorar y terminar de rendir culto hacia ellos.

Los seguidores de las religiones politeístas, que consideran, dentro del contexto universal y mundial, que un dios es un ser sobrenatural que ha obrado con distintas cualidades. Esto quiere decir que, con la más efervescencia sobrenatural, un dios en las religiones politeístas tiene una cualidad en específico. Gracias a que hay distintos dioses, cada uno tiene un poder en específico. Los ejemplos más reducibles, y más mitológicos a la vez, son sobrantes: Zeus, era el único dios mítico que podía todo, sin embargo, con motivaciones disímiles, existen dioses de más bajo poder que el mencionado. Poseidón, por ejemplo, era el dios del agua; podía mover y causar efectos terribles, y bondadosos, según su grado de humor, y éste tenía la especialidad con el agua.

Las ambigüedades están presentes en la actualidad más que nunca. Según las leyendas históricas acerca de estas religiones, dicen que estos dioses se formaron a partir de la especialidad que tienen. Es decir, si Poseidón era el dios del agua, este iba a renacer del agua, irreduciblemente. Pero acaso, ¿hemos cuestionado la existencia de estos dioses del pasado, siendo éstos, unos de los primeros dioses que existieron? ¿Cómo es que estos dioses nacieron a partir de su especialidad, si éstos crearon todo? ¿Por qué al momento de escuchar la mención de estos dioses, rápida o lentamente, optamos por rechazarlos sin tener un fundamento correspondiente? O acaso ¿sólo porque nuestros padres, semejantes y compañeros de religión, nos han dicho que ningún dios distinto al nuestro es verdadero, real?

A decir verdad, las religiones y los dioses de nuestros antepasados son ininteligibles, sin lugar a dudas ni huecos de confusión, inexistentes. En primer lugar, nuestros antepasados entendían como un dios a todo aquél ser que tenía más poder metafísico y de poder natural. Si un dios es aquella persona que es elevada a nosotros, y que puede causar los efectos más desastrosos, pero también los más favorables, este no puede prevalecer. Al momento de haber un ser que haga estas cualidades, en un momento instante se desmoronarían. Todas estas cualidades de los antiguos dioses, y los existentes de las religiones politeístas son, ni más ni menos, dioses inexistentes. Si un dios es superior a nosotros, y que puede causarnos efectos desastrosos, pero también los favorables, y que al paso del tiempo se estuvieran recordando, con mayor o menos grado, al momento de dejarlos, de no tomarlos como dioses, estos dioses, sin pensarlo siquiera un instante, nos desplomarían. Zeus nos enviaría una tremenda plaga; Poseidón hubiera, sin menoscabo, arruinado el mundo inundándolo y dejando en él solamente una capa de agua; Hermes sin piedad nos hubiera remontado en su mundo, el mundo de los muertos; Minerva con su magnífico poder nos hubiera encantado, con sus poderes, etcétera ¿Pero acaso por qué no nos sucedió nada, ni un solo rasguño, al momento de olvidar a estos dioses si ellos tenían poder superior sobre nosotros? Porque estos dioses no existían, porque a lo largo de ese periodo, estas teorías inútiles fueron forjadas por los reyes absurdos enajenados de la realidad. Entonces ¿cuál es la realidad? La realidad, en este momento dado y de lo anterior mencionado es que estos dioses, sin ninguna duda, no existen. Son mitos y leyendas absurdas que nos aleja de la realidad, y nos dejan cegados de los problemas reales.

¿Qué pensar acerca de las religiones que, forjan su vida en creer que el dios es el universo? La ciencia nos ha dicho, con toda claridad, que la materia del universo es un ser exánime. El planeta Júpiter en ningún momento puede tener vida, mucho menos todos adjuntos. El universo es materia unánime, por el hecho de ser éste una materia. Esta materia está muerta, sin vida, y al momento de no tener vida, no puede ser un ser sobrenatural. Un ser sobrenatural, con el simple hecho de ser un ser, es vivo. Al momento en que un ser sea exánime deja de ser un ser. Pasa a ser inexistente, sin vida; un dios, en ningún ni preciso momento, puede ser un ser muerto. Al momento de ser muerta esta materia, no puede ser transfigurada en dios. El panteísmo no fue, no es y nunca será una creencia valedera que dé fundamentos lógicos de la existencia de este dios. ¿Cómo creer que la naturaleza puede ser un dios¹? ¿Cómo creer que el universo es un dios, si éste es materia muerta?

Mientras el panteísmo dice que todo es dios, el panenteísmo dice que todo se manifiesta por dios. ¿Qué decir de aquel hombre que, en su ser reine la maldad más cruel del mundo, y obre en contra de sus semejantes? ¿Es, acaso, manifestación de dios? No, ni lo será. En primer instancia, esta creencia afirma y emite el juicio de que el dios que es predicado por ellos es bueno. Sin embargo, no entiendo cómo es que un dios totalmente bueno pueda manifestarse en un ser que, siendo esta su naturaleza por una causa social, aborrezca todo tipo de humanitarismo. ¿Un león furioso, hambriento, y que come a un humano, es expresado por ese dios que, es infinitamente bueno? ¿Acaso un ser vivo anda por todas partes, predicando que él puede hacer milagros en nombre de un dios que ni siquiera existe? ¿Un león puede curarnos de todo mal siendo este un ser vivo expresado por dios? Las respuestas firmes para contrarrestar estas teorías: no existe tal dios.

Mientras la religión cristiana se preocupa por su expansión, no se han turbado para remediar sus lagunas de contradicciones que, desde sus inicios, ha tenido y que ha sido la más tiránica forma de opresión intelectual.

Sebastián Faure nos da claras, y breves argumentos sobre la inexistencia de dios; pero estas pruebas de la inexistencia de dios va dirigido, especialmente, a la religión cristiana – esto lo escribió en su texto Las doce pruebas de la inexistencia de Dios-.

“Lo perfecto no puede producir lo imperfecto (…) Es, pues, imposible que lo perfecto haya terminado lo imperfecto” –argumenta Sebastián Faure-. Es imposible que Dios, siendo perfecto pueda crear algo imperfecto; más imposible es aún, que el universo, siendo imperfecto, haya sido creado por Dios, siendo éste perfecto. Al momento en que un ser perfecto cree algo imperfecto, su perfección se destrozará inmediatamente; su convicción de hacer todo a la perfección se quebrantará sólo en cuestión de segundos. ¿Cómo es que un ser divino infinitamente perfecto, haya creado a humanos totalmente imperfectos?

¿Estamos seguros, acaso, que el Dios predicado por los cristianos, a capa y lanza, es infinitamente poderoso y bueno? No, no lo es y nunca lo será. Bien sabemos, sin lugar a dudas ni errores de afirmaciones, que el mal existe. Este mal, es el que ha sido el terror de la humanidad y el que ha hecho que los desordenes sociales se den a todo su resplandor. Este mal es el que hace, evidentemente, los asesinatos, las vejaciones, violaciones y miles de cosas más que son tiránicas. Pero ¿En verdad, Dios todo poderoso, puede acabar con el mal? No, evidentemente. El mal existe y si expresan que Dios es infinitamente bueno ¿por qué no lo acaba siendo éste un ser infinitamente bueno y poderoso? Porque o no puede, o no quiere. Si no puede, en este momento, al instante pasará a ser un ser que no es todo poderoso. Y si no quiere, Dios, al instante, sin vacilaciones, dejará de ser infinitamente bueno. ¡Nos damos cuenta de que el mal existe, y Dios no ha terminado con él! “Dios no es infinitamente bueno; el infierno lo demuestra (…) el Dios de los cristianos, Dios que dicen de piedad, de perdón, de indulgencia, de bondad, de misericordia, precipita a una parte de sus hijos –para siempre- en esa mansión poblada por las torturas más crueles, por los más indecibles suplicios. – Sebastián Faure-.

Añade, Sebastián Faure lo siguiente: “Dios viola las leyes fundamentales de la equidad (…) Si se admite que la práctica de la justicia no puede ser ejercida sin comportar una sanción y que el magistrado tiene por misión fijar esta sanción, existe una regla sobre el cual el sentimiento es y debe ser unánime: es que, del mismo modo que hay una escalera de recompensas y castigos … El magistrado que mejor practicará más exactamente la recompensa al mérito ideal, impecable, perfecto, será aquel que fijará una reacción de un rigor matemático entre el acto y la sanción.”

“La religión es el opio de los pueblos” ( Karl Marx). Son doctrinas religiosas que no ejemplifican la evolución del pensamiento, voluntad y moral. Es una creencia ambigua que solamente está especificada por medio de artefactos inútiles (Biblia, escrituras, etcétera) y que no asegura la existencia del ser todo poderoso predicado por las distintas religiones. La religión es u artefacto inútil, vasto, un reloj que no gira en torno de círculo y hacia a derecha; es un reloj cuyas manecillas están a la mitad, cortadas, y retrocede, no avanza…

“La religión se basa, pienso, principal y primariamente en el miedo. El miedo es el padre de la crueldad, y por tanto no es sorprendente que crueldad y religión han ido tomadas de la mano. La ciencia puede ayudarnos a superar este cobarde temor en que ha vivido la humanidad por tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos, y yo pienso que nuestros propios corazones pueden enseñarnos, a dejar de buscar apoyos imaginarios, a dejar de inventarnos aliados en el cielo, sino mejor a mirar a nuestros propios esfuerzos aquí en la tierra para hacer de este mundo un lugar más adecuado para vivir, en vez de la clase de lugar que las Iglesias han hecho de él durante todos estos siglos (…) Pienso que todas las grandes religiones del mundo son tan falsas como dañinas. Es evidente, como cuestión lógica que, ya que discrepan entre sí, no más que una de ellas puede estar en lo cierto. Con muy pocas excepciones, la religión que acepta un hombre es la de la comunidad en que vive, lo que hace obvio que la influencia del ambiente es lo que lo ha llevado a esa religión.”

“La mayoría de las personas creen en Dios porque se les ha enseñado desde la más temprana infancia a hacerlo, y ésta es la razón principal. Luego creo que la siguiente razón más poderosa es el deseo de seguridad, una especie de sentimiento de que hay un gran hermano que cuidará de uno. Esto juega un muy profundo papel en influir en los deseos de las personas de creer en Dios.” – Bertrand Russell en su escrito ¿Por qué no soy cristiano?-

“La Biblia, que es un libro muy interesante y a veces muy profundo cuando se lo considera como una de las más antiguas manifestaciones de la sabiduría y de la fantasía humana que han llegado hasta nosotros, expresa esta verdad de una manera muy ingenua en su mito del pecado original. Jehová, que de todos los buenos dioses que han sido adorados por los hombres es ciertamente el más envidioso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y de la libertad humana, que creó a Adán y a Eva por no sé qué capricho (sin duda para engañar su hastío que debía de ser terrible en su eternamente egoísta soledad, para procurarse nuevos esclavos), había puesto generosamente a su disposición toda la Tierra, con todos sus frutos y todos los animales, y no había puesto a ese goce completo más que un límite. Les había prohibido expresamente que tocaran los frutos del árbol de la ciencia. Quería que el hombre, privado de toda conciencia de sí mismo, permaneciese un eterno animal, siempre de cuatro patas ante el Dios eterno, su creador, su amo. Pero he aquí que llega Satán, el eterno rebelde, el primer librepensador y el emancipador de los mundos. Avergüenza al hombre de su ignorancia de su obediencia animal; lo emancipa e imprime sobre su frente el sello de la libertad y de la humanidad, impulsándolo a desobedecer y a comer del fruto de la ciencia.

Se sabe lo demás. El buen Dios, cuya ciencia innata constituye una de las facultades divinas, habría debido advertir lo que sucedería; sin embargo, se enfureció terrible y ridículamente: maldijo a Satán, al hombre y al mundo creados por él, hiriéndose, por decirlo así, en su propia creación, como hacen los niños cuando se encolerizan; y no contento con alcanzar a nuestros antepasados en el presente, los maldijo en todas las generaciones del porvenir, inocentes del crimen cometido por aquéllos. Nuestros teólogos católicos y protestantes hallan que eso es muy profundo y muy justo, precisamente porque es monstruosamente inicuo y absurdo.” – M. Bakunin en Dios y el Estado-.

Para terminar, es menester agregar que, los dioses creados hasta horita no existen. Fundamentos obvios existen. Sin embargo, no se puede saber si en realidad existe o no un dios, con distintas tendencias de ser. No se puede argumentar que no existe un dios²; tampoco se puede argumentar que existe uno. ¿Cómo comprobar que no existe un dios siendo este un ser inapreciable ante la vida humana? ¿Cómo comprobar que existe dios, siendo, de igual manera, un dios invisible que, a pesar de todo, no puede ni debe tener las mismas cualidades que tienen los dioses existentes? La respuesta ha quedado, es y será una respuesta confusa e inexplicable. Los dioses creados hasta hoy en día, son, ni más ni menos, ni vacilaciones ni juegos, los más estúpidos. Estos dioses no tienen ni idea de lo que es ser un dios. El significado de dios (Dios, para los cristianos y familias monoteístas) está confuso en cuanto su comprobación de existencia. No puede afirmar, nadie, ni por más sabio e ingenioso que sea, si existe o no un dios. Los dioses existentes hasta horita, sin menos cabo ni duda alguna, son inexistentes –pruebas formales y obvias lo demuestran-.

Notas del ensayo=

¹ Es muy importante considerar, de igual manera, cómo es tomado un dios para las personas. La naturaleza puede ser tomada como un dios, en el sentido de ser tal. En el sentido de ser sagrada por todo lo que nos da. Sin embargo, en el caso de los panteístas, afirman que tras ellos hay un ser sobrenatural; esa es la idea que no acepto y que niego a pesar de todo.

²Para todos los dioses existentes sí hay argumentos. No puede haber argumentos para un dios que, pudiendo ser muy distintos a los ya creados, que sean de gran utilidad.