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Colectivos (Recetas para el desastre)
Contents
- 1 Instrucciones
- 2 Zonas Autónomas Ampliables
- 3 ArmonÃa, No Unidad
- 4 Diversidad
- 5 Compromiso
- 6 División del Trabajo, Especialización, y Poder
- 7 Comunicándose
- 8 Dinámica: una Tabla Redonda, No Un Congreso de Representantes
- 9 No seas un idiota
- 10 Protegé Tu Idealismo
- 11 Cuando los Tiempos se Endurecen
- 12 Secuelas y Consecuencias
Instrucciones
Mientras un grupo de afinidad es una estructura transitoria basada en la colaboración y la amistad existentes (ver Grupos de Afinidad), un colectivo es una institución más permanente en la cual tiene lugar la colaboración y se puede desarrollar la amistad. Los individuos pueden entrar o salir de los diferentes colectivos, como la sangre que circula a través de los órganos, pero el colectivo permanece, ofreciendo continuidad e infraestructura.
Un colectivo puede ser un cÃrculo cerrado, tal como un equipo clandestino de engrudadores (ver Engrudo) o una estructura abierta, más fluida, en la cual cualquiera puede participar, tal como un grupo Food Not Bombs (Comida No Bombas). A menudo el formato está en algún lado entre estos extremos, como en el caso de una banda folk anarquista que lleva diferentes invitados con ellos cada vez que salen de gira. Los colectivos pueden servir para atender las necesidades de los individuos que los componen, como es el caso de los grupos de lectura; o también las necesidades de su comunidad, tal como los colectivos que cuidan la salud de las mujeres (ver Cuidado de la Salud); o incluso aquellas de otras comunidades, como los grupos de apoyo a prisioneros que envÃan libros a los presos. En el mejor de los casos, todos los que toman contacto con un colectivo terminan participando y beneficiándose de alguna manera; esa es la idea de pensar y actuar colectivamente.
Los grupos de afinidad y los colectivos pueden distinguirse de otras estructuras organizacionales en que son explÃcitamente no jerárquicas. Idealmente, todos los participantes tienen igual peso en las actividades del grupo. No hay posiciones de liderazgo; se efectúan todos los esfuerzos para evitar centralizar el poder y la influencia en las manos de cualquier individuo o facción. En vez de votar, las decisiones se toman por consenso, de manera que se cuenta con la aprobación de todos los involucrados.
De esta manera, los grupos de afinidad y los colectivos brindan un sustento para la autonomÃa individual en la acción colectiva. Sin embargo, para que esto sea posible, ellos mismos deben ser construidos sobre la base de relaciones de apoyo y liberación. Las estructuras y procedimientos igualitarios no pueden sustituir la sensibilidad y la buena voluntad; a lo sumo pueden allanarles el camino. Como muchos de los aspectos importantes de cualquier colaboración están determinados informalmente, los participantes en los colectivos deben buscar nutrir las actitudes y hábitos necesarios para la coexistencia y la cooperación, para que surjan de forma natural.
Zonas Autónomas Ampliables
Más que incrementar los recursos o el poder de los individuos, los colectivos construyen poder compartido. En un sistema competitivo, la vida es un juego de suma cero, en el cual uno solo prospera a expensas de los demás; por otro lado, en el sistema cooperativo, cuanto más invierte cada uno, mayores son los beneficios para todos. AsÃ, estableciendo y nutriendo un colectivo, los individuos no acumulan poder para sà mismos aisladamente, sino que construyen una estructura de la cual todos pueden beneficiarse. La riqueza que genera un colectivo no corresponde al tipo de divisas que uno puede usar para adquirir una póliza de seguro; más bien es una red de ayuda mutua con lazos emocionales de larga duración que pueden satisfacer las necesidades de las personas incluso cuando las pólizas de seguro fallan.
En el mejor de los casos, los proyectos colectivos son contagiosos, difunden el espÃritu y las estructuras colaborativas a todos quienes entran en contacto con ellos. Pueden hacerlo dando la bienvenida a nuevos participantes en sus filas, o demostrando las ventajas de sus métodos, que otros pueden apropiarse para usar por sà mismos.
ArmonÃa, No Unidad
Muchos activistas se acercan a proyectos colectivos con la idea de que para trabajar juntos, para ser o parecer sinceros o para lograr grandes cosas, todos los miembros de un colectivo deben compartir una plataforma polÃtica especÃfica, un cierto estilo de vida, y un estricto código de conducta. ¡Y pensaste que la presión por pertenecer era mala en el secundario! Las llamadas ideologÃas radicales como el comunismo, que se niegan a terminar con las jerarquÃas, han exigido históricamente esa estandarización en sus filas, y han terminado consecuentemente en movimientos, obras de arte y sociedades estériles; por otra parte, el pensamiento anarquista sugiere que la diversidad es necesaria para cualquier organización o ecosistema saludable. Mayor diversidad ofrece un amplio espectro de inspiración e ideas para aprovechar, vuelve a tu grupo más adaptable; y dado que los seres humanos son siempre diferentes, aún cuando tratan de homogeneizarse a sà mismos, cualquier sistema de valores que favorezca la conformidad sólo puede generar relaciones y proyectos deshonestos y superficiales.
Un colectivo de clones en el mejor de los casos puede hacer bien una sola cosa; un cÃrculo de individuos únicos puede hacer muchas cosas diferentes que se complementan entre sÃ. Los mejores colectivos son aquellos que articulan la suma total de todo lo que los diferentes miembros tienen para ofrecer, no sólo aquellos que se limitan sà mismos a aplicar lo que los miembros tienen en común. Como una banda necesita músicos que toquen diferentes instrumentos, las asociaciones saludables no restringen a los participantes con compromisos que los fuerzan a limitarse a las cosas que tienen en común, sino que integran sus diferencias en un todo mayor que la suma de sus partes.
Trabajar y vivir con dichos acuerdos, en los cuales cada persona es consciente de que es responsable de hacer que funcionen los proyectos y relaciones, nos ayuda a vernos como parte de una red de relaciones humanas, en lugar de individuos aislados contra el mundo. Bajo estas circunstancias, los deseos de los demás deben tomarse tan seriamente como los propios. Esto puede permitir a un individuo ser una persona más completa, ya que sus compañeros pueden representar partes de sà mismo que de otro modo no expresarÃa.
En última instancia, todos somos producto de un mismo mundo, estamos todos interconectados, cada uno de nosotros manifestando diferentes aspectos del mismo juego de fuerzas. Sin esta comprensión, nuestra cooperación y comunidad puede sólo ser casual y fortuita.
Podés tomar ventaja de los miles de diferentes intentos que la gente ya ha construido para establecer comunidad –barrios, asociaciones, grupos de punk rock, ligas de bowling, encuentros de Alcóholicos Anónimos, coros de iglesias, clubes de secundaria, organizaciones estudiantiles, cÃrculos de tejido, grupos de pasatiempos– como puntos de partida desde los cuales trabajar en camino a comunidades más amplias que sean más radicales, durables y ambiciosas. Considerá con cuáles comunidades ya tenés lazos. No las abandonés en busca de comunidades más radicales, quedate cerca para radicalizarlas.
Eventualmente, para los individuos experimentados en vivir comunalmente y actuar colectivamente, se vuelve posible comprender el cosmos entero como un colectivo vasto, aunque disfuncional; el problema es simplemente cómo hacer que funcione más de acuerdo a nuestro gusto. Esto no significa que los fascistas o sexistas puedan ocuparse de sus muchos asuntos y ser “parte de nuestro colectivoâ€, ellos mismos serÃan los primeros en negarlo, ¡y lo sostendrÃan con pruebas! Pero el principal argumento del fascismo y el pensamiento reaccionario ha sido siempre que la cooperación y la autonomÃa son mutuamente excluyentes, que las personas deben recibir órdenes y ser controladas o sino no harán nada más que ser perezosas y matarse entre sÃ. Cuanto más demostremos que esto es mentira, menos atractivas serán sus afirmaciones.
Diversidad
Comenzar desde la diversidad es tan importante como fomentarla. Cada uno es único, por supuesto, y puede suceder que haya más divergencia de personalidad, talentos y experiencia entre dos personas con un mismo background que entre individuos de diferentes orÃgenes; pero habiendo dicho esto, incluir miembros de diferentes géneros, edades, clases sociales y culturas puede ser una gran cosa para un colectivo. Cuando gente de tan diferente origen aprende a comprender y respetar las perspectivas de los demás, complementar las fortalezas y debilidades de cada uno, y formar relaciones simbióticas en la base de sus diferencias, esa es una revolución en acción, aún si en principio es un puñado de personas.
Esto no quiere decir que debas reclutar gente para tu colectivo sólo por su raza o género –eso puede volverse, por lo menos, paternalista– pero es del mayor interés visitar diversos cÃrculos y aprovechar las amistades que se desarrollan naturalmente dentro de éstos para emprender proyectos colectivos.
Por supuesto, los colectivos compuestos por miembros con amplios grados de diferencia de privilegios tendrán que trabajar extra aprendiendo a interactuar como iguales (ver Minando la Opresión). Los patrones opresivos –gente de clase media que tiende a hacerse cargo de la organización, la clase obrera haciéndose cargo del trabajo fÃsico, hombres que toman las decisiones en formas que excluyen a las mujeres, y asÖ se integran a nuestros colectivos desde el mundo en el cual crecemos; podemos convertir estos grupos sociales en laboratorios donde aprender cómo romper estos patrones, como preparación para destruir ese mundo de jerarquÃas.
Las proporciones de diferentes orÃgenes dentro de un colectivo con frecuencia tienen una gran influencia sobre su dinámica interna. Por ejemplo, si es posible, es mejor que haya al menos dos personas que se identifiquen como mujeres en cada colectivo: un grupo formado exclusivamente por hombres inevitablemente carecerá de ciertas perspectivas importantes, y una mujer sola en un grupo masculino tendrá que lidiar con un montón de frustración por sà misma. Por otra parte, grupos exclusivos de mujeres pueden ser inspiradores para otrxs, y pueden funcionar como “lugares segurosâ€, más confortables que aquellos donde se trabaja en compañÃa mixta (de vuelta, ver Minando la Opresión).
Compromiso
El compromiso es a los colectivos lo que el bottomlining es a los grupos de afinidad; es la roca madre (los cimientos) sobre los cuales las comunidades pueden construir su poder y autoorganizarse. Cuando renunciás a todas las falsas riquezas y garantÃas del fraude de la protección capitalista, necesitarás del compromiso de todos más que de cualquier otra cosa.
El mundo en que vivimos, o mejor aún, en qué mundo vivimos, depende por completo de nuestras inversiones: seguimos viviendo en un mundo de ventas, salarios, alquileres y jaulas porque todos los dÃas la gente se despierta y –sin ver opciones viables– invierten su energÃa e ingenio en vivir dentro de sus estructuras, perpetuándolas. Si de algún modo podés dedicarte a crear y perpetuar otro mundo, ese mundo existirá al menos hasta donde vos existas, esa es la lógica de vivir un estilo de vida radical. Ahora, una persona sola viviendo y creyendo en contra de todo apenas puede sobrevivir, y mucho menos causar algún impacto real; pero una pequeña tribu de personas que se refuerzan y sostienen entre sà puede prosperar, y ayudar a otros a abrir las puertas a sus propios nuevos mundos.
Las comunidades anarquistas, en su mejor expresión, son redes de tales tribus, todas intercambiando apoyo e inspiración entre sà y ayudando a plantar las semillas que puedan hacer crecer nuevas realidades. El elemento más decisivo en la determinación de lo que una comunidad dada puede o no puede hacer es el compromiso de sus participantes. Un grupo de gente que está lista para afrontar cualquier cosa juntos, que sabe que serán fieles mutuamente y a sus sueños a través de tiempos duros, no necesita ser perfecto; mientras el tiempo pasa, aprenderán lo que necesiten aprender y mejorarán lo que necesiten mejorar.
Cuando consideres con quién trabajar, caracterÃsticas como la experiencia, la capacidad técnica y el acceso a equipamiento deberÃan ser secundarias; una persona que no tiene nada de esto pero que está poseÃda por un ardiente deseo de lograr grandes cosas puede eventualmente adquirirlas. Del mismo modo, si querés llegar a algún lado trabajando en grupos cooperativos de cualquier tipo, las caracterÃsticas más importantes que podés desarrollar en vos mismo son el compromiso, la dedicación, la confiabilidad y la responsabilidad. No desilusiones gente, no importa qué desafÃos encuentres. A través de tus acciones hazle saber a los demás que pueden contar con vos en todo lo que emprendan juntos.
Tres personas pueden compartir y minimizar los costos del alquiler y la comida, forrar una ciudad con pósters y graffiti, y organizar un colectivo para cuidar chicos a tiempo parcial; diez pueden cultivar un jardÃn comunitario, operar una agencia de información o un periódico, y formar una banda de música radical; cien pueden transformar un barrio en una zona autónoma, organizar manifestaciones que detengan una ciudad y desplegarse a través del paÃs para compartir esas habilidades con diez mil más, ¡pero todo depende del compromiso!
División del Trabajo, Especialización, y Poder
A fin de prevenir los conflictos internos y la centralización del poder, los colectivos harÃan bien en desconfiar de la división, a largo plazo, del trabajo. Una dada distribución del trabajo significa que cada miembro se vuelve especialista en su tarea particular, y frecuentemente, en el rol asociado a esas tareas. Una vez que los miembros de un colectivo se asientan en sus diferentes roles, tienden a desarrollar necesidades y perspectivas conflictivas, y con frecuencia sigue un desbalance de poder. Para un ejemplo de los peligros de una excesiva especialización, veamos un ejemplo común pero a menudo negado: las bandas de rock o de punk polÃticas. Muchas bandas polÃticas experimentan un desorden interno en el cual se produce una ruptura entre el cantante y los otros miembros. Probablemente de temperamento expresivo y extrovertido, el cantante se encuentra en el rol de vocero de toda la banda: se espera que componga las letras y las explicaciones que las acompañan, responda la mayorÃa de las entrevistas y presente las canciones mientras los otros miembros del grupo afinan sus instrumentos. Todo esto refuerza las propias tendencias autoritarias del cantante –no nos engañemos, todos somos un poco asÖ hasta que empieza a asumir y dar por sentado el poder que tiene.
La mejor analogÃa para usar acá es el Estado Comunista: el cantante deviene en el Partido, su carga es educar a las Masas comenzando por supuesto por el proletariado de su propia banda –los otros miembros–, quienes son los que en realidad producen lo útil: la música. Él, por supuesto, sólo da voz a las polÃticas que ya sostienen inconscientemente, es la Vanguardia, y esto le da la importante responsabilidad de organizar su labor, representar sus intereses, hacer declaraciones en nombre del grupo, y asà sucesivamente.
Ser capaz de expresar los sentimientos propios con palabras, expresar lo que uno piensa en público, articular ideas complejas al vuelo, todos estos son talentos valiosos para tener; el problema no es que el cantante del ejemplo los ejercite, sino que la especialización dentro del formato de banda tradicional tiende a desarrollar estas habilidades exclusivamente en esta persona y no en los otros. El cantante puede expresar y organizar cosas que deben ser dichas y organizadas, y puede ser quien tome mayor responsabilidad para cosas importantes como la relación entre la banda y otras personas, pero esta especialización no es usualmente sostenible, y nunca es saludable. Ahora que tienen diferentes intereses de acuerdo a sus distintos roles se desarrollan tensiones entre los diferentes estratos de la banda.
Podés organizar paros de alquileres para lograr que el propietario se ocupe de los problemas de plomerÃa, calefacción, electricidad, pero serÃa más sabio construir un cÃrculo de gente de confianza para invertir en un espacio comunal de viviendas. En la ciudad, podrÃas usar ese espacio como un lugar de encuentro para las artes escénicas, mientras que en el campo podrÃas cultivar suficientes verduras para alimentar a un montón de personas.
Este es sólo uno de los innumerables ejemplos de las maneras en que la especialización puede concentrar el control y crear disputas dentro de un colectivo. Aún en colectivos en los cuales la división del trabajo es mucho menos formal, las personas tienden a orientarse a un rol, y se producen las mismas consecuencias.
La responsabilidad tiende a fluir en una dirección una vez que se establece un patrón. Cuanto más hace una persona, más sabe hacerlo y se siente comprometida con ello, mientras el resto lo hace cada vez menos. Peor aún, esa persona puede asà dejar de confiar responsabilidades en los otros, con lo cual los demás dejan de ser conscientes de la cantidad de trabajo que hay que hacer y qué se necesita para hacerlo. El Responsable culpa a los demás por no asumir responsabilidades que éstos incluso desconocen; estos otros culpan por su hostilidad y resentimiento al primero, sin comprender el contexto.
¿Como puede un colectivo resistir esta tendencia insidiosa? Está el modo reformista: debés ser consciente del privilegio y del poder que proviene de las tareas que realizás, tratá de mantener controlados mediante una retroalimentación continua a aquellos que asumen roles claves. Luego está la forma radical: rotar responsabilidades frecuentemente entre los participantes del colectivo, mantener las cosas tan nebulosas que no haya roles fijados que puedan cristalizarse. Ninguna estrategia puede realmente funcionar sin la otra: ninguna reestructuración radical de nuestros grupos de trabajo puede por sà misma deshacer los efectos de décadas de condicionamiento jerárquico al que todos hemos sido sometidos, y al mismo tiempo es tonto pensar que personas en estructuras que son conducentes a la especialización y la centralización pueden comportarse de modo diferente con sólo decidirlo.
Comunicándose
La comunicación es central en la actividad de un colectivo, y es un arte vudú si alguna vez la hubo. Dos personas no hablan el mismo lenguaje de la misma forma; diferentes palabras, gestos, acciones siempre significan cosas distintas a distintas personas. No se enoje (y no se auto-otorgue la razón) a partir de las fallas en la comunicación. No hay una forma “correcta†para comunicarse, no hay Una Única Manera de manejar las cosas; cualquiera que diga lo contrario está tratando, conscientemente o no, de imponer su propio sistema al cosmos. Por otra parte, algunas formas funcionan mejor que otras; en definitiva, la única cosa que importa es que su grupo encuentre una lengua o método común que les permita a sus integrantes resolver las cosas internamente.
Tendrán que resolver todo de nuevo cada vez que cambie la composición de su grupo, o incluso cuando permanece igual, por los cambios que atraviesa la gente –todos cambiamos–. Cuando tengan un miembro nuevo o dos, no asuman que pueden simplemente avanzar de acuerdo a los planes y procedimientos que resolvieron antes. Júntense y asegúrense de que todos digan lo que tengan que decir y de que todos se sientan dueños de lo que hacen en conjunto.
Dinámica: una Tabla Redonda, No Un Congreso de Representantes
Imagina las relaciones en tu colectivo como un sistema que puede ser diagramado: el apoyo y la información pasan entre algunos miembros más que entre otros; se forman vÃnculos entre parejas, se refuerzan, se relajan. Todo esto es inevitable, y aceptable; pero la forma general del sistema tiene efectos crÃticos en el modo en que trabaja para quienes están contenidos en él. Algunos colectivos tienen sistemas circulares, en los cuales la comunicación se produce entre todos los participantes, o, si dos miembros no están interactuando demasiado, son por lo menos enlazados entre sà por todos los demás; otros colectivos desarrollan sistemas lineales, en los cuales en cierto punto de la cadena de relaciones hay una persona que por sà misma conecta a un grupo o un individuo con el resto. El sistema circular es saludable y durable; el sistema lineal es peligroso y frágil.
La dinámica lineal no está acompañada necesariamente por una estructura de poder jerárquica pero, cuanto menos, tiende a favorecer la polarización del poder. Los talentos y necesidades de las personas que ocupan los dos (o más) finales de la lÃnea, frecuentemente se desarrollan independientemente de los demás, y la especialización de intereses resultante puede llevar a conflictos.
La comunicación, que ordinariamente resolverÃa tales conflictos, es especialmente difÃcil en un colectivo que tiene dinámica lineal, porque la persona que se encarga de enlazar las diferentes “alas†del colectivo tiene que representar a cada una frente a las demás. La representación es reconocida por los anarquistas como poco saludable y des-empoderadora; los polÃticos que declaman representar nuestros intereses en las llamadas democracias inevitablemente nos fallan, dado que cada uno sólo puede conocer sus propios intereses auto-representándose. Aún si el miembro que enlaza hace seriamente todos los esfuerzos para representar las necesidades de las diferentes partes, el o ella en última instancia las perjudican al soslayarles descubrir cómo comunicarse directamente. Además, el estrés que esta representación impone sobre el miembro de enlace, especialmente si uno o ambos lados son agresivos, puede ser extremadamente difÃcil de soportar. Esta tensión, como todo el estrés en un colectivo, es inevitablemente retransmitida a los demás, por lo cual no intentes ser un héroe resolviendo los problemas de todos y llevando adelante al grupo completo con la fuerza de tu diplomacia.
La dinámica lineal es un problema clásico para los colectivos en los que dos miembros están envueltos en una relación amorosa, dado que en nuestra sociedad se fomenta que las personas en tales relaciones se aÃslen de las demás y formen una unidad, cuyos intereses conjuntos se relacionan al grupo a través de uno de ellos. Culpen por esto a la monogamia monocultural. Esto no significa que las personas que están involucradas sentimentalmente no puedan estar juntas en un colectivo, pero ellas necesitan estar especialmente atentas a mantener al mÃnimo la representación y la comunicación privada. La no-monogamia, no tanto en términos de sexo como en dinámica y expectativas relacionales, tiene mucho que enseñarnos en este tema (*) (ver Relaciones No Monógamas).
(*) Las relaciones no monógamas por supuesto que pueden también generar dramas dentro de los colectivos. Siempre que consideres mantener una relación amorosa con alguien que es importante para los proyectos en marcha, contempla si podrás continuar tu colaboración si la relación termina mal.
Bien puede suceder en una situación crÃtica que un miembro se aislará del resto del colectivo, por temor o resentimiento, excepto tal vez con aquel que mejor sabe comunicarse. Esta situación no será resuelta hasta que los otros puedan reconocer sus necesidades, y el individuo pueda sentir el apoyo proveniente de todos los demás. Como el éxito de cualquier proyecto colectivo depende de que estén todos involucrados, esto deberÃa ser –de alguna manera– siempre posible. Más vale que sÃ, puesto que a largo plazo no será suficiente ningún sustituto ni atajo.
Evitar la dinámica lineal en un colectivo es tan fácil y tan difÃcil como resolver cualquier otro problema interno del mismo: cuidarse de los malos esquemas, mantener lÃneas de comunicación abiertas, no ser insensible. Cuando se trata de la comunicación, no soportar la carga ajena más que cualquier otra responsabilidad; recordá también no ser tan difÃcil de abordar que los otros intenten evitarte.
No seas un idiota
¡Ojalá esto no tuviese que ser dicho! Podés pensar que está de más hasta que vos y tus amigos se encuentran perseguiendo la visión que tienen, de una revolución total que se expande hasta los confines de la tierra, sea en tu juventud o a los cincuenta, y los ánimos empiezan a caldearse.
Si levantás la voz a tus compañeros, pide perdón explÃcitamente tan pronto te sea posible, y tratá de descubrir las razones por las cuales perdiste la cabeza, de manera que puedas evitarlo la próxima. Si alguien te levanta la voz y luego pide perdón, aceptá la disculpa sin guardar rencor, y preguntá si hay algo que puedas hacer para ayudar a evitar que suceda de nuevo. Si no se ofrece ninguna disculpa, acercate a él o ella en un modo no amenazante para poner en claro lo importante que es discutir lo ocurrido. Verificá con todos, consistentemente –y no sólo en reuniones formales, en las cuales algunos miembros se sienten intimidados–, acerca del modo en que te estás comunicando y sobre la manera en que hacés sentir a los demás. Pedà crÃticas constructivas, y tomá las necesidades de tus compañeros muy seriamente. Tu colectivo depende de ello.
Gritarles a tus compañeros es una conducta coercitiva, abusiva. Tal comportamiento aparece en formas más sutiles: mal humor, sarcasmo, provocaciones insensibles, negación a participar en las discusiones, no dar importancia a las necesidades y perspectivas de los demás. Es también coercitivo forzar a los demás a ser siempre los responsables –eligiendo ser siempre el que bebe, sin considerar nunca las necesidades de los demás hasta que los otros te las recuerdan, o evitando ser voluntario para las tareas— o también obligarlos a absorber el estrés de tus arrebatos debido a tu volatilidad para el diálogo. Si te encontrás pensando que es necesario ser “duro†con tus camaradas levantando la voz o actuando para incomodarlos –o lo que es lo mismo ¡pensando que de algún modo se merecen ese tratamiento por algo que han hecho!– entonces no lo dudes: te estás volviendo un autoritario.
Sé accesible al diálogo siempre. Tal vez no seas capaz de saber, viéndolo a la distancia, aquello por lo que están pasando tus compañeros, o no sepas de su necesidad de apoyo –o incluso ni te des cuenta de que les esté pasando algo–. Tenés que ser alguien a quien ellos sepan que pueden recurrir por apoyo, alguien en quien confiar sin importar lo que suceda. Esto es importante para toda la gente, pero especialmente para un pequeño grupo comprometido en proyectos estresantes de larga duración. Tampoco te acostumbres al rol de defensor, vos necesitás estar tan confortable para ofrecer ayuda como para buscarla. Cuando ofrecés apoyo, asegurate de recibirla también de algún lado.
Por último, por sobre todo –debes estar seguro de estar haciendo algo que realmente querés hacer. Esto te hará más servicial y buena gente, y no vas a sentir que necesitás compensación por tu actividad, como sà te sucede siendo mozo en un bar o archivando papeles. Si realmente amás el proyecto que integrás y las personas con quienes estás, no te importarán los desafÃos que vengan incluidos.
Protegé Tu Idealismo
Parte de actuar colectivamente es no engañarse para evitar decepcionarse. La fe en otros seres humanos, tu habilidad para creer que pueden ser responsables por sà mismos y por los demás, son más fundamentales para lo que hacés que cualquier otra cosa, por eso tené cuidado de dar a las personas innecesarias oportunidades de decepcionarte. Aprender cómo asegurar exactamente cuánto confiar en una persona es un talento esencial para aquellos que trabajan cooperativamente.
Del mismo modo, ocupate de tus necesidades tanto como puedas. Esto significa llevar papel higiénico encima de modo que si no lo hubiese en el baño okupa no culparás a todo el movimiento rebelde por ello. También significa aparecer en una movilización con una estrategia propia en vez de esperar por instrucciones. Debés saber qué necesitás y cómo pedirlo explÃcitamente, pero también debés ser autosuficiente y resistente. Disfrutá de desarrollar esas cualidades en vos, asà podés considerar un desafÃo exitoso lo que sucede, por ejemplo, cuando las personas con quienes contás para preparar el gran festival, abandonan la noche anterior, dejándote a cargo de todo. Esto será mucho más saludable y más productivo que sentirte un mártir crucificado por la pereza y estupidez de un mundo insensible.
En última instancia, deberÃas ser capaz de prosperar en cualquier clase de medio ambiente o contexto cultural, y ser agradecido por aquello que los demás te ofrezcan, sin importar lo humilde que pueda ser, dado que en nuestras redes por fuera de la economÃa capitalista, en las que nos deshacemos de las nociones de deuda y de deber, todo lo dado es dado sólo por generosidad. Enfrenta todo de este modo, y para todos será fácil trabajar con vos, sin mencionar que de esta manera vos mismo lo disfrutarás.
Cuando los Tiempos se Endurecen
Recuerda, mientras vivamos en esta sociedad salvaje, que las relaciones problemáticas son inevitables. ¡Por eso estamos trabajando en primer lugar hacia la revolución! Las dinámicas dentro de nuestros grupos, y dentro nuestro, reflejan los patrones en conflicto del mundo que nos rodea, y no podemos esperar que sean más saludables de lo que son. La batalla por sanar una es la batalla por sanar la otra, y ninguna batalla concluirá hasta que ambas finalicen. Sepultadas en este enigma, la buena noticia es que cualquier cosa que encuentres que funciona en tu pequeña aldea puede también funcionar a mayor escala para cambiar el mundo.
Cuando las cosas se ponen muy mal y te empezás a sentir avergonzado de tu grupo, como si todos fuesen un conjunto de farsantes que no tienen nada que ofrecerse u ofrecer al mundo, puede ayudar que consideres todas las cosas hermosas e importantes que los anarquistas como vos han logrado: esos grandiosos discos de punk rock, la resistencia en la Guerra Civil Española, los millones de comidas servidas por Food Not Bombs (Comida No Bombas). Podés estar seguro de que todas esas hazañas fueron arrancadas con los dientes de los altercados internos, el resentimiento y el pesimismo.
Todo lo bueno que logramos, lo conseguimos porque estamos dispuestos a participar en proyectos que son imperfectos. La única cosa perfecta es la no-existencia. Esperá un poco para ver lo que aún pueden lograr juntos, por imperfecto que sea, antes de optar por irte.
Secuelas y Consecuencias
Aún con la mejor dinámica interna que el anticapitalismo puede comprar, tu colectivo puede eventualmente romperse, o podés decidir dejarlo. Es inevitable, igual que la muerte (y la eventual abolición de los impuestos, maldita sea). Las cosas pueden terminar en un drama emocional o con desilusión. No te culpés por esto, aprendé lo que puedas y seguà adelante. Ninguno de nosotros es perfecto, y reconocerlo y sentirse cómodo con eso, es tan radical y positivo como los esfuerzos para superarnos.
El hecho de que se llegue a un final tampoco debe significar necesariamente que estabas haciendo mal las cosas. Tal presunción recuerda las objeciones que la gente presenta contra las relaciones no monogámicas: “conozco alguna gente que lo intentó, pero terminaron cortandoâ€. Ser capaz de tener una relación sana incluye saber cómo y cuándo terminarla: que concluya no es necesariamente una prueba de que tiene problemas inherentes. Por otra parte ser incapaz de llegar a un final sà puede significar eso; pensá en los matrimonios monógamos miserables que se arrastran para siempre, sus miembros demasiado orgullosos para admitir que no está funcionando.
Por eso no te desmoralices cuando un colectivo llega a un final, llevate todas las lecciones que aprendiste, cada talento que ganaste, cada idea que aún deberá plasmarse, y poné todo en acción en tus próximos proyectos colectivos. Haz que los lacayos del capitalismo deban arrepentirse de que saliste con vida, y que las comunidades que te preocupan agradezcan que lograste sobrevivir.