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Movimientos Sociales: de la toma a la huida del poder
Movimientos sociales: de la toma a la huida del poder
escrito por Asambleas del Pueblo, núcleo San José.
Es ilusión de estos olvidadores
que las otras, los otros, los otritos
no sigan recordando sus vilezas.
Benedetti
Los movimientos sociales son algo más que acciones colectivas de protesta; mucho más que los constantes flujos y reflujos de las tramas del poder; más que los ciclos de protesta y pasividad coyunturales; si bien ese puede ser origen, deben poder ir más allá de la espontánea autodefensa o la reducción de daños.
Desde nuestro punto de vista, los movimientos sociales se pretenden, auto-conciben (identidad), como plataformas para la elaboración e impulso de alternativas vitales frente a una determinada lógica polÃtico-social, en nuestro caso, el capitalismo burocrático totalitario; lógicas que se han valorado al interior del colectivo como injustas al mismo tiempo que impuestas desde afuera (heterónoma).
Se trata de alternativas que solo pueden ser lógicamente autónomas frente a un sistema polÃtico-social que ha demostrado su incapacidad/desinterés por auto-transformarse: parte de su lógica es la represión totalitaria.
Individualmente no hay salida de la represión del sistema, colectivamente el movimiento social pretende (y sabe) transgredir para transformar.
En tanto fuerza social, los movimientos dependen de criterios colectivos (esa es su potencia; el impulso de sobrevivencia que unifica el colectivo), de identidades que forjan y son forjadas alrededor de un discurso que todas y todos consideran propio. Cada sujeto se identifica en el proceso y como consecuencia, el colectivo logra apropiarse de la crÃtica y comprometerse en la ejecución de la respuesta.
Y ciertamente debemos reconocer y festejar que los movimientos sociales están enmarcados en lo histórico-social, que no pueden desprenderse de su contexto, ese es su punto de partida y parte fundante de su identidad (la experiencia de la represión es fundamental para la toma de consciencia). Pero la determinación no puede ser absoluta, de hecho nunca lo es, por eso no pueden ser catalogados, ni auto-concebirse, por más que lo queramos, dependientes de la lógica imperante; son y deben ser movimiento, creatividad, cambio, transgresión, alternativa, reconstrucción o no serán; en nuestra opinión ese es el quid del asunto.
Tomando en cuenta los movimientos sociales latinoamericanos del siglo pasado, encontramos que contrario a lo anterior, una de sus caracterÃsticas fundantes era quizás la idea de que estratégicamente (estrategia dictada por la vanguardia) la asociación/inserción en la polÃtica partidaria era no solo necesaria, sino inevitable. El cambio social es imposible sin la toma del poder institucional, léase, la transformación de la vanguardia en burocracia.
Hay muchos ejemplos de ello, quizás el más ilustrativo sea del caso de Los Descamisados1, un movimiento obrero argentino asociado al partido peronista: la dependencia era evidente y asumida como necesaria por y para el movimiento.
Igualmente, la agenda de lucha de estos movimientos sociales se planteada a partir de las condiciones imperantes de explotación. En ese sentido, se manejaba la concepción de un sujeto histórico universal, determinado absolutamente por su condición de trabajador y respondiendo a su contexto solo en la medida en que su “toma de consciencia†se lo permitiera. Este era el actor, el único actor posible: El Obrero, en la concepción de los viejos movimientos sociales. (nota curiosa: pocas trabajadoras podrÃan llegar a ser reconocidas como sujetas revolucionarias)
En Costa Rica, la huelga de 1934 ejemplifica como se estructuraba la protesta social dentro de esta dinámica: al calor de un fuerte movimiento sindical influenciado por el Partido Comunista, las identidades colectivas se forjaban alrededor de los oficios y ocupaciones que florecÃan en la época; bananeros, ferrocarrileros, zapateros, panaderos, todos con identidades gremiales bien definidas y con agendas de lucha claras en contra de la explotación, a pesar de lo cual, serÃa impreciso no acotar que en muchas ocasiones estos gremios se movilizaron con igual intensidad para enfrentar problemas realcionados con las condiciones generales de reproducción, lo que llaman la “esfera de la vida privadaâ€: tal es el caso de las huelgas de inquilinato a principios del siglo pasado.
Contrasta con esta descripción el hecho de que actualmente los movimientos sociales latinoamericanos parecieran demostrar una fuerte tendencia hacia el desarrollo autónomo (independiente de la polÃtica partidaria) y la construcción de una identidad propia (indigenista, por ejemplo). Tal como comenta Alvaro Linera2, al interior de estos movimientos sociales se ha dado una ruptura con la identidad del proletariado, anteriormente fundamental; las movilizaciones de la Bolivia IndÃgena en su lucha por el agua, parecieran hacer evidente que la acción colectiva se ha reconstruido y resignificado desde un nuevo referente.
Las y los indÃgenas, esta vez desprovistos y desprovistas de la figura patriarcal de “El Obrero†(que de acuerdo con Mariategui [1] no posee asidero dentro del contexto del indÃgena latinoaméricano) logran un cambio radical al desarrollar lo que llamaron “la cuestión del indioâ€, una identidad propia. La forma multitudinaria y horizontal de las movilizaciones permitió que las comunidades por iniciativa propia pusieran en practica la toma de decisiones mediante asambleas populares, documentadas en forma clara por el propio Linera.
Las palabras de Linera son aleccionadoras por cuanto evidencian detalles muy interesantes de esta nueva etapa de los movimientos sociales. AsÃ, comparte con nosotros la apreciación de que el movimiento social pasó de estar organizado alrededor de sindicatos y partidos de izquierda, a un tipo de organización en que la multitud toma la iniciativa de manera autónoma: el Combo en Costa Rica es un antecedente de esta transformación.
Pero el fenómeno del distanciamiento entre los movimientos sociales y la la polÃtica partidaria no es propio de Bolivia, en Ecuador en los tiempos de mayor inestabilidad polÃtica, los propios partidos de oposición han intentado acallar, como única opción a su favor, las demandas de este nuevo tipo de movimientos, que por su naturaleza local y no gremial, ni partidaria, son difÃciles o imposibles de direccionar. El caso del Movimiento De Los Sin Tierra[2] es otro ejemplo de esto, siendo que poco tiempo después de colaborar con el histórico triunfo electoral del dirigente sindicalista Luiz Inácio Lula da Silva y de haber asumido este el gobierno, se vieron obligados a romper su alianza alegando haber sido traicionados.
Y es que este nuevo tipo de movilización social no es propia ni siquiera de latinoamérica; podemos encontramos múltiples expresiones en todo el mundo como es el caso de “La Batalla de Seatle†[3]3en el 99, las protestas contra la Cumbre del G-8 en Génova [4]4en el 2001 y la revuelta social que paralizó Atenas en diciembre de 2008 [5]5.
Lo anterior nos permite dudar de si la representación polÃtica (la toma del poder por la vanguardia) no es un simple mecanismo más dentro de la lógica del capitalismo burocrático, tendiente, precisamente a contrarrestar los brotes de autonomÃa dentro de los movimientos sociales. El problema de la imposibilidad de la representación polÃtica viene sugerido por situaciones objetivas, no se trata de un simple capricho de quienes consideramos que los movimientos sociales deben de ser autónomos y constituirse en contrapoder desde su realidad.
En las democracias representativas contemporáneas, las decisiones polÃticas “se toman en secreto y tras los bastidores del gobierno, el parlamento, los aparatos partidarios y las grandes empresasâ€6, y “la clase polÃtica puede aferrarse al cinismo y a la irresponsabilidad porque no está sujeta a ningún control ni a ninguna sanciónâ€7,ya que las instituciones que se supone deberÃan imponer estos controles, igualmente se han puesto al servicio de los grupos dominantes.
Los grandes poderes económicos, empresas y corporaciones transnacionales, principalmente, en asociación con partidos polÃticos de todas las tendencias y paÃses, se han empeñado en cerrar las posibilidades para hacer polÃtica de una forma diferente: una campaña electorera, por ejemplo, resulta imposible sino se dispone de exorbitantes sumas de dinero, el cual posiblemente, solo puede ser suministrado por estas mismas empresas y corporaciones transnacionales.
Pero ese dinero no es entregado gratuitamente a cualesquiera de los candidatos, únicamente será entregado a aquellos que “voten como correspondeâ€8, es decir, que voten como corresponde a los intereses de quienes han financiado su campaña. La mayorÃa de estos “levantamanos†terminan convirtiéndose en polÃticos profesionales, dedicados a reelegirse continuamente como representantes de los intereses de aquellos capitales a los que responden.
Es entonces la representación verdaderamente la vÃa para “hacer la revolución†o simplemente un discurso que solo pretende legitimar el monopolio del poder en manos de una secta de burócratas, los polÃticos, que a su vez solo siguen las ordenes de los grupos dominantes nacionales y transnacionales? Porqué los argumentos son los mismos ya sea que el discurso de la representación se utilice desde el partido gobernante o desde la oposición: en esto todas las tendencias partidarias concuerdan absolutamente?
La posibilidad de una sociedad verdaderamente democrática sigue estando abierta, los nuevos movimientos sociales están hay como evidencia: hablamos de una sociedad autónoma con la capacidad de imaginarse y auto-determinarse, de asegurar la igualdad efectiva de sus miembros en tanto participes del poder, de restablecer el dialogo colectivo sobre los fines de la convivencia social y de reconocer el potencial creativo del ser humano para crear un futuro en donde todos quepan.
Y aún asÃ, no podemos perder de vista que dejar de participar de la democracia representativa no tiene ningún sentido si la gente no tiene ni el deseo ni la voluntad de autogobernarse, de crear alternativas: “si la gente no quiere no podrá creer y si no logra creer no podrá hacerlo, pero si algún dÃa, no importa cuando, la gente vuelve a querer, nadie podrá impedirles que crean y que puedan alcanzar su metaâ€9.
Esa es nuestra constante motivación.
Notas
1 Término peyorativo con que se califica en argentina a los trabajadores de los sectores más populares.
2 Vicepresidente de la Bolivia.
3 Se conoce como Batalla de Seattle a las manifestaciones sucedidas el 30 de noviembre de 1999 donde entre 50.000 y 100.000 personas convocadas principalmente por sindicatos, organizaciones ecologistas, profesionales, anarquistas, y personas comunes, se movilizaron por varios dÃas en las calles de Seattle contra la OMC (Organización Mundial de Comercio) hasta hacer fracasar la llamada Ronda del Milenio, todo al margen de cualquier organización partidista. Tiene importancia histórica porque está considerado como el inicio del movimiento alterglobalizador, alternativo a la globalización corporativista y ajeno a las pugnas del poder polÃtico.
4 La más violenta reacción de una policÃa en contra de las manifestaciones contrasistémicas. En esa reunión del G-8 es asesinado el primer mártir de los antiglobalizadores, el joven militante genovés Carlo Giuliani.
5 El 6 de diciembre de 2009 dos policÃas griegos que patrullaban el centro de Atenas, tuvieron una discusión verbal con unos jóvenes que se encontraban en el área. Durante la discusión uno de los policÃas sacó su arma y disparó 2 veces al estómago de uno de esos jóvenes, de 16 años de edad: Alexandros Grigoropoulos. En una respuesta espontánea, miles de personas se reunieron en los centros de casi todas las ciudades griegas iniciándose una revuelta civil contra el Estado, asociada estrechamente a la situación de descontento social y de reclamos de orden económico, que habÃan provocado movilizaciones previas. Los actos de protesta fueron mayoritariamente disturbios violentos contra la policÃa, edificios públicos, bancos y empresas. Los protagonistas de estos actos fueron principalmente anarquistas y otros elementos de izquierda anticapitalista, que abogaban por una revolución socialista contra la economÃa de mercado.
6 Cualquier similitud con el memorando Casas-Sanchéz y los acuerdos secretos detrás del TLC, es pura coincidencia.
7 Esto es lo que Helio Gallardo llama “sujetos por encima de toda sospechaâ€. Ejemplo de esto es el caso de Fernando Sanchéz, quien a pesar de haber reconoció públicamente ser el co-autor del famoso “memorando del miedoâ€, se aferra a su curul en la Asamblea Legislativa sin que las instituciones oficiales hagan nada por remediarlo. En el mismo sentido, tenemos los ejemplos de la inconstitucional reelección de Oscar Arias y el fraude realizado por los partidarios del TLC en el referéndum del 7 de Octubre.
8 Hablamos aquà de los llamados “levantamanosâ€.
9 Graña, Rolando. Entrevista a Cornelius Castoriadis, 1993.