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(La GPL: copyleft para tod@s)
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Junto al modelo copyleft, hay otros desarrollos de software libre que no son copyleft y considerados menos ``estrictos'' en cuanto a la licencia, cuya mayor diferencia con el copyleft es que no insisten en que el código derivado tenga que seguir siendo libre. Es el caso de las licencias tipo BSD9 y las de tipo X11/XFree86: no ponen el énfasis en asegurarse que el software libre siga siéndolo, pues los partidarios de Berkeley consideran que de algún modo eso ya es limitar derechos. Posiblemente, es una postura que se acerca al anticopyright y a la noción de ``dominio público'' (un bien que jurídicamente no es de nadie), pero es menos comprometida --al menos en cuanto a la licencia-- en garantizar que el software libre no deje de serlo. En la práctica y dejando los matices de tipo jurídico, tanto las licencias tipo BSD-XFree86 como la GPL son el baluarte del software libre y ambas representan un referente ético y práctico alternativo al software propietario.
 
Junto al modelo copyleft, hay otros desarrollos de software libre que no son copyleft y considerados menos ``estrictos'' en cuanto a la licencia, cuya mayor diferencia con el copyleft es que no insisten en que el código derivado tenga que seguir siendo libre. Es el caso de las licencias tipo BSD9 y las de tipo X11/XFree86: no ponen el énfasis en asegurarse que el software libre siga siéndolo, pues los partidarios de Berkeley consideran que de algún modo eso ya es limitar derechos. Posiblemente, es una postura que se acerca al anticopyright y a la noción de ``dominio público'' (un bien que jurídicamente no es de nadie), pero es menos comprometida --al menos en cuanto a la licencia-- en garantizar que el software libre no deje de serlo. En la práctica y dejando los matices de tipo jurídico, tanto las licencias tipo BSD-XFree86 como la GPL son el baluarte del software libre y ambas representan un referente ético y práctico alternativo al software propietario.
  
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Disponiendo de la GPL y de poderosas herramientas informáticas libres llegamos a los años noventa, con un sistema operativo GNU ya casi completo. Faltaba el kernel o núcleo de sistema, una pieza fundamental y muy compleja que se iba retrasando más de lo debido por la enorme dificultad de la empresa y por la escasez de voluntarios que trabajasen en ello (hay que recordar que la mayor parte de los hackers han escrito su código en ratos libres).
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Por aquel entonces, por su cuenta y riesgo y sin ninguna relación con la FSF, un estudiante finlandés llamado Linus Torvalds decide ponerse a escribir un kernel que pueda funcionar y sacar todo el partido de la arquitectura de 32 bits de los nuevos procesadores i386. Cuenta con las herramientas GNU para hacerlo, y con un desarrollo UNIX para los PC de 16 bits de entonces (minix). Por primera vez hay máquinas disponibles a nivel personal y a precio asequible capaces de trabajar con un sistema multitarea. Linus decide entonces hacer un llamamiento a través de las news para quien quiera ayudarle en el desarrollo. A los pocos meses (1992), son unos cientos de entusiastas hackers de todo el mundo, coordinados a través del correo electrónico y de las news y sin ningún interés económico, los que consiguen el milagro. A un ritmo frenético y en medio de un caos aparente, van dejando versiones en los repositorios FTP de Internet para que la gente las pruebe, las estudie o las mejore. Linus pone el desarrollo del kernel bajo la GPL y el proyecto GNU se pone a trabajar para integrar el nuevo kernel con el resto del sistema. Desde entonces la historia es bien conocida: a principios del año 2000 son probablemente más de mil hackers los que dan soporte al kernel y se calculan veinte millones de usuarios del conjunto GNU/Linux. En suma, disponemos libre y gratuitamente de un sistema operativo completo, potentísimo y fiable como el que más, que doblega a las grandes firmas y desafía a muy corto plazo al ubicuo imperio de las  con miles de programas en constante evolución (la última distribución GNU/Linux del Proyecto Debian10 recopila más de 4500 paquetes de código libre).
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Si bien es el más conocido, el núcleo Linux no es el único ejemplo del increíble éxito del software libre: por ejemplo, el 62% de los servidores web de Internet (equivalente a diez millones de sitios web, según el último estudio de Netcraft,11 correspondiente a junio del 2000) se basa en un software libre llamado Apache, o en alguna versión modificada del mismo. Apache lo desarrollaron en un tiempo record un grupo de webmasters y ha minimizado el uso de los servidores propietarios de Microsoft y Netscape (en el mismo estudio de Netcraft aparece en segundo lugar, muy lejos de Apache, el IIS de Microsoft con un 20,36% de los servidores web y tercero Netscape-Enterprise con solo un 6,74%). Muchas otras utilidades y aplicaciones basadas en software libre operan en servidores de todo el mundo y, de modo silencioso y transparente para el usuario de a pie, garantizan el funcionamiento cotidiano de Internet y de otras muchas redes y sistemas informáticos, libres de los virus y agujeros de seguridad que periódicamente atormentan a los inseguros sistemas basados en Windows. Disponer del código fuente permite localizar errores y corregirlos, e incluso detectar la existencia de código malicioso (virus, puertas traseras, troyanos) que las empresas y grupos de poder pueden eventualmente introducir en los programas y sistemas operativos cerrados como forma de control y de asalto a la privacidad.12
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El responsable de esta revuelta antipropietaria (``Linux es subversivo'': así empieza ``La catedral y el bazar'') no es Linus Torvalds ni Richard Stallman ni la FSF, ni universidad, gobierno o institución alguna, ni menos aún las empresas que ahora cotizan en el Nasdaq con ``Linux'' como bandera. El responsable de todo esto es la propia comunidad de usuarios del sistema. En el caso de Linus Torvalds, su mayor mérito y por lo que debe ser reconocido sin discusión no es por el kernel Linux, por extraordinario que sea este, sino por el ``modelo bazar'', la genial intuición de ingeniero que tuvo para ponerlo a tope de vueltas en el momento justo (sin la explosión de Internet y de los ordenadores personales no habría sido posible). Linus ha llevado probablemente hasta sus límites el modelo bazar y lo ha exprimido al máximo, aunque justo es decir que para nada lo inventó pues desde siempre formaba parte de algunos entornos UNIX y de la práctica de determinadas comunidades científicas y académicas (como Bell Labs, el MIT AI Lab o la Universidad de California en Berkeley), que lo aplicaron y obtuvieron éxitos legendarios: pero nadie antes que Linus lo había lanzado a escala planetaria, fuera del ámbito científico y con ese formidable grado de intensidad y productividad. Se puede afirmar sin temor a exagerar que el sistema operativo libre GNU/Linux es la obra más importante que hasta ahora ha producido Internet.
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==El modelo bazar==  
 
==El modelo bazar==  
 
==La teoría de juegos==  
 
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Revision as of 01:59, 9 September 2006

en construcción

Miquel Vidal miquel@sindominio.net Agosto del 2000

Resumen:
En las siguientes líneas explicaré algunos de los rasgos del movimiento del software libre, su modelo de desarrollo y el alcance político, ético y económico de su apuesta. Trataré de hacer una breve genealogía del movimiento, destacando sus rasgos singulares y lo que puede haber más allá del mismo, proponiendo algunas líneas de debate y señalando algunos de sus interrogantes.

Si bien el software libre no es un fenómeno nuevo ya que existe desde los orígenes de la informática, sí es relativamente reciente su modelo cooperativo de producción en red --el llamado modelo bazar-- y el movimiento social que lo avala --la comunidad del software libre--. No ha sido hasta los últimos cinco años en que, ligado a la extensión de Internet y a la popularización de los ordenadores personales, el movimiento del software libre ha alcanzado su masa crítica, ha dejado de ser sólo cosa de algunos programadores y se ha convertido en un fenómeno de cooperación social liberada. En la época de la subsunción real de la totalidad de las fuerzas productivas bajo el capital, en la cual todo acaba valorizado en términos mercantiles, las empresas han tardado en advertirlo pero finalmente se han lanzado a la caza y captura de esta increíble máquina productiva, tal vez la mayor empresa colectiva que existe hoy día. ¿Qué es pues el software libre, que tanto interés está empezando a despertar?


¿Qué es el software?

El software es una producción inmaterial del cerebro humano y tal vez una de las estructuras más complicadas que la humanidad conoce. De hecho, los expertos en computación aún no entienden del todo cómo funciona, su comportamiento, sus paradojas y sus límites.1 Básicamente, el software es un plan de funcionamiento para un tipo especial de máquina, una máquina ``virtual o ``abstracta. Una vez escrito mediante algún lenguaje de programación, el software se hace funcionar en ordenadores, que temporalmente se convierten en esa máquina para la que el programa sirve de plan. El software permite poner en relación al ser humano y a la máquina y también a las máquinas entre sí. Sin ese conjunto de instrucciones programadas, los ordenadores serían objetos inertes, como cajas de zapatos, sin capacidad siquiera para mostrar algo en la pantalla.

Los ordenadores sólo procesan lenguaje binario,2 pero para las personas este no es un modo válido de comunicarse (salvo a nivel sináptico :-). Si bien en los tiempos heroicos de los primeros ordenadores no les quedaba otro remedio que hacerlo, los programadores hace mucho que no escriben su código en lenguaje binario (denominado técnicamente ``código-máquina), pues es terriblemente tedioso, improductivo y muy sujeto a errores. Hace tiempo que los programadores escriben las instrucciones que ha de ejecutar el procesador de la máquina mediante lenguajes formales, llamados ``de alto nivel, bastante cercanos al inglés, si bien con rígidas reglas sintácticas que lo asemejan a los lenguajes lógico-formales. Esto facilita enormemente la tarea de escribir programas pero, para que esas instrucciones sean comprensibles para el procesador, deben ser convertidas antes a código-máquina. Esa conversión se realiza cómodamente con programas especiales, llamados compiladores. A lo que escribe el programador se le denomina ``código-fuente. Al resultado de la ``conversión (compilación) en lenguaje-máquina, se le denomina ``código-objeto, ``binarios o ``ficheros ejecutables. En principio, al usuario común sólo le importa este último nivel, los ``binarios, pero conviene tener clara la distinción entre fuentes y binarios pues es clave para entender el empeño de los partidarios del software libre en disponer de las fuentes.

Pero el software libre es mucho más que el derecho de los programadores y de los hackers3 a disponer de las fuentes del código: significa también la libertad de copiar y redistribuir esos programas. Esos derechos, o su ausencia, condicionan a cualquiera que use un ordenador y han configurado la industria del software y de la informática tal y como la conocemos hoy día. También ha dado lugar a un movimiento social --el del software libre-- cuya historia reconstruiremos brevemente en las próximas líneas.

Los inicios

En la informática de los años sesenta y setenta y en la cultura hacker que surgió en torno a ella, se disponía libremente de las herramientas necesarias y del código fuente de la gran mayoría de los programas. La colaboración forma parte desde antiguo de los hábitos de la comunidad científica y además, ante la diversidad de plataformas, era necesario disponer del código cuando se adquiría el programa para poder portarlo al hardware de cada cual. Era tan normal como compartir recetas de cocina y ni siquiera se hablaba de ``software libre, pues todo el que quería programar se beneficiaba de ello y veía lógico que los demás se pudiesen beneficiar a su vez. Los hackers copiaban los programas, intercambiaban sus fuentes, podían estudiarlas, evaluarlas, adaptarlas a sus necesidades y a su hardware, reutilizaban una parte del código para hacer nuevos programas...El desarrollo de bienes públicos basados en ese modelo fue exponencial hasta el punto de que gran parte de la tecnología en la que se basa hoy Internet --desde el sistema operativo UNIX hasta los protocolos de red-- procede de esos años.

Pero, a principios de los años ochenta, ese modelo entra en crisis, y rápidamente comienza a emerger un modelo privatizador y mercantilista. Los ordenadores, hasta entonces escasos, caros y poco potentes, se hacen asequibles, cada vez más baratos y potentes y aparece un nuevo negocio, el de los productores de software. Los programas se empezaron a vender como productos comerciales independientes de las máquinas y sólo con el código binario, para ocultar las técnicas de programación a la competencia. La nueva industria del software comienza a apoyarse en la legislación sobre propiedad intelectual. El mundo UNIX se fragmenta en diversas versiones privatizadas y progresivamente incompatibles entre sí, que los programadores no pueden modificar. Lo que era práctica habitual, se convirtió en un delito: el hacker que compartía el código y cooperaba con otras personas pasó a ser considerado un ``pirata.

Al tiempo que los sistemas van haciéndose incompatibles entre sí, la comunidad de investigadores se va desmembrando poco a poco. Muchos hackers ficharon por empresas y firmaron contratos en los que se comprometían a no compartir con nadie de fuera los ``secretos de fabricación (el código fuente). Por su parte, los laboratorios de investigación comenzaron a hacer lo mismo y obligaban a sus hackers a suscribir el mismo tipo de cláusulas. Para cerrar el círculo, los compiladores, los depuradores, los editores y demás herramientas imprescindibles para programar eran propietarios y se vendían a precios respetables: se trataba de que la programación ``de verdad sólo estuviese en manos de la naciente industria de software.

Hubo hackers que no aceptaron esta nueva situación y continuaron con sus prácticas pero parecía solo una cuestión de tiempo que la industria del software propietario arrinconara y dejara definitivamente fuera de la ley la cultura cooperativa y confiada de las primeras comunidades de hackers.4 Este contexto sirve de base y explica el auge posterior del imperio Microsoft y similares: estaba naciendo el negocio del software propietario y la próspera industria de los ordenadores personales.

El proyecto GNU

Son los primeros años ochenta y seguiré la pista de algunos de esos programadores que habían conocido la vieja cultura hacker de los años setenta y que no se plegaron a los designios privatizadores de la industria del software.5 De hecho, consideraron la privatización un verdadero atentado a los mismos cimientos del proceso de conocimiento. Se cuestiona que la propiedad intelectual sea un derecho natural, y se percibe como una práctica socialmente indeseable.6

Con ese planteamiento nace el Proyecto GNU (acrónimo recursivo que significa GNU's Not UNIX, o sea, ``GNU No es UNIX) de la mano de Richard M. Stallman, un hacker del emblemático Laboratorio de Inteligencia Artificial del Massachussets Institute Technology (MIT). Era el año 1984, Stallman abandona el MIT para que no interfiera en sus planes y, junto a otros hackers interesados en el proyecto GNU, crea la Free Software Foundation (FSF) en 1985: comienza una labor metódica y discreta, guiada por una asombrosa visión estratégica.7

El proyecto GNU se propuso a la sazón una tarea titánica: construir un sistema operativo libre completo. No es sencillo expresar en pocas palabras la enorme dificultad que comporta un proyecto así, sólo al alcance de unas cuantas empresas con miles de programadores a sueldo. No digamos ya si no se dispone de herramientas para hacerlo. Stallman tuvo que empezar casi desde cero, sin modelo bazar, pues no existía la universalizada red Internet tal y como hoy la conocemos; tampoco existía una comunidad de desarrolladores lo suficientemente grande y ni siquiera se disponía de un compilador libre para empezar el trabajo. Una analogía es construir una casa sin disponer apenas de herramientas, por lo que primero hay que fabricarlas: desde picos y palas hasta ladrillos y cemento. Eso sí, contaba con algún material reciclable de ``otras casas --grandes fragmentos de código UNIX y una cultura de reutilizar código--. Stallman y la FSF merecen por tanto un reconocimiento especial en esta historia, pues sin compilador, depurador y editor libres no habría sido posible lo que vino después, incluyendo el propio Linux.

Con todo lo importante que eran esas herramientas, no fue ni mucho menos la principal aportación de la FSF. Y es que los hackers que impulsaron el Proyecto GNU en aquellos años no se conformaron con su trabajo de desarrolladores, ya de por sí formidable. Se dieron cuenta de que necesitaban algo más que crear herramientas de software que dieran libertad a los programadores. Para que el trabajo no fuera estéril y fácilmente reapropiable por intereses privados, precisaban además defender esa libertad en el terreno político y jurídico. El Manifiesto GNU (1985), escrito por el propio Richard Stallman, es la declaración de principios e intenciones del proyecto; inspirada en sus principios, se lanza en 1989 la primera versión de lo que fue posiblemente el mejor logro de la FSF y significativamente no en el terreno informático, sino en el ámbito jurídico: la GPL (General Public License) o Licencia Pública General.8

La GPL: copyleft para tod@s

Utilizando un brillante juego de palabras, tan del gusto de los hackers, Stallman inventa el concepto de copyleft, con el propósito político de garantizar la libre circulación de los saberes contenidos en el software y la posibilidad de que todos contribuyan a su mejora. El copyleft se sirve de las leyes internacionales del copyright para darles la vuelta (all rights reversed: ``todos los derechos del revés) pues protege el uso en lugar de la propiedad. El autor se reserva los derechos para que su obra pueda ser utilizada por cualquiera con la única condición de que nadie recorte o elimine esos derechos de libre uso: en el momento en que alguien suprima o añada nuevas condiciones que limiten en algo su disponibilidad (por ejemplo, distribuyendo código binario modificado sin posibilidad de acceder a las fuentes modificadas) estaría vulnerando la licencia y perdería el derecho a servirse de ese software. Obligando a transferir esos derechos a cualquiera que copie ese software, lo modifique o no, se beneficia quien está de acuerdo con mantener su futuro trabajo con copyleft, mientras que quien quiera desarrollar software propietario no podrá utilizar código libre y deberá empezar desde cero.

La GPL o Licencia Pública General es la plasmación jurídica del concepto copyleft. Con el tiempo, la GPL se ha convertido en el cimiento del software libre, su baluarte legal, y para muchos constituye un extraordinario ejercicio de ingeniería jurídica: con la GPL se asegura que trabajos fruto de la cooperación y de la inteligencia colectiva no dejen nunca de ser bienes públicos libremente disponibles y que cualquier desarrollo derivado de ellos se convierta como por ensalmo en público y libre. La GPL se comporta de un modo ``vírico y, como un rey midas del software, convierte en libre todo lo que toca, es decir, todo lo que se deriva de ella.

Junto al modelo copyleft, hay otros desarrollos de software libre que no son copyleft y considerados menos ``estrictos en cuanto a la licencia, cuya mayor diferencia con el copyleft es que no insisten en que el código derivado tenga que seguir siendo libre. Es el caso de las licencias tipo BSD9 y las de tipo X11/XFree86: no ponen el énfasis en asegurarse que el software libre siga siéndolo, pues los partidarios de Berkeley consideran que de algún modo eso ya es limitar derechos. Posiblemente, es una postura que se acerca al anticopyright y a la noción de ``dominio público (un bien que jurídicamente no es de nadie), pero es menos comprometida --al menos en cuanto a la licencia-- en garantizar que el software libre no deje de serlo. En la práctica y dejando los matices de tipo jurídico, tanto las licencias tipo BSD-XFree86 como la GPL son el baluarte del software libre y ambas representan un referente ético y práctico alternativo al software propietario.

Linux

Disponiendo de la GPL y de poderosas herramientas informáticas libres llegamos a los años noventa, con un sistema operativo GNU ya casi completo. Faltaba el kernel o núcleo de sistema, una pieza fundamental y muy compleja que se iba retrasando más de lo debido por la enorme dificultad de la empresa y por la escasez de voluntarios que trabajasen en ello (hay que recordar que la mayor parte de los hackers han escrito su código en ratos libres).

Por aquel entonces, por su cuenta y riesgo y sin ninguna relación con la FSF, un estudiante finlandés llamado Linus Torvalds decide ponerse a escribir un kernel que pueda funcionar y sacar todo el partido de la arquitectura de 32 bits de los nuevos procesadores i386. Cuenta con las herramientas GNU para hacerlo, y con un desarrollo UNIX para los PC de 16 bits de entonces (minix). Por primera vez hay máquinas disponibles a nivel personal y a precio asequible capaces de trabajar con un sistema multitarea. Linus decide entonces hacer un llamamiento a través de las news para quien quiera ayudarle en el desarrollo. A los pocos meses (1992), son unos cientos de entusiastas hackers de todo el mundo, coordinados a través del correo electrónico y de las news y sin ningún interés económico, los que consiguen el milagro. A un ritmo frenético y en medio de un caos aparente, van dejando versiones en los repositorios FTP de Internet para que la gente las pruebe, las estudie o las mejore. Linus pone el desarrollo del kernel bajo la GPL y el proyecto GNU se pone a trabajar para integrar el nuevo kernel con el resto del sistema. Desde entonces la historia es bien conocida: a principios del año 2000 son probablemente más de mil hackers los que dan soporte al kernel y se calculan veinte millones de usuarios del conjunto GNU/Linux. En suma, disponemos libre y gratuitamente de un sistema operativo completo, potentísimo y fiable como el que más, que doblega a las grandes firmas y desafía a muy corto plazo al ubicuo imperio de las con miles de programas en constante evolución (la última distribución GNU/Linux del Proyecto Debian10 recopila más de 4500 paquetes de código libre).

Si bien es el más conocido, el núcleo Linux no es el único ejemplo del increíble éxito del software libre: por ejemplo, el 62% de los servidores web de Internet (equivalente a diez millones de sitios web, según el último estudio de Netcraft,11 correspondiente a junio del 2000) se basa en un software libre llamado Apache, o en alguna versión modificada del mismo. Apache lo desarrollaron en un tiempo record un grupo de webmasters y ha minimizado el uso de los servidores propietarios de Microsoft y Netscape (en el mismo estudio de Netcraft aparece en segundo lugar, muy lejos de Apache, el IIS de Microsoft con un 20,36% de los servidores web y tercero Netscape-Enterprise con solo un 6,74%). Muchas otras utilidades y aplicaciones basadas en software libre operan en servidores de todo el mundo y, de modo silencioso y transparente para el usuario de a pie, garantizan el funcionamiento cotidiano de Internet y de otras muchas redes y sistemas informáticos, libres de los virus y agujeros de seguridad que periódicamente atormentan a los inseguros sistemas basados en Windows. Disponer del código fuente permite localizar errores y corregirlos, e incluso detectar la existencia de código malicioso (virus, puertas traseras, troyanos) que las empresas y grupos de poder pueden eventualmente introducir en los programas y sistemas operativos cerrados como forma de control y de asalto a la privacidad.12

El responsable de esta revuelta antipropietaria (``Linux es subversivo: así empieza ``La catedral y el bazar) no es Linus Torvalds ni Richard Stallman ni la FSF, ni universidad, gobierno o institución alguna, ni menos aún las empresas que ahora cotizan en el Nasdaq con ``Linux como bandera. El responsable de todo esto es la propia comunidad de usuarios del sistema. En el caso de Linus Torvalds, su mayor mérito y por lo que debe ser reconocido sin discusión no es por el kernel Linux, por extraordinario que sea este, sino por el ``modelo bazar, la genial intuición de ingeniero que tuvo para ponerlo a tope de vueltas en el momento justo (sin la explosión de Internet y de los ordenadores personales no habría sido posible). Linus ha llevado probablemente hasta sus límites el modelo bazar y lo ha exprimido al máximo, aunque justo es decir que para nada lo inventó pues desde siempre formaba parte de algunos entornos UNIX y de la práctica de determinadas comunidades científicas y académicas (como Bell Labs, el MIT AI Lab o la Universidad de California en Berkeley), que lo aplicaron y obtuvieron éxitos legendarios: pero nadie antes que Linus lo había lanzado a escala planetaria, fuera del ámbito científico y con ese formidable grado de intensidad y productividad. Se puede afirmar sin temor a exagerar que el sistema operativo libre GNU/Linux es la obra más importante que hasta ahora ha producido Internet.

El modelo bazar

La teoría de juegos

Desafíos e interrogantes

Reconocimientos

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Categoría:Hacktivismo Categoría:Ensayos y artículos