Still working to recover. Please don't edit quite yet.

B.1 - ¿Porqué los anarquistas se oponen a la autoridad y a la jerarquía?

From Anarchopedia
Jump to: navigation, search

<< Enlace al índice

¿Porqué los anarquistas se oponen a la autoridad y a la jerarquía?[edit]

Lo primero, es necesario aclarar qué clase de autoridad desafía el anarquismo. Como indica Erich Fromm:

Autoridad es un término amplio con dos significados totalmente diferentes: puede haber autoridad 'racional' o 'irracional'. La autoridad racional se basa en la capacidad, y ayuda a crecer a la persona que se apoya en ella. La autoridad irracional se basa en el poder y sirve para explotar a la persona sujeta a ella"



El mismo argumento utilizó Bakunin 100 años antes cuando indicaba la diferencia entre autoridad e influencia (ver Dios y el Estado).

El punto clave se explica con la diferencia entre tener autoridad y ser una autoridad. El ser una autoridad quiere decir que cierta persona es generalmente reconocida como experta en cierta tarea, basándose en sus conocimientos y destreza. Dicho de otra forma, en el peritaje socialmente reconocido. Por el contrario, el tener autoridad es una relación social basada en el poder y la posición derivada de una jerarquía, no en la habilidad individual. Es obvio que esto no quiere decir que la destreza no sea un elemento para obtener una posición jerárquica; sólo quiere decir que la competencia inicial real o alegada se transfiere al título de la autoridad.

Los anarquistas se oponen a la autoridad irracional y a la jerarquía, entendiendo por jerarquía la institucionalización de la autoridad dentro de la sociedad. Las relaciones sociales jerárquicas abarcan el sexismo, el racismo y la homofobia, a todas ellas se oponen los anarquistas. Como se ha dicho anteriormente (véase sección A.2.8), los anarquistas consideran todas las jerarquías no solamente dañinas sino también innecesarias, y creen que existen formas alternativas, más igualitarias de organizar la vida social. De hecho, mantenemos que la autoridad jerárquica crea precisamente las condiciones que supuestamente debe combatir, y por ello tiende a perpetuarse a sí misma. Así pues, las burocracias ostensiblemente organizadas para combatir la pobreza acaban perpetuándola, porque sin pobreza, esos tan bien pagados grandes administradores se quedarían sin trabajo. Lo mismo pasa con las agencias creadas para eliminar el abuso de las drogas, para combatir el crimen, etc. En otras palabras, el poder y los privilegios que se derivan de las posiciones jerárquicas más altas constituyen un gran incentivo para aquellos que las ocupan para no resolver los problemas que supuestamente deben resolver. (Para más discusión ver Marilyn French, "Beyond Power: On Women, Men, and Morals", Summit Books, 1985).

¿Cuáles son los efectos de las relaciones sociales autoritarias?[edit]

La autoridad jerárquica está estrechamente relacionada con la marginalización y la depotenciación de los que no tienen autoridad. Esto tiene efectos negativos en aquellos sobre quienes la autoridad se ejerce, ya que:

"aquellos que poseen estos símbolos de autoridad y aquellos que se benefician tienen que embotar el pensamiento realista, crítico de la gente, y hacerles creer la ficción [de que la autoridad irracional es necesaria], ... [así pues] la mente se adormece en sumisión por medio de lugares comunes ... y el pueblo se embrutece hasta hacerse dependiente y pierde su capacidad de confiar en lo que ve y en su juicio"



En palabras de Bakunin:

"el principio de autoridad, aplicado a hombres que han alcanzado la mayoría de edad, se convierte en una monstruosidad, una fuente de esclavitud y de depravación intelectual y moral."



Puesto que el cerebro humano es un órgano corporal, necesita ser usado regularmente para mantenerlo en forma. La autoridad concentra el poder de decisión en manos de los de arriba, lo cual quiere decir que la mayoría se convierte en ejecutores, siguiendo las órdenes de otros. Si el músculo no se utiliza, se vuelve fláccido; si el cerebro no se utiliza el pensamiento crítico, la creatividad y las abilidades mentales se adormecen y se desvían hacia tópicos mariginales, tales como el deporte y la moda.

Por lo tanto:

"las instituciones jerárquicas fomentan relaciones explotativas y alienantes entre los que participan en ellas, depotenciando a la gente y distanciándola de su propia realidad. Las jerarquías hacen que unos dependan de otros, que culpen al dependiente de su propia dependencia y después que usen esa misma dependencia para justificar el ejercicio de aún más autoridad ... Aquellos en posiciones de dominación relativa tienden a definir las características de aquellos que les son subordinados ... Los anarquistas mantienen que el estar siempre en una posición subordinada y el nunca poder actuar es estar condenado a un estado de dependencia y resignación. Aquellos que son constantemente mandados e impeditados de pensar por si mismos pronto llegan a dudar de sus propias capacidades ... [y tienen] dificultad al actuar por su cuenta en contra de las normas sociales, los standards y lo que se espera de ellos"



¿El capitalismo es jerárquico?[edit]

Sí. Bajo el capitalismo los trabajadores no canjean el producto de su labor sino su labor misma por dinero. Se venden por un tiempo determinado, y a cambio de un salario, prometen obedecer a sus patrones. Los que pagan y mandan, los dueños y los gerentes, están en la cima de la jerarquía, los que obedecen están abajo.

Este control jerárquico de la labor asalariada tiene el efecto de enajenar a los trabajadores de su labor, y por lo tanto de sí mismos. Escribe Karl Polyani:

"El trabajo es otro nombre de la actividad humana que la vida misma conlleva, que no se hace para la venta sino por razones completamente diferentes, ni puede esa actividad tampoco ser separada del resto de la vida, almacenada o movilizada."



En otras palabras, el trabajo es mucho más que la mercancía a la cual el capitalismo lo reduce. El trabajo creativo, auto-gestionado es una fuente de orgullo y alegría y es parte de lo que significa ser humano. Arrancar el control del trabajo de las manos del trabajador es profundamente dañino a su salud espiritual.

El separar el trabajo de otras actividades de la vida y someterlo a las leyes del mercado significa anihilar su forma de existencia orgánica, natural; una forma que evolucionó con el género humano a través de miles de años de actividad económica cooperativa basada en el compartir y en el apoyo mutuo, reemplazándolo con una visión atomista e individualista basada en el contrato y la competencia.

La relación social de la labor asalariada, que es un desarrollo muy reciente, es reclamada por los capitalistas como la fuente de la "libertad", cuando de hecho es una forma de servidumbre involuntaria. Asi pues Polyani:

"El representar este principio (labor asalariada) como no-interferencia (con la libertad), como les gusta a los liberalistas económicos, fue meramente la expresión de prejuicios innatos a favor de una determinada forma de interferencia, es decir, la que destruiría las relaciones no-contractuales entre individuos y prevendría su formación espontánea"



El reemplazo de relaciones humanas por relaciones económicas pronto dio lugar al reemplazo de valores humanos por valores económicos, dándonos la "ética" del libro de cuentas, en el que la persona se valora según cuanto gana. Esto también nos lleva, como dice Murray Bookchin, al rebajamiento de los valores humanos:

"Tan arraigada esta la economía de mercado en nuestras mentes que su sucio lenguaje ha ocupado el lugar de nuestras más sagradas expresiones morales y espirituales. Hoy día se 'invierte' en los hijos, el matrimonio, las relaciones personales, un término que se equipara con palabras tales como 'amor' y 'atención'. Vivimos en un mundo de 'comercio' y preguntamos cual es 'la ganancia' de cualquier 'transacción' emocional. Usamos la terminología del contrato en vez de la de la lealtad y las afinidades espirituales"



Al reemplazar los valores humanos con la ética del cálculo, y solamente las leyes del mercado y del estado uniendo a la gente, la descomposición social es inevitable. Como plantea Karl Polyani:

"Al tener a su disposición el potencial laboral del hombre el sistema (de mercado) podría, incidentalmente, disponer de la entidad física, psicológica y moral del 'hombre' adjunto a esa descripción"



No sorprende pues que el capitalismo moderno haya contemplado un aumento masivo en el crimen y la deshumanización bajo los mas libres mercados establecidos por los gobiernos "conservadores", tales como los de Thatcher y Reagan y sus amos corporativos transnacionales. Vivimos hoy día en una sociedad donde la gente vive dentro de fortalezas, 'libres' detrás de sus murallas y sus defensas (emocionales y físicas).

Por supuesto que hay gente que les gusta la "ética" de las matemáticas. Esto se debe más que nada a que, como todos los dioses, le da al devoto un libro de reglas fácil de seguir. "Cinco es más que cuatro, por lo tanto cinco es mejor" es fácil de comprender. Así lo notó John Steinbeck cuando escribió:

"Algunos de los (propietarios) odiaban las matemáticas que los conducía [a echar a los campesinos de sus tierras], y algunos tenían miedo, y otros adoraban las matemáticas proque los protegía de pensar y de sentir"



¿Qué clase de jerarquía de valores crea el capitalismo?[edit]

El capitalismo produce una jerarquía de valores pervertida, que pone a la humanidad por debajo de la propiedad. Según opina Erich Fromm:

"el uso (i.e. la explotación) del hombre por el hombre es expresión del sistema de valores que sostiene al sistema capitalista. El capital, el pasado muerto, emplea la obra de mano, la vitalidad viva y el poder del presente. Dentro de la jerarquía de valores capitalista, el capital gasta más algo que la mano de obra, la acumulación de riquezas más alta qua las manifestaciones vipales. El capital da empleo a la labor, no la labor al capital. La persona que posee capital manda sobre la persona que 'solo' posee su vida, sus habilidades humanas, su vitalidad y su productividad creadora. Las 'cosas' valen más que las personas. El conflicto entre el capital y la labor es mucho más que un conflicto entre dos clases, más que una lucha por una porción mayor del producto social. Es un conflicto entre dos principios de valor: el del mundo de las cosas, y su acumulación, y el mundo de la vida y su productividad"



El capitalismo solo valora la persona como representante de determinada cantidad de mercancía llamada "potencial laboral", en otras palabras, como un objeto. En vez de ser valorado como un individuo, un ser humano único con valor moral y espiritual intrínsico, solamente cuenta el precio de uno.

Esta rebaja del individuo en el trabajo, donde se pasa tanto tiempo, necesariamente afecta la auto-imagen de la persona, que a su vez se refleja en la manera en que él o ella actúa en otras áreas de la vida. Si uno es visto como mercancía en el trabajo, uno llega a verse y a ver a los demás de la misma manera. Así todas las relaciones sociales, y así también, últimamente, todos los individuos, son comercializados. Bajo el capitalismo, literalmente no hay nada sagrado, "todo tiene un precio", ya sea la dignidad, el amor propio, el orgullo, el honor, todo se convierte en mercancía a la venta.

Tal rebaja produce un número de patologías sociales. El "consumerismo" es un ejemplo que puede ser rastreado directamente a la mercantilización del individuo bajo el capitalismo. Citando a Fromm una vez más:

"Las cosas no tienen personalidad, y las personas que se han convertido en cosas [i.e. mercancía en el mercado laboral] no pueden tener personalidad"



Sin embargo, la gente aún siente la necesidad de personalidad, y tratan de llenar ese vacío consumiendo. La ilusión de felicidad, de que la vida de uno será completa si uno obtiene un objeto más, lleva a la gente a consumir. Desgraciadamente, puesto que los bienes no son más que cosas, no pueden proveer un substituto de la personalidad, y así el consumo tiene que reanudarse. Este proceso por supuesto esta alentado por la industria de la publicidad, que trata de convencernos de comprar lo que no necesitamos porque nos hara más popular/sexy/feliz/libre/etc. (tacha lo que no te convenga). Pero el consumo no puede realmente satisfacer las necesidades que la compra de esos bienes pretende satisfacer. Esas necesidades solo pueden ser satisfechas a través del intercambio social basado en valores verdaderamente humanos y por el trabajo creativo, auto-gestionado.

Por supuesto que esto no quiere decir que los anarquistas estemos en contra de niveles de vida más altos o en contra de los bienes materiales. Al contrario, reconocemos que la libertad y una buena vida solo son posibles cuando uno no tiene que preocuparse de tener alimento suficiente, domicilio decente y demás. Libertad y 16 horas de trabajo diarias no son compatibles, tampoco la igualdad y la pobreza o la solidaridad y el hambre. Sin embargo, los anarquistas consideran el consumerismo una aberración del consumo causada por la ética inhumana y enajenante del capitalismo, que aplasta al individuo y su sentido de identidad, dignidad y personalidad.

¿Por qué existen el racismo, el sexismo y la homofobia?[edit]

Ya que el racismo, el sexismo y la homofobia (odio/miedo de los homosexuales) están institucionalizados en la sociedad, la opresión sexual, racial y homosexual, es común. La causa primaria de estos tres males es la necesidad de ideologías que justifican la dominación y la explotación, que son inherentes en la jerarquía -en otras palabras, teorías que justifican y explican la opresión y la injusticia. Como Tácito dijo, Odiamos a quienes herimos. Aquellos que oprimen a otros siempre encuentran razones para considerar a sus víctimas como "inferiores" y por lo tanto, merecedores de su destino. Las élites necesitan alguna manera de justificar su posición económico/social superior. Ya que el sistema social es obviamente injusto y elitista, la atención debe centrarse en otros, menos inconvenientes, "hechos", como aquellos que alegan la superioridad basándose en la biología o la naturaleza. Por lo tanto, doctrinas de superioridad sexual, racial y étnica son inevitables en una sociedad jerárquica y de clases.

Vamos a tomar cada forma de discriminación de una en una.

Desde un punto de vista económico, el racismo está asociado con la explotación de la mano de obra barata en casa y del imperialismo fuera. En efecto, el temprano desarrollo capitalista en ambos continentes, América y Europa, fue fortalecido por la esclavitud de personas, particularmente de ascendencia africana. En las Américas, Australia y otras partes del mundo el asesinato de los habitantes originales y la expropiación de su tierra también fue una parte fundamental del crecimiento del capitalismo. Ya que la subordinación de las naciones foráneas, es producto de la fuerza, a la nación dominante le parece que debe su dominio a sus especiales cualidades naturales, en otras palabras a sus características raciales. Así, los imperialistas constantemente han recurrido a la doctrina Darwiniana de la "supervivencia de los más aptos" para darle a su racismo una base en la naturaleza.

En Europa, una de las primeras teorías de superioridad racial fue propuesta por Gobineau en los años 1850 para establecer un derecho natural de la aristocracia para gobernar Francia. Decía que la aristocracia francesa era originalmente de origen germánico mientras que las "masas" eran galos o celtas, y ya que la raza germánica era 'superior', la aristocracia tenía un derecho natural para gobernar. Aunque las "masas" francesas no encontraron esta teoría particularmente persuasiva, fue más tarde tomada por partidarios de la expansión germánica y se convirtió en el origen de la ideología racial germánica, usada para justificar la opresión nazi de los judíos y otros "no-arios". Las nociones de "la carga del hombre blanco" y el "Destino Manifiesto" se desarrollaron casi al mismo tiempo en Inglaterra y en un menor grado en América, y fueron usadas para racionalizar la conquista y la dominación mundial anglosajona sobre una base humanitaria.

El racismo y el autoritarismo en casa y fuera de ella, ha ido de mano en mano. Como Rudolf Rocker sostuvo:

"Todos los representantes de la doctrina racial fueron y son siempre aliados y propulsores de toda reacción política y social, representantes del principio del poder en su forma más agresiva (...) El que cree ver en todos los conflictos sociales y políticos solamente fenómenos condicionados por la raza, niega toda influencia reconciliadora de las ideas, toda comunidad del sentimiento ético, y en toda decisión debe echar mano a la fuerza bruta. En realidad, la teoría racista no es más que el culto a la violencia. El racismo tiene como objetivo la consolidación del poder elitista atacando todos los logros (...) encaminados a la libertad individual y la idea de igualdad. No se puede dar una justificación moral mejor ante la servidumbre industrial que la que nuestros guardianes del poder tienen ante sí como una foto del porvenir."



La idea de la superioridad racial también tuvo una gran utilidad doméstica. Como Paul Sweezy señala:

"La intensificación del conflicto social en los países capitalistas avanzados (...) ha de ser conducida, en la medida de lo posible, por canales inocuos -inocuos, desde el punto de vista de la clase capitalista. La exaltación de antagonismos de corte racial es un método acertado para desviar la atención fuera de la lucha de clases, claramente peligrosa para los intereses de la clase dominante."



En efecto, los empresarios constantemente han fomentado las divisiones raciales dentro de los trabajadores como parte de una estrategia de "divide y vencerás". En otros contextos, Irlanda del Norte, Escocia o la Rusia Zarista, los empresarios han usado la religión de la misma manera. En otros, ser inmigrante o de ascendencia nativa, es la linea de división. El efecto es el mismo. Anarquistas como Emma Goldman, denunciaron en el Sur de Estados Unidos las atrocidades desenfrenadas, de negros linchados, torturados y quemados por multitudes enfurecidas sin que ninguna mano se alzara o sin que ninguna palabra se dijera en su defensa (Emma Goldman: A Documentary History of the American Years, vol. 1, p. 386) o los progromos contra los judíos en la Rusia zarista hasta la discriminación sobre dónde puede vivir la gente, qué trabajos pueden tener, menor paga etc.

Para los que ostentan el poder, esto tiene mucho sentido ya que el racismo (como otras formas de discriminación) pueden ser usados para separar y dividir a la clase trabajadora consiguiendo que la gente culpe a gente de su clase por las condiciones que todos padecen. De esta manera, la ira que la gente siente sobre los problemas a los que se enfrentan son dirigidos hacia otra dirección, hacia chivos expiatorios, en vez de hacia las verdaderas causas. Como los trabajadores blancos son sutilmente (a veces no tan sutilmente) alentados, por ejemplo, a culpar del desempleo, la pobreza y el crimen a negros e hispanos en vez de al capitalismo y las élites (blancos y hombres) que lo controlan y quienes directamente se benefician de sueldos bajos y ganancias altas. La discriminación contra las minorías raciales y las mujeres, tiene sentido para el capitalismo, ya que de esta manera se amplían los beneficios, directa o indirectamente. Como los trabajos y las oportunidades de inversión, son negados a grupos desventajados, sus sueldos pueden ser disminuidos, y las ganancias correspondientementes, aumentadas. Indirectamente, la discriminación agrega beneficios y poder al capitalista, aumentando el desempleo y poniendo a los trabajadores unos contra otros. Tales factores, aseguran que el capitalismo nunca combatirá la discriminación como algunos economistas liberales sostienen.

En otras palabras, el capitalismo se ha beneficiado y lo seguirá haciendo desde su herencia racista. El racismo ha creado reservas de mano de obra barata para los capitalistas de la que beneficiarse y permitido que un sector de la población esté sometida a peor trato, aumentado los beneficios mediante la reducción de condiciones en el trabajo y otros costes no relacionados con el pago.

En EEUU, los negros siguen siendo peor pagados que los blancos por los mismos trabajos (alrededor de un 10% menos que trabajadores blancos con la misma educación, experiencia, ocupación y otras variables demográficas relevantes). Esto se traduce en desigualdades de riqueza. En 1998, los ingresos de los negros eran el 54% de los ingresos de los blancos, mientras que el producto bruto negro (incluyendo el residencial) valía 12% y no residencial solo el 3% del producto bruto blanco. Para los hispanos, el cuadro era similar con ingresos de sólo el 62% del ingreso de los blancos, el producto bruto, incluido el residencial el 4% y el no residencial el 0% del blanco. Mientras que sólo por debajo del 15% de los hogares blancos tenían un producto bruto negativo o del 0%, el 27% de los hogares negros y el 36% de los hogares hispanos estaban en la misma situación. Incluso en similares niveles de ingresos, los hogares negros eran significantemente menos ricos que los blancos.



Todo esto significa que las minorías raciales:

están sometidas a doble opresión y explotación, por raza y clase, y deben combatir batallas extra contra la discriminación y el racismo



El sexismo sólo requería una justificación una vez la mujer empezó a actuar por sí misma y demandar derechos iguales. Antes de este momento, la opresión sexual no necesitaba ser justificada -era natural (diciendo esto, obviamente, la igualdad entre los sexos era mayor antes del crecimiento del Cristianismo como religión estatal y el capitalismo, entonces el lugar en la sociedad, de la mujer, ha caído en los últimos cientos de años, antes de subir otra vez, gracias a los movimientos de mujeres).

La naturaleza de la opresión sexual puede verse desde el matrimonio. Emma Goldman señaló que el matrimonio significa la soberanía del hombre sobre la mujer con su total sumisión a los caprichos y ordenes de su marido. (Red Emma Speaks). Como Carole Pateman apunta:

"hasta finales del siglo XIX la posición legal y civil de la esposa reflejaba la de una esclava. Una esclava no tenía una existencia independiente legal apartada de su amo, y marido y mujer se convirtieron en una persona, la persona del marido. En efecto, la ley estaba basada en la suposición de que la mujer era (como) propiedad y sólo el contrato marital incluye el explícito cometido de obedecer'".



Sin embargo, cuando la mujer comenzó a cuestionar tales suposiciones de la dominación masculina, numerosas teorías fueron desarrolladas para explicar por qué la opresión de la mujer y la dominación por parte del hombre era natural. Porque los hombres imponían su dominación sobre las mujeres mediante la fuerza, se sostenía que la superioridad del hombre era una cualidad natural de su género, que está asociada con mayor fuerza física (sobre la premisa de que poder significa correcto). En el siglo XVII, se aseguraba que las mujeres eran más como animales que el hombre, lo que demuestra que las mujeres tienen tanto derecho a la igualdad con el hombre como las ovejas. Más recientemente, las élites han adoptado la socio-biología en respuesta al movimiento de las mujeres creciente. Al explicar la opresión de la mujer en motivos biológicos, un sistema social dirigido por hombres y para hombres puede ser ignorado.

El papel subordinado de la mujer también tiene un valor económico para el capitalismo (debemos señalar que Goldman consideraba al capitalismo como otro orden paternal al igual que el matrimonio, ambos roban a la gente su derecho de nacimiento, atrofian su crecimiento, y envenena sus cuerpos y mantienen a la gente en "ignorancia, en pobreza y dependencia." (Op. Cit., p. 210). Las mujeres constantemente proporcionan trabajo necesario (y no pagado) que mantiene al trabajador hombre en buena condición; y es principalmente la mujer quien cría la siguiente generación de esclavos asalariados (y nuevamente gratis) para que propietarios capitalistas, exploten. Además, la subordinación de la mujer da a los hombres de clase obrera, alguien sobre quien pagar, a veces, sus frustraciones, como un objetivo conveniente (en vez de centrarse en los problemas laborales). Como Lucy Parsons señaló, una mujer de clase obrera es "la esclava del esclavo"

El sexismo, como todas las formas de discriminación, está reflejado en los niveles de ingresos y riqueza. En EEUU, las mujeres eran pagadas, alrededor de un 57% de lo que lo eran los hombres en el 2001 (una mejora con respecto al 39% de 20 años atras). Parte de esto se debe a que hay menos mujeres trabajando que hombres, pero para aquellas que sí trabajaban fuera de casa, sus ingresos eran de un 66% de los del hombre (por encima del 47% de 1980 y el 38% de 1970). Aquellas que trabajan jornada completa, sus ingresos son el 76% de los del hombre, por encima del 60% durante la mayor parte de la decada de 1970. Sin embargo, como la diferencia entre blancos y negros, esto se debe en parte a los ingresos estancados de los trabajadores hombres (en 1998 los verdaderos ingresos de los hombres eran tan solo 1% por encima de los niveles de 1989, mientras que los de la mujer estaban un 14% por encima). Así que, en vez del aumento de los ingresos siendo resultado de las mujeres entrando a trabajos bien pagados y en gran parte a ocupaciones generalmente de hombres, y éstas cerrando la diferencia de género, también han sido resultado de los intensos ataques a la clase trabajadora desde los años 80, que han des-unionizado y desindustrializado EEUU. Esto resultó en muchos trabajos bien pagados de hombres perdidos, y más y más mujeres entrando al mercado laboral para asegurarse de mantener a su familia.



Dejando de lado la media de los ingresos, descubrimos que el sexismo da lugar a mujeres siendo pagadas un 12% menos que los hombres durante el mismo trabajo, con las mismas variables relativas (como experiencia, educación, etc..) No hay necesidad de decir que, como con el racismo, tales "variables relevantes" son en sí mismas moldeadas por la discriminación. Las mujeres, como los negros, tienen menos probabilidades de conseguir una entrevista de trabajo y trabajo. El sexismo incluso afecta tipos de trabajos, como por ejemplo, los trabajos relacionados con las tareas del hogar son peor pagados que los que no son de este tipo, ya que son vistos como femeninos e incluyen los tipos de tareas que las mujeres hacen en casa sin paga. En general, las industrias dominadas por mujeres, son peor pagadas. En 1998, las ocupaciones que eran del 90% de hombres, tenían un sueldo medio de casi el 10% por encima de la media, mientras que aquellas con el 90% de mujeres, casi un 25% por debajo. Un estudio descubrió que un aumento del 30% de mujeres en una ocupación, se traduce en una disminución del 10% en la paga media. No es necesario señalar, que tener hijos es una mala noticia económica para la mayor parte de mujeres (las mujeres con hijos ganan un 10 a 15% menos que mujeres sin hijos, mientras que para los hombres, lo contrario es el caso). Tener un nivel de maternidad, por cierto, tiene una pena de maternidad, bastante menor.



La opresión contra las lesbianas, gays y bisexuales, está totalmente relacionada con el sexismo. Una sociedad patriarcal capitalista, no puede ver las prácticas homosexuales como variaciones humanas normales, que es lo que son, porque manchan esos rígidos papeles de género y estereotipos sexistas de la sociedad. La mayor parte de los jovenes gays, mantienen su sexualidad para sí mismos por miedo a ser echados de casa y todos los gays tienen el miedo de que algunos "heteros" intenten negarles su sexualidad si la expresan libremente. Así como los otros sujetos en otras formas de discriminación, los gays también son discriminados económicamente. ("Los hombres gays ganan un 4-7% menos que el hombre hetero medio". -Henwood, Op. Cit.). Ya que la opresión social que resulta por tener otra orientación sexual, es expermientada en varios niveles distintos, desde violencia extrema a menor paga por hacer el mismo trabajo.

Los gays no son oprimidos basándose en un capricho, si no por una necesidad específica del capitalismo de tener familias nucleares. La familia nuclear, como la creadora primaria de personas sometidas (crecer en una familia autoritaria lleva a los niños a adoptar y a respetar la jerarquía y la subordinación (véase la [B.1.5 ¿Cómo se crearon las bases psicológicas de masas para la civilización autoritaria?|sección B.1.5]) así como la proveedora y cuidadora de la fuerza de trabajo, forma una importante necesidad para el capitalismo. Las orientaciones sexuales alternativas representan una amenaza para el modelo de familia ya que proporcionan un modelo de rol diferente para las personas. Esto significa que los gays van a estar en primera linea cuando el capitalismo quiera reforzar los valores familiares (sumisión a la jerarquía, tradición, moralidad etc..). La introducción de la cláusula 28 en Gran Bretaña es un buen ejemplo de esto, con el gobierno haciendo ilegal que los cuerpos públicos promuevan la sexualidad gay (para presentarla únicamente como una perversión). En EEUU, el Derecho también busca demonizar la homosexualidad como parte de una campaña para reforzar los valores de la unidad de la familia patriarcal y la sumisión a la autoridad tradicional. Por lo tanto, la opresión de la gente basada en su sexualidad es poco probable que desaparezca hasta que el sexismo lo haga.

Esto no es todo. Así como afecta negativamente a aquellos discriminados, el racismo, el seximo y la homofobia son dañinos para aquellos que lo practican (y en cierto modo se benefician de ello) dentro de la clase obrera. Esto es obvio una vez lo piensas. Racismo, sexismo y homofobia dividen a la clase obrera, lo que significa que los blancos, hombres, heterosexuales, se perjudican a sí mismos al mantener una reserva de mano de obra barata competitiva, asegurando bajos salarios para sus propias mujeres, hijas, madres, familiares y amigos. Tal división crea condiciones y salarios inferiores para todos, ya que los capitalistas ganan una ventaja competitiva al usar tal reserva de mano de obra barata, forzando a todos los capitalistas a empeorar las condiciones y salarios para sobrevivir en el mercado (adicionalmente, dichas jerarquías sociales, que socavan la solidaridad contra el empresario en el trabajo, y el estado probablemente crea un grupo de trabajadores excluidos que se volverían enemigos durante las huelgas). Además, los sectores privilegiados de la clase trabajadora también pierden, porque sus condiciones de trabajo y sueldos son peores de las que la unión podría haber conseguido. Sólo el jefe gana en realidad.

Esto puede comprobarse investigando sobre este tema. El investigador Al Szymanski buscó examinar sistemática y científicamente la proposición de que los trabajadores blancos ganan con el racismo (Racism Discrimination and White Gain en American Sociological Review, vol. 41, no. 3, June 1976, pp. 403-414). Comparó la situación de los trabajadores blancos y no blancos (negros, nativos americanos, asiáticos e hispanos) en los Estados Unidos y encontró varios puntos:

1. La mayor estrechez entre la división de sueldos blancos y negros en un Estado Norteamericano, los ingresos de los blancos mayores, eran similares a los ingresos blancos en cualquier otro lado. Esto significa que "los blancos no se benefician económicamente mediante la discriminación económica. Los trabajadores blancos especialmente parecen beneficiarse económicamente de la ausencia de discriminación económica... en el nivel absoluto de sus ganancias y en la relativa igualdad entre los blancos" (p. 413).

2. El mayor numero de "no-blancos" en una determinada población de un Estado Norteamericano, la mayor desigualdad entre blancos. En otras palabras, la existencia de un grupo, pobre, oprimido de trabajadores, reduce los sueldos de los trabajadores blancos. Aunque no afecta mucho las ganancias de blancos de clase no trabajadora ("La mayor discriminación contra gente no blanca, la mayor desigualdad dentro de los blancos" (p. 410). Así que los trabajadores blancos claramente pierden económicamente de esta discriminación.

3. También halló que "a más intensa discriminación racial, menores son los ingresos blancos por (...) su efecto en la solidaridad de la clase obrera." (p. 412). En otras palabras, el racismo económicamente produce una desventaja en los trabajadores blancos porque socava la solidaridad entre los trabajadores negros y blancos.

Así que en conjunto, estos trabajadores blancos aparentemente reciben algunos privilegios del racismo, pero en realidad les perjudica. Así el racismo y otras formas de jerarquía, funcionan en contra de los intereses de los trabajadores que lo practican - y, mediante el debilitamiento de la unidad social en el puesto de trabajo, benefician a la clase dominante:

"Mientras exista la discriminacion y miniorias raciales o etnicas, sean orpimidas, la clase obrera en conjunto es debilitada. Esto es así porque la clase capitalista tiene la habilidad de usar el racismo para disminuir los salarios de segmentos individuales de la clase obrera, mediante la incitación del antagonismo racial y forzando a los trabajadores a pelear por los trabajos y servicios. Esta división es un desarrollo que al final de todo, recorta el nivel de vida de todos los trabajadores. Además, poniendo a los blancos contra los negros y otras nacionalidades oprimidas, la clase capitalista tiene la habilidad de prevenir que los trabajadores se unan contra su enemigo común. Mientras los trabajadores sigan peleando contra ellos mismos, la clase capitalista está segura."



Adicionalmente, la riqueza y diversidad de puntos de vista, visiones, experiencias, culturas, pensamientos y demás, son negadas a los racistas, sexistas, y homofóbicos. Sus mentes están atrapadas en una jaula, estancándose en una monocultura - y el estancamiento es la muerte para la personalidad. Tales formas de opresión son deshumanizadoras para aquellos que las practican, ya que el opresor vive como un rol, no como una persona, y entonces están restringidos por él y no pueden expresar su individualidad libremente (y lo hace de manera muy limitada). Esto deforma la personalidad del opresor y empobrece su propia vida y personalidad. La homofobia y el sexismo también limitan la flexibilidad de todas las personas, gays o heteros, para elegir las expresiones sexuales que son correctas para ellos. La represión sexual que ejerce el sexista y homofóbico, difícilmente le hará bien a su salud mental, sus relaciones o su desarrollo en general.

Desde el punto de vista anarquista, la opresión basada en la raza, el sexo o la orientación sexual, permanecerá siempre intacta bajo el capitalismo o, en realidad, bajo cualquier sistema económico o político basado en la dominación y la explotación. Mientras que miembros individuales de "las minorías" lleguen a prosperar, el racismo como una justificación de la desigualdad es muy útil para las élites como para desecharlo. Usando las consecuencias del racismo (por ejemplo, la pobreza) como una justificación de la ideología racista, las críticas del status quo son sustituídas por ideas absurdas como la naturaleza o la biología. Pasa lo mismo con el sexismo o la discriminación contra los gays.

La solución a largo plazo es obvia: desmantelar el capitalismo y la jerárquica división de clases que conforma la sociedad. Librándonos de la opresión capitalista y la explotación y su consecuente imperialismo y pobreza, también eliminaremos la necesidad de ideologías de superioridad racial o sexual que se usen para justificar la opresión de un grupo hacia otro o para dividir y debilitar a la clase obrera. Sin embargo, la lucha contra la discriminación no puede dejarse para después de una revolución. Si se dejaran, es posible que sucedieran dos cosas: una, tal revolución sería poco probable que sucediera y, dos, si ocurriera entonces sería más que probable que se mantuvieran estos problemas en la futura sociedad creada por tal revolución. Por lo tanto, los efectos negativos de la desigualdad pueden y deben ser combatidos en el aquí y ahora, como cualquier otra forma de jerarquía. En efecto, como discutimos con más detalle en la [B.1.6 ¿Puede terminar la jerarquía?|sección B.1.6], haciendo esto hacemos la vida un poquito mejor en el aquí y ahora además de acercar el momento en el que tales desigualdades estén finalmente abolidas. Solo esto puede asegurar que todos podamos vivir como individuos iguales y libres en un mundo sin las plagas del sexismo, el racismo, la homofobia o el odio religioso.

No es necesario decir, que los anarquistas rechazan totalmente el tipo de igualdad que acepta otras formas de jerarquía, que acepta las prioridades dominantes del capitalismo y el estado, y acceda a devaluar las relaciones humanas y la individualidad en el nombre del poder y de la riqueza. Hay igualdad en tener igualdad de oportunidades, en tener jefes y políticos que sean negros, gays o mujeres, pero es una igualdad que no nos vale. Decir "¡Yo también!" en vez de "¡Qué desastre!" no sugiere una verdadera liberación, si no tan sólo diferentes jefes y nuevas formas de opresión. Necesitamos fijarnos en la forma en la que la sociedad está organizada, ¡no al sexo, color, nacionalidad o sexualidad de aquél que nos esta dando órdenes!

¿Cómo se crearon las bases psicológicas de masas para la civilización autoritaria?[edit]

Ya en la sección A.3.6 señalamos que las instituciones jerárquicas y autoritarias tienden a autoperpetuarse, porque crecer bajo su influencia genera personalidades sumisas/autoritarias –personas que “respetan” a la autoridad (por miedo al castigo) o que desean ejercerla sobre subordinados. Los sujetos con tal estructura de carácter no desean desmantelar las jerarquías, ya que tienen temor de la responsabilidad que comporta la auténtica libertad. A ellos les parece “natural” y “correcto” que existan tales instituciones sociales; desde la fábrica autoritaria hasta la familia patriarcal, deben ser piramidales, con una élite dando órdenes desde lo alto a quienes simplemente obedecen. Así, tenemos el espectáculo de los llamados “libertarianos” y “anarcocapitalistas” llenándose la boca de “libertad” y al mismo tiempo defendiendo el fascismo industrial y la privatización estatal. En suma, la civilización autoritarista se auto-reproduce generación tras generación dado que, a través de un intrincado sistema de condicionamiento que cruza cada ámbito de la sociedad, crea masas de personas que sostiene el status quo.

Wilhelm Reich realizó uno de los más profundos análisis de los procesos psicológicos involucrados en la reproducción de la civilización autoritarista. Reich basó su análisis en cinco de los descubrimientos más sólidamente fundados de Freud, a saber: (1) la existencia de un sector inconsciente de la mente con una poderosa aunque irracional influencia en la conducta; (2) que hasta el niño más pequeño desarrolla una intensa sexualidad “genital”, i.e. un apetito sexual que nada tiene que ver con la procreación; (3) que la sexualidad infantil junto con los conflictos edípicos que surgen en las relaciones padres-hijo, bajo una cultura monogámica y patriarcal, son a menudo reprimidos por el miedo al castigo o la desaprobación de actos y pensamientos sexuales; (4) que este bloqueo de la actividad sexual natural del infante y su supresión en la memoria no debilita su fuerza en el inconsciente, sino que lo intensifica y le permite manifestarse en las más variadas perturbaciones patológicas y conductas antisociales; y (5) que, lejos de tener un origen divino, los códigos morales humanos derivan de las medidas educacionales que emplean las figuras paternas en la niñez temprana, siendo las más efectivas de ellas, aquellas que se oponen a la sexualidad infantil.

Al estudiar las indagaciones de Bronislaw Malinowski en las Islas Trobriand, una sociedad matriarcal donde el comportamiento sexual de los niños no era reprimido y las neurosis y perversiones, así como las instituciones y valores autoritaristas, eran casi inexistentes, Reich llegó a la conclusión de que la cultura patriarcal y autoritaria comenzó a desarrollarse una vez que los jefes tribales comenzaron a obtener ventajas económicas de cierto tipo de matrimonio (“crosscousin marriages”) incorporado por sus hijos. En estos matrimonios, los hermanos de la esposa del hijo estaban obligados a pagarle a ella una dote en forma de un tributo continuo, enriqueciendo así al clan de su esposo, el jefe. Al arreglar estos matrimonios para sus hijos (usualmente numerosos gracias al privilegio de la poligamia), el clan del jefe podía acumular riquezas. De esta suerte, la sociedad comenzó a estratificarse en base a la fortuna, en clanes gobernantes y subordinados.

Para asegurar la permanencia de esos “buenos” matrimonios, se requería una monogamia estricta. Sin embargo, se descubrió que no se podía mantener la monogamia sin reprimir la sexualidad infantil, ya que, a la luz de las estadísticas, los niños a quienes se les permite la libre expresión de su sexualidad a menudo no logran adaptarse a una vida de monogamia. De aquí que, junto a la estratificación por clases y la propiedad privada, se desarrollaron métodos autoritarios de crianza para inculcar la moralidad sexual represiva de la cual el nuevo sistema patriarcal dependía para su reproducción. Así, existe una correlación histórica, por un lado, entre sociedad pre-patriarcal, comunismo primitivo libertario (“democracia laboral”, en las palabras de Reich), igualdad económica y libertad sexual, y, por otro lado, entre sociedad patriarcal, propiedad privada, estratificación social por riqueza y represión sexual. Como lo expresa Reich:

Las tribus que evolucionaron desde una organización matriarcal a una patriarcal debieron cambiar la estructura sexual de sus miembros para producir una sexualidad acorde con su nueva forma de vida. Este cambio se hace necesario porque el traspaso del poder y la riqueza de los gens democráticos [clanes maternales] a la familia autoritaria del jefe fue implementada valiéndose principalmente de la supresión de las pulsiones sexuales de las personas. Fue de esta manera que la represión sexual se convirtió en un factor esencial de la división de la sociedad en clases. El matrimonio, y la dote a que obligaba por ley, constituyó el eje de la transformación de una organización a la otra. En vista del hecho de que el tributo matrimonial de las gens de la familia de la esposa a la familia del marido fortalecía la posición de poder del hombre, en especial del jefe, los miembros masculinos de las gens y familias de mayor categoría comenzaron a interesarse especialmente en hacer permanentes los lazos nupciales. A estas alturas, en otras palabras, sólo el hombre se interesaba por el matrimonio. Así, la simple alianza de la democracia laboral natural, susceptible de disolverse en cualquier momento, dio paso a la relación marital patriarcal, permanente y monogámica. El matrimonio permanente y monógamo se convirtió en la institución básica de la sociedad patriarcal –existente hasta el día de hoy. Para resguardar estos matrimonios, empero, se hizo necesario despreciar e imponer restricciones cada vez mayores a los impulsos genitales naturales.



La supresión de la sexualidad natural involucrada en esta tranformación desde una sociedad matriarcal a una patriarcal, generó varias conductas antisociales (sadismo, impulsos destructivos, fantasías de violación etc.), las que a su vez debieron ser suprimidas mediante la imposición de una moralidad compulsiva, la cual ocupó el lugar de la autorregulación natural que se encuentra en las sociedades pre-patriarcales. Así, el sexo empezó a ser considerado “sucio”, “diabólico”, “perverso” etc. –lo cual dio lugar seguramente a la creación de conductas secundarias. Así:

El orden sexual patriarcal-autoritario resultante de los procesos revolucionarios de nuestro días [el matriarcado] (la emancipación económica de la familia del jefe desde la gens maternal, el creciente intercambio de bienes entre tribus, el desarrollo de los medios de producción etc.) pasa a ser la base primordial de la ideología autoritarista al despojar a mujeres, niños y adolescentes de su libertad sexual, transformando el sexo en mercancía y colocando los intereses sexuales al servicio de la dominación económica. A partir de aquí es que la sexualidad se distorsiona; se hace diabólica y demoníaca, y debe ser refrenada.



Una vez que la génesis del patriarcado es puesta en su lugar, lo que sigue es la creación de una sociedad enteramente autoritaria y basada en la mutilación psicológica de sus miembros mediante la represión sexual:

La inhibición moral de la sexualidad natural del niño, cuya última etapa es el menoscabo de la sexualidad genital del infante, torna al niño miedoso, retraído, temeroso de la autoridad, obediente, 'bueno' y 'dócil' en el sentido autoritarista. Ejerce un efecto de mutilación en las fuerzas humanas de rebelión, porque ahora todo impulso vital se ve cargado de miedo, y en tanto el sexo se vuelve tabú, el pensamiento en general y las facultades críticas del hombre también se ven inhibidas. En pocas palabras, el objeto de la moralidad es producir sujetos aquiescentes que, a pesar de la angustia y la humillación, se ajustan al orden autoritario. Así, la familia es la miniaturización del estado autoritario, a la cual el niño debe aprender a adaptarse como una preparación para el ajuste social general que se le exigirá más tarde. La estructura autoritaria del hombre –esto debe quedar claramente establecido– es producto básicamente de la inserción de la inhibición sexual y el miedo.



De esta manera, al dañar la capacidad del individuo para rebelarse y pensar por sí mismo, la inhibición de la sexualidad infantil –y, por cierto, otras formas de expresión libre y natural de la bioenergía (gritar, llorar, correr, saltar etc.)– pasa a ser la principal arma en la creación de personalidades reaccionarias. Es por esto que todos los políticos reaccionarios ponen énfasis en el “fortalecimiento de la familia” y la promoción de “valores familiares” (i.e. patriarcado, monogamia compulsiva, castidad premarital, castigo físico etc.). Como dice Reich:

Dado que la sociedad autoritarista se reproduce a sí misma en las estructuras individuales de las masas con la ayuda de la familia autoritaria, los políticos reaccionarios se preocupan por proteger a la familia autoritaria como la base del 'estado, la cultura y la civilización [...]' [Es] el germen de la actitud política reaccionaria, el más importante núcleo de producción de hombres y mujeres reaccionarios. Al tener su origen y desarrollo en procesos sociales definidos, se vuelve la institución esencial para la preservación del sistema autoritario que la forma.



La familia es la insitución esencial para dicho propósito porque los niños son más vulnerables al modelamiento psicológico en sus primeros años de vida: desde el nacimiento hasta los seis años aproximadamente, tiempo en el cual pasan generalmente a cargo de sus padres. Más tarde, la escuela y la iglesia continúan con el proceso de condicionamiento una vez que los niños son lo suficientemente grandes para estar más lejos de sus padres, aunque suelen fracasar cuando los padres no han sentado apropiadamente las bases en la edad temprana. Así, A. S. Neill observa que "la educación de párvulos se asemeja mucho al entrenamiento de perros. El niño azotado, como el cachorro azotado, se hace un adulto obediente e inferior. Y así como enseñamos a nuestros perros para que cumplan nuestros propósitos, igualmente enseñamos a nuestros hijos. En esa perrera, el jardín infantil, los perros humanos deben estar limpios; hay que alimentarlos cuando creemos conveniente hacerlo. Ví a cien mil perros obedientes y serviles meneando sus rabos en el Templehof, Berlín, cuando en 1935, el gran entrenador Hitler daba sus órdenes."[Summerhill: a Radical Approach to Child Rearing, p. 100]

La familia es también el principal agente de represión durante la adolescencia, cuando la energía sexual alcanza su punto cúlmine. Esto porque la amplia mayoría de los padres niega a los adolescentes espacio privado para que puedan dedicarse a relaciones sexuales con sus parejas sin ser molestados, desalentando así estas conductas y a menudo (como en las familias cristianas fundamentalistas) exigiéndoles completa abstinencia –¡en circunstancias que la abstinencia se torna imposible! Es más, dado que en el capitalismo los adolescentes dependen económicamente de sus padres, y la sociedad no les provee de habitaciones o dormitorios que permitan una libertad sexual, los jóvenes no tienen más alternativa que someterse a las demandas irracionales de los padres de abstenerse del sexo premarital. Esto a su vez los obliga a mantener relaciones sexuales furtivas en los asientos traseros de los automóviles u otros lugares inusuales en que no hay relajo ni completa satisfacción sexual. Como descubrió Reich, cuando la sexualidad es reprimida y sobrecargada de ansiedad, el resultado siempre es en cierta medida lo que él llama “impotencia orgásmica”: la incapacidad de entregarse por completo al flujo de energía descargada durante el orgasmo. De aquí se sigue una liberación inacabada de la tensión sexual, lo cual termina en un estado de estancamiento bioenergético crónico. Tal circunstancia, revela Reich, es el caldo de cultivo de neurosis y actitudes reaccionarias. (Para más detalles, ver sección J.6)

En relación a esto es interesante advertir que las sociedades “primitivas”, como la de las islas Trobriand, antes de desarrollar instituciones patriarcales-autoritarias, proporcionaban casas comunitarias especiales a las que los adolescentes podían asistir con sus parejas para disfrutar de relaciones sexuales sin perturbaciones –y esto con total aprobación social. Dicha institución se daría por sentada en una sociedad anarquista, ya que implica el concepto de libertad. (Vea más acerca de liberación sexual adolescente en la sección J.6.8)

Los sentimientos nacionalistas también pueden ser atribuidos a la familia autoritaria. El apego del niño a su madre es, por supuesto, natural y la base de todos los lazos familiares. Subjetivamente, el núcleo emocional de los conceptos de patria y nación lo constituyen la madre y la familia, ya que la madre es la patria del niño, así como la familia es la “nación en miniatura”. Según Reich, quien estudió cuidadosamente la atracción masiva hacia el “Nacional-Socialismo” de Hitler, los sentimientos nacionalistas son la continuación directa del lazo familiar y se arraigan en un lazo de fijación con la madre. Como señala Reich, aunque el apego infantil a la madre es natural, la fijación no lo es, sino que es un constructo social. En la pubertad, el apego a la madre da paso a otros apegos, i.e., las relaciones sexuales naturales, siempre que las restricciones sexuales no naturales impuestas a las adolescentes no la hagan perpetua. Es en la forma de esta exteriorización socialmente condicionada que la fijación en la madre se convierte en la base de sentimientos nacionalistas en el adulto; y es sólo en esta etapa que pasa a ser una fuerza social reaccionaria.

Escritores posteriores a Reich, continuadores de su análisis de los procesos de génesis de las estructuras de carácter reaccionarias, han ampliado su campo de visión para incluir otras importantes inhibiciones, además de las sexuales, que se impone a niños y adolescentes. Rianne Eisler, por ejemplo, en su libro Placer Sagrado, enfatiza que no es sólo una actitud negativa hacia el sexo lo que produce diferentes tipos de personalidades en cuestión, sino que también incide una actitud negativa hacia el placer. La negación del valor de las sensaciones placenteras penetran nuestro inconsciente, como se refleja, por ejemplo, en la idea común de que el disfrute de los placeres del cuerpo es el lado “animal” (y luego “malo”) de la naturaleza humana, en contraste con los placeres “elevados” de la mente y el “espíritu”. Mediante este dualismo que niega un aspecto espiritual del cuerpo, a las personas se las hace sentir culpables de gozar cualquier sensación placentera –un condicionamiento que, no obstante, los prepara para una vida basada en el sacrificio del placer (o incluso de la vida misma) bajo el capitalismo y el estatismo, con sus exigencias de sumisión masiva al trabajo alienado, a la explotación, al servicio militar que protege intereses de clase, entre otros. Y al mismo tiempo, la ideología autoritarista resalta el valor del sufrimiento, como por ejemplo a través de la glorificación del héroe guerrero duro e insensible, quien sufre (e inflige sufrimiento “necesario” a otros) por algún cruento ideal.

Eisler también advierte que existe “amplia evidencia de que las personas que crecen en familias donde las jerarquías rígidas y los castigos dolorosos son norma, aprenden a reprimir su rabia hacia sus padres. También existe amplia evidencia de que esta rabia es desviada por lo corriente en contra de grupos tradicionalmente débiles (minorías, niños, mujeres).” [Sacred Pleasure, p. 187] Esta rabia reprimida se convierte luego en terreno fértil para políticos reaccionarios, cuyo carisma masivo usualmente descansa en parte en hacer de las minorías chivos expiatorios de los problemas de la sociedad.

Como lo documenta en psicólogo Else Frenkel-Brunswick en The Authoriotarian Personality, la gente que ha sido condicionada en su niñez abusa de someter su voluntad a las exigencias de temidos padres autoritarios, también tienden a ser muy susceptibles como adultos de ceder su voluntad y su mente a líderes autoritarios. “En otras palabras”, resume Frenkel-Brunswick, “al mismo tiempo que aprenden a desviar su rabia contenida en contra de quienes consideran débiles, también aprenden a someterse a la ley autocrática o del 'más fuerte'. Además, al haber sido castigados tan severamente al menor atisbo de rebelión (incluyendo el 'contestar' ante un trato injusto), también aprenden de a poco a negarse a sí mismos que lo que les hicieron cuando niños haya sido malo –y a hacerlo a su vez a sus propios hijos. [The Authoritarian Pesonality, p. 187]

No hay más que unos cuantos mecanismos que perpetuan el status quo a través de la creación de los tipos de personalidad que adoran a la autoridad y temen a la libertad. En consecuencia, los anarquistas generalmente se oponen a las prácticas tradicionales de crianza, a la familia patriarcal autoritaria (y sus “valores”), a la supresión de la sexualidad adolescente, a la negación del placer y a las actitudes que reafirman el sufrimiento, enseñadas en la Iglesia y en la mayoría de las escuelas. En su lugar, los anarquistas están a favor de las prácticas de crianza y métodos de enseñanza no-autoritarios, no-represivos (ver las secciones J.6 y J.5.13, respectivamente) cuyo propósito es prevenir, o al menos minimizar, la mutilación psicológica de las personas, permitiéndoles en cambio desarrollar un aprendizaje natural, autorregulado y auto-motivado. Esto, creemos, es la única forma de que los sujetos se conviertan en personas felices, creativas y amantes de la auténtica libertad, que provean el terreno psicológico donde instituciones anarquistas económicas y políticas puedan florecer.

¿Puede terminar la jerarquía?[edit]

Frente al hecho de que la jerarquía, en sus diversas formas, ha estado por largo tiempo con nosotros y modela de manera tan negativa a quienes se hallan sujetos a ella, algunos podrían concluir que la esperanza anarquista de acabar con ella, o aun reducirla, es poco menos que un sueño, una utopía. Seguramente, se argüirá, como los anarquistas reconocen que quienes están sujetos a la jerarquía se adaptan a ella, ¿esto excluye automáticamente la creación de personas capaces de liberarse de ella? [duda]

Los anarquistas disienten. La jerarquía puede terminar, tanto en sus formas espeíficas como a nivel general. Una rápida mirada a la historia de la especie humana muestra que es posible. La gente que ha estado sujeta a la monarquía ha acabado con ella, creando repúblicas allí donde reinaba el absolutismo. La esclavitud y la servidumbre han sido abolidas. Alexander Berkman sólo afirmaba lo obvio al señalar que “muchas ideas, una vez creídas ciertas, han llegado a considerarse malas e incorrectas. Es el caso de las ideas del derecho divino de los reyes, de la esclavitud y la servidumbre. Hubo un tiempo en todo el mundo creía que esas instituciones eran adecuadas, justas e inmutables.” No obstante, fueron “desacreditadas y perdieron su dominio sobre la gente, y finalmente las instituciones que incorporaban esas ideas fueron abolidas” ya que “sólo eran útiles a la clase dominante” y “fueron deshechas por levantamientos y revoluciones.” [What is Anarchism?, p. 178] Es improbable entonces que las actuales formas de jerarquía estén exentas de este proceso.

Hoy podemos ver que éste es el caso. Los comentarios de Malatesta datan de más de un siglo, y son aún válidos: “las masas oprimidas [...] nunca se han resignado por completo a la opresión y a la pobreza [... y] se muestran sedientas de justicia, libertad y bienestar.” [Anarchy, p. 33] Los de más al fondo están constantemente resistiéndose a la jerarquía y sus negativos efectos, e, igualmente importante, creando formas de vida y de lucha no-jerárquicas. Este constante proceso de auto-actividad y auto-liberación puede observarse en los movimientos obreros y feministas, entre otros –en los que, en cierto grado, las personas crean sus propias alternativas basadas en sus propios sueños y esperanzas. El anarquismo se basa y se desarrolla en este proceso de resistencia, esperanza y acción directa. En otras palabras, los elementos libertarios que los oprimidos producen continuamente en su lucha al interior y en contra de los sistemas jerárquicos se extrapolan y generalizan en lo que se denomina anarquismo. Son esta lucha y los elementos anarquistas que generan, los que hacen que el fin de toda forma de jerarquía sea no sólo deseable, sino también posible.


Entonces, ya que el impacto negativo de la jerarquía no es extraño, tampoco lo es la resistencia a ella. Esto porque el individuo “no es un papel en blanco sobre el que la cultura escribe su texto; es un ente cargado de energía y estructurado de cierta manera, el cual, mientras se adapta, reacciona de ciertas maneras específicas y cognoscibles a condiciones externas.” En este “proceso de adaptación,” las personas desarrollan “definidas reacciones mentales y emocionales que surgen de propiedades específicas” de nuestra naturaleza. [ Erich Fromm, Man for Himself, p. 23 y p. 22] Por ejemplo:

El hombre puede adaptarse a la esclavitud, pero reaccionará a ella reduciendo sus cualidades morales e intelectuales [...] El hombre puede adaptarse a condiciones culturales que exigen la represión de las pulsiones sexuales, pero cuando logra adaptarse desarrolla [...] síntomas de neurosis. Puede adaptarse a casi cualquier patrón cultural, pero en tanto éste se contraponga a su naturaleza, desarrollará perturbaciones mental y emocionales que luego lo forzarán a cambiar esas condiciones, dado que no puede cambiar su naturaleza [...] Si [...] el hombre pudiera adaptarse a todas las condiciones sin luchar contra aquéllas que van en contra de su naturaleza, no tendría historia. La evolución humana se funda en la adaptabilidad del hombre y en ciertas cualidades indestructibles de su naturaleza que lo compelen a buscar condiciones que se ajusten mejor a sus intrínsecas necesidades.



Y así como hay quienes se adaptan a la jerarquía, hay quienes se resisten. Esto quiere decir que la sociedad moderna (capitalista), como cualquier otra sociedad jerárquica, se enfrenta a una contradicción directa. Por un lado, estos sistemas dividen a la sociedad en un pequeño estrato que da las órdenes y la vasta mayoría de la población que (oficialmente) están excluidos de la toma de decisiones, siendo rebajados a llevar a cabo (ejecutar) las decisiones tomadas por los menos. Resultado: la mayoría de las personas se sienten alienadas e infelices. Sin embargo, en la práctica, las personas tratan de superar su posición de impotencia, y así la jerarquía genera una lucha contra ella misma a manos de quienes se le someten. Este proceso sucede todo el tiempo, en mayor o menor medida, y es un aspecto esencial en la creación de la posibilidad de conciencia política, cambio social y revolución. Las personas se rehúsan a ser tratadas como objetos (como lo requiere la sociedad jerárquica), y al hacerlo crea la posibilidad de su destrucción.

Ya que la desigualdad de poder y riqueza producida por las jerarquías, entre poderosos e impotentes, entre ricos y pobres, no fue ordenada por fuerzas divinas, naturales ni sobrehumanas. Fue creada por un sistema social en específico, sus instituciones y operación –un sistema basado en relaciones sociales autoritarias que nos impactan física y mentalmente. Entonces sí hay esperanzas. Así como los rasgos autoritarios se aprenden, así también pueden ser desaprendidos. Como lo sintetiza Carole Pateman, las evidencias sustentan el argumento de “que nosotros aprendemos a participar, participando”, y que un ambiente participativo “también puede ser efectivo en la disminución de la tendencia a actitudes no-democráticas en el individuo.” [Participation and Democratic Theory, p. 105] Así la opresión engendra su resistencia y las semillas de su propia destrucción.

Es por esto que los anarquistas recalcan la importancia de la autoliberación (ver sección A.2.7) y “apoyan toda forma de libertad parcial, porque estamos convencidos de que uno aprende a través de la lucha, y que una vez que se comienza a disfrutar un poco de libertad, uno acaba por quererlo todo.” [ Malatesta, Errico Malatesta, His Life and Ideas, p. 195] Por medio de la acción directa (ver sección J.2), las personas se esfuerzan y se levantan por sí mismas. Esto rompe el condicionamiento a la jerarquía, rompe la sumisión que requieren y producen las relaciones sociales jerárquicas. Así, la lucha cotidiana contra la opresión “sirve como campo de entrenamiento para desarrollar” en el individuo “el entendimiento de su rol adecuado en la vida, para cultivar la auto-confianza y la independencia, enseñarle la ayuda mutua y la cooperación, y hacerle consciente de su responsabilidad. Aprenderá a decidir y actuar por sí mismo, sin dejar a los líderes o políticos la atención y el cuidado de su bienestar. Será quién determine, junto a sus compañeros [...], lo que necesitan y los métodos que servirán mejor a sus propósitos.” [Berkman, op. cit., p. 206]

En otras palabras, la lucha aviva todos los rasgos que la jerarquía corroe y, en consecuencia, desarrolla las capacidades no sólo de cuestionar y resistirse a la autoridad sino, en último término, de acabar con ella de una vez por todas. Esto significa que cualquier lucha cambia a quienes toman parte en ella, politizándolos y transformando sus personalidades al despojarse de los rasgos serviles producidos y requeridos por la jerarquía. Como ejemplo, luego de las huelgas de brazos caídos en 1937 en Flint, Michigan, un testigo vio cómo “el auto-trabajador se convirtió en un ser humano diferente. Las mujeres que habían participado activamente se transformaron en mujeres distintas [...] Caminaban distinto, con la frente en alto y confianza en sí mismas.” [Genora (Johnson) Dollinger, en Voices of a People's History of the United States, Howard Zinn y Anthony Arnove (editores), p. 349] Tales cambios suceden en toda lucha (ver también la sección J.4.2). Para los anarquistas no es nuevo porque, como se discute en las secciones J.1 y J.2.1, desde hace tiempo hemos reconocido las aspectos liberadores de la lucha social y el rol clave que desempeña en la creación de personas libres y otros requisitos y condiciones previas y necesarias para una sociedad anarquista (como la estructura social inicial; ver la sección I.2.3).

Sobra decir que un sistema jerárquico como el capitalismo no puede subsistir sin una clase obrera insumisa, y los jefes emplean una cantidad considerable de tiempo, energía y recursos en intentar quebrar el ánimo de la clase trabajadora para que se someta a la autoridad (ya sea involuntariamente, por miedo a ser ejecutados, o voluntariamente, induciéndolos a creer que la jerarquía es natural o premiando la subordinación). No es tampoco extraño que esto nunca llegue a tener éxito, y es así cómo el capitalismo está regado de constantes luchas entre oprimidos y opresores. Algunas de estas luchas tienen éxito, otras no. Algunas son defensivas, otras no. Algunas, como las huelgas, son visibles, otras no tanto (como trabajar a un ritmo más lento e ineficiente que lo que la gerencia quiere). Y estas luchas son emprendidas por ambas partes de la escisión jerárquica. Quienes están sujetos a la jerarquía luchan por limitarla e incrementar su propia autonomía, y quienes ejercen la autoridad luchan por magnificar su poder sobre el resto. El ganador varía. Durante los sesenta y setenta hubo crecientes victorias a favor de los oprimidos en todo el espectro capitalista pero, infelizmente, a partir de los ochenta, como se discute en la sección C.8.3, ha habido una implacable lucha de clases dirigida por los poderosos, quienes han logrado derrotar en numerosas oportunidades a la clase trabajadora. Cabe añadir que los ricos se vuelven más ricos y poderosos desde entonces.

Entonces, los anarquistas participan en la constante lucha social, en un esfuerzo por acabar con ella de la única forma posible: el triunfo de los oprimidos. Una pieza clave de esto es la lucha por libertades parciales, reformas de mayor o menor alcance, fortaleciendo a la vez el espíritu revolucionario y comenzando el proceso de aniquilación de la jerarquía. De estas luchas enfatizamos la autonomía de los involucrados y no sólo los vemos como el medio de conseguir más justicia y libertad en el actual sistema no-libre, sino también como un medio de exterminar las jerarquías contra las que luchan de una vez por todas. Así, por ejemplo, en la lucha de clases abogamos por "[l]a organización de pies a cabeza, comenzando por el taller y la fábrica, con la fundación de los intereses comunes de todos los trabajadores, independientes del gremio, la raza o la nacionalidad" [ Alexander Berkman, op. Cit., p. 207] Dicha organización, como ya dijimos en la sección J.5.2, sería emprendida a través de asambleas en los lugares de trabajo, y constituiría el medio ideal para reemplazar la jerarquía industrial capitalista por la auténtica libertad económica, i.e. La auto-gerencia obrera de la producción (ver la sección I.3). De igual modo, en la comunidad defendemos las asambleas populares (ver la sección J.5.1) como un medio no sólo de combatir el poder estatal sino también para reemplazarla por comunidades libres, autogestionadas (ver la sección I.5).

De tal manera que la propia lucha actual tiende el puente entre lo que es y lo que podría ser:

Asamblea y comunidad deben surgir desde el interior del mismo proceso revolucionario; es más, el proceso revolucionario debe consistir en la formación de asambleas y comunidades, y con ello, la destrucción del poder. Asamblea y comunidad deben convertirse en 'palabras de lucha', no en panaceas lejanas. Deben constituirse como formas de lucha contra la sociedad existente, no como abstracciones teóricas o programáticas.



Eso no es todo. Así como necesitamos luchar contra el estado y el capitalismo, también necesitamos luchar contra otras formas de opresión. Esto significa que los anarquistas aducen que se necesita combatir las jerarquías sociales como el racismo y el sexismo, la jerarquía laboral y las clases económicas; necesitamos enfrentarnos a la homofobia y al odio religioso tanto como al estado policial. Estas opresiones y luchas no se distancian de la lucha contra la opresión de clase o el capitalismo, sino que forman parte de la lucha por la libertad humana, y no se las puede ignorar sin dañarlas fatalmente.

Como parte de ese proceso, los anarquistas apoyan y defienden la incorporación de todos los sectores de la población por su humanidad e individualidad, resistiéndose a la actividad racista, sexista y anti-homosexual, y desafiando tales visiones en cotidianidad y en todo lugar (como señala Carole Pateman, "la dominación sexual estructura tanto el lugar de trabajo como la vida conyugal” [The Sexual Contract, p. 142] Significa la lucha de toda la clase obrera en contra de las tiranías internas y externas que enfrentamos –debemos luchar contra nuestros propios prejuicios a la vez que apoyar a quienes tienen enemigos comunes con nosotros, sin importar su género, color de piel o sexualidad. Las palabras de Lorenzo Kom'boa Ervin acerca de la lucha contra el racismo son aplicables a cualquier forma de opresión:

{{cita|El racismo debe ser combatido vigorosamente dondequiera que se encuentre, ya sea en nuestras propias filas y aun en nuestros propios pechos. De igual modo, debemos acabar con el sistema de privilegio de piel blanca que emplean los jefes para dividir a la clase y someter racialmente a los trabajadores oprimidos a la explotación. Los obreros blancos, especialmente en Occidente, deben resistirse al intento de usar una sección de la clase obrera para ayudarlos a avanzar, mientras se retienen las ganancias de otro segmento en base a la raza o la nacoinalidad. Este tipo de oportunismo y capitulacionismo de clase por parte de los obreros blancos deben ser desafiadas y derrotadas directamente. No podrá existir unión en los trabajadores hasta que el sistema de sobreexplotación y la Supremacía Blanca mundial llegue a un fin.|Anarchism and the Black Revolution, p. 128|]]

La progresión hacia la igualdad puede ser y ha sido hecha. Mientras aún es cierto que (en las palabras de Emma Goldman) “[e]n ninguna parte la mujer es tratada de acuerdo al mérito de su trabajo, sino más bien como un sexo” [Red Emma Speaks, p. 177] y que la educación sigue siendo patriarcal, con mujeres jóvenes todavía siendo apartadas de carreras y trabajos tradicionalmente “masculinos” (lo que enseña a los niños que a hombres y mujeres les corresponden diferentes roles en la sociedad y los prepara para aceptar esas limitaciones a medida que crecen), también es verdad que la posición de la mujer, como la de los negros y homosexuales, ha cambiado. Esto se debe a diversos movimientos auto-organizados de autoemancipación, los cuales se han desarrollado continuamente a través de la historia, siendo la clave de lucha contra la opresión en el corto plazo (y creando el potencial para la solución a largo plazo para desmantelar el capitalismo y el estado).

Emma Goldman aducía que la emancipación comienza "en el alma de la mujer." Sólo a través de un proceso de liberación interna, en la que los oprimidos logran reconocer su propio valor, se respetan a sí mismos y a su cultura, ellos pueden estar en una posición para combatir de manera efectiva (y vencer) la opresión y las actitudes externas. Sólo una vez que te respetas a tí mismo puedes estar en posición de que otros te respeten. Los hombres, los blancos y heterosexuales que se oponen a la intolerancia, la inequidad y la injusticia deben apoyar a los grupos oprimidos y rehusarse a condonar las actitudes y acciones racistas, sexistas u homofóbicas de otros y de ellos mismos. Para los anarquistas, "ni un sólo miembro del movimiento obrero puede ser discriminado, reprimido o ignorado impunemente [...] Las organizaciones obreras [y de otras índoles] deben estar construidas sobre el principio de libertad igualitaria de todos sus miembros. Esta igualdad implica que sólo cuando cada trabajador es una unidad libre e independiente, que coopera con el resto en virtud de intereses mutuos, el movimiento obrero puede funcionar con éxito y hacerse poderoso." [ Lorenzo Kom'boa Ervin, op. cit., pp. 127-8]

Debemos tratar a todas las personas como iguales respetando al mismo tiempo sus diferencias. La diversidad es una fortaleza y fuente de gozo, y los anarquistas rechazan la idea de que igualdad significa conformismo. Con estos métodos, de auto-liberación interna y solidaridad ante la opresión externa, podemos luchar contra la intolerancia. El racismo, el sexismo y la homofobia pueden ser reducidas, quizá casi eliminadas, contestando a sus golpes con autonomía y rehusando ser sometido a abusos raciales, sexuales o antigay o dejando a otros salirse con la suya (lo cual cumple un papel esencial en hacer al resto consciente de sus propias actitudes y acciones, ¡actitudes a las que incluso pueden estar ciegos!).

El ejemplo de las Mujeres Libres en España durante los años treinta muestra que es posible. La mujeres anarquistas invlucradas en el CNT y la FAI se organizaron autónomamente para llevar al debate el problema del sexismo en el movimiento libertario a nivel global, incrementar la participación de la mujer en las organizaciones libertarias y ayudar en el proceso de la autoliberación de la mujer de la opresión machista. En este camino también debieron combatir las actitudes sexistas (demasiado comunes) de sus "revolucionarios" compañeros anarquistas. El libro de Martha A. Ackelberg Free Women of Spain es un excelente recuento de este movimiento y los problemas que levanta a los ojos de quienes se preocupan de la libertad. Décadas más tarde, el movimiento feminista de los sesenta y setenta siguió la misma senda, proponiéndose desafiar el sexismo tradicional y el patriarcado de la sociedad capitalista. También formaron sus propias organizaciones para luchar por sus propias necesidades como grupo. Trabajaron juntas y concitaron fuerzas para sus batallas personales en el hogar y en la sociedad.

Otra parte esencial de este proceso consiste en que tales grupos autónomos se apoyen activa y mutuamente en la lucha (incluyendo a miembros del/la raza/sexo/género dominante). Esta solidaridad y comunicación práctica pueden, al combinarse con los efectos radicalizantes de la lucha misma en sus participantes, ayudar a romper con el prejuicio y la intolerancia, socavando las jerarquías sociales que nos oprimen a todos. Por ejemplo, el apoyo de grupos de gays y lesbianas a la huelga minera de 1984/5 en el Reino Unido, resultó en que dichos grupos tuvieron lugares de honor en varias marchas de mineros. Otro ejemplo es la gran huelga de obreros judíos inmigrantes en Londres, en 1912, y que ocurrió al mismo tiempo que una gran Huelga del Muelle de Londres. "La lucha común reunió a obreros judíos y no-judíos. Se organizaron asambleas conjuntas, y los mismos voceros hablaron en las manifestaciones conjuntas." La huelga judía fue un éxito, dando el "golpe de gracia al sistema de explotación en los talleres. Los trabajadores ingleses ya miraban con otros ojos a los obreros judíos después de su victoria." La huelga del muelle de Londres continuó y muchas familias de estibadores seguían pasando necesidad. Los exitosos huelguistas judíos emprendieron una campaña "para llevar a los niños de los estibadores a sus hogares." Esta ayuda práctica "contribuyó en gran medida a estrechar la amistad entre trabajadores judíos y no-judíos." [ Rudolf Rocker, London Years, p. 129 y p. 131] Esta solidaridad fue devuelta en octubre de 1936, cuando los estibadores fueron los primeros en detener las marchas de los fascistas camisanegras de Mosley al interior de áreas judías (la famosa batalla de Cable Street).

Para los blancos, los hombres y los heterosexuales, la punica aproximación anarquista es apoyar a otros en la lucha, rechazar la intolerancia de las otras personas y despojarse de sus propios miedos y prejuicios (sin dejar a la vez de ser crítico de las luchas de autoemancipación –¡solidaridad no quiere decir apagar el cerebro!). Por supuesto esto implica llevar el problema de la opresión social a todas las organizaciones y actividades obreras, asegurándose de que en ellos no se margine a ningún grupo oprimido.

Sólo así se puede debilitar la aprehensión a esas enfermedades sociales y crear un sistema mejor, no jerárquico. Dañar a alguien es dañar a todos.


Categoría:B - ¿Por qué los anarquistas se oponen al sistema actual?